Imágenes, o tal vez escenas; de casi la mitad no hay documento visual, sólo palabras, la mía y con las que lo cuento.
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Mi lugar y aparejo favoritos para leer |
DOS. Un chico de unos once o doce años, habitual (somos pocos y aquí con un par de veces te conviertes en habitual), con pinta de tener los pulgares fuertes por la Nintendo y gustos indefinidos (vamos, que lo mismo puede escuchar a Mago de Oz que a DJ Truhán), de primera impresión altivo pero inequívocamente tímido, seguramente enamorado de alguna compañera de clase, amigo de pocos amigos pero de pandilla grande. Hace dos semanas entra a la librería y se planta frente a la sección de literatura extranjera (es decir, entras y giras el cuerpo el plan chotis, sin moverte de la baldosa, a la derecha). Nunca ha mirado ahí, siempre se va a literatura juvenil fantástica (seis pasos de frente). Yo sigo escribiendo en el blog; me gusta cuando vienen simplemente a mirar, y eso no pasa casi nunca. A los cinco minutos alzo la cabeza y me lo encuentro frente a mí. Me sonríe y me dice: "sólo venía a oler, me encanta cómo huele la librería, os voy a echar de menos". Antes de que me seque las lágrimas, cargue el desfribilador, le haga la ola y me suba la camiseta tapándome la cara y corra en círculos en plan loco suicida por la tienda, el cabrón desaparece.
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Phil Lynott enseñándonos que nunca hay camino demasiado difícil ni lugar del que no se pueda regresar |
CUATRO: Ayer. Uno de los cinco yonkis habituales entra en la tienda.
¿Me conoces? me pregunta. Claro, le digo (y pienso, vamos hombre, no me jodas). Regularmente se pasan por la tienda a darme pequeños sablazos. Me cuentan histórias ridículas de juntas de culatas rotas de coches que no poseen, de potitos o de pañales para niños que no tienen o de bocadillos que necesitan comprar pero no que yo les haga. Con los cinco he acabado discutiendo y los cinco me han sableado alguna vez. El de ayer, tras preguntarme si le conocía, se me quedó mirando fijamente pero sin verme; me balanceé un poco pero sus ojos siguieron fijos en un punto indeterminado detrás de mí.
¿Sabes lo que me ha pasado? arranca
. Mi madre me ha dado seis euros para comprar pan y atún, pero iba para el mercadona y he visto dos campanas; con una moneda las luces han hecho fiuuu y dos camapanas y un plátano. He echado otra moneda y casi la tenía. Cuando me he dado cuenta me he gastado los seis euros. La puta máquina tragaperras me ha dejado sin nada. Déjame seis euros, hazlo por mi madre... Si hubiese sabido que estoy enganchado a la primera temporada de
The Wire con la puta y asquerosa verdad igual hubiese ablandado mi corazón. En cuatro años y medio consideré que ya me han puteado bastante.
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"First we take Manhattan, then we take Berlin. I'm guided by a signal in the heavens. I'm guided by this birthmark on my skin..." |
SEIS: Navidad. Mientras envuelvo unos libros a una mujer. No hay nadie más en la tienda y su hija de cuatro años mira y desordena una mesita baja donde tengo algunos libros de ensayo y filosofía. La mujer regaña a su hija y le dice que no toque, que sea obediente, que deje de portarse mal y que lea los títulos pero que no toque los libros. Han pasado por aquí auténticos niños tiranos más salvajes que esa niña, pero opto por no contradecir a su madre dándole permiso para que toque los libros. Mientras envuelvo el último libro acaba el disco que estaba sonando y se hace el silencio. La niña dice:
Mamá.... La madre contesta:
Quéééé.... quieres.... La niña dice:
¿Qué es el marxismo? mientras señala un libro de la mesa con una foto imitando la portada de Sgt. Peppers de los Beatles pero con toda la intelligentsia comunista...Librero rompe a reir y la mujer mira a la niña y enrojece, hasta que el librero enmudece y a su vez empieza a enrojecer , justo cuando la mirada de la mujer se vuelve totalmente inquisitiva hacia el pobre librero, que lo único que desea hacer es regalarle a la niña ese libro titulado "
Marxismo para principiantes" (Ed. Longseller).
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Rótulo luminoso que en el patio de la casa del librero quedaría fetén pero no puede ser... |
OCHO: Antes de ayer. La imagen de la inmensa y radiante sonrisa que acompaña a la cara de sorpresa de una mujer al contestarle el librero que por supuesto que sabe qué son los mandalas y que sí existen libros para colorear mandalas y que en cuatro días tiene un libro así. "Por fin encuentro a alguien que no me toma por loca", dice, "no sabes en la de sitios que he preguntado, hasta mi marido me decía que esas cosas no existen, que eran fantasías mías. En cuanto pinte el que me consigas vendré a por más". Por no cortarle el rollo el librero no se atrevió a decirle que el més que viene no estará. Le ha pedido dos ejemplares distintos.
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Poema de Rodolfo Quintero-Noguera |
DIEZ. Librero friega la tienda. Librero deja el mocho a su lado y gruñe al ver el cubo en la otra punta, al lado de la puerta, pues ha ido fregando de espaldas. Librero deja un pasillito de baldosas sin fregar hasta el expositor del centro para poder pasar y colocar unos libros que le acaban de llegar. Librero tropieza. Libros salen volando, uno de ellos vuela más de lo lógico, rebota con el lomo en la estantería, entra en barrena y cae en el cubo tan limpiamente como un tripe de Larry Bird en el último segundo. Librero va hacia el cubo, se escurre con el piso aún húmedo y mientras da con la rodilla en el suelo piensa, "
la rodilla no, la rodilla no...que soy autónomo, joder". Mete la mano en el cubo y saca el libro "La sociedad del esptectáculo", Ed. Pre-Textos, 13 €, totalmente empapado. El librero pasa a modo Mr Bean meets Hulk y espeta "
me cago en Guy Debord, el los situacionistas y en la puta madre de la vaca que ríe" mientras una monja anciana con hábito blanco de la residencia de ancianos que está a dos manzanas de la librería le mira desde la calle. El librero le mira asu vez y piensa, "
como se santigüe meto mi cabeza en el cubo". En vez de eso la monja pregunta como si nada "
¿te quedan evangelios del 2011?". Si, claro.
"Pues quiero tres". Aunque el librero cojea visiblemente la monja apuntilla, "
Si no te importa mejor no entro y me los sacas aquí, no vaya a ser que me escurra yo también..."
DOCE: La semana pasada. Adolescente levemente alolitada entra y se dirige a la sección infantil. Mira (al final los jóvenes son los únicos que vienen y miran un rato antes de elegir). En la pecera suena "
Nubes de Papel", el último
Depedro y el librero ve que mueve la cabeza y canturrea alguna letra. Pone sobre el mostrador "
Memorias de Idhun. La Resistencia", de Laura Gallego (20,95€) y le pregunta a librero cómo está ese libro, que se lo han recomendado sus amigas de clase.
Depende de lo que quieras leer, responde el librero.
Algo, dice ella, ¿
éste es muy fantástico? El librero piensa qué puede significar que un libro sea poco o muy fantástico. Opta por decir de nuevo,
depende.
¿Y algo más....? dice ella
. El librero le da "
El guardián entre el centeno" y "
El vaso de plata" de Antoni Marí (precioso). Tras ojearlos (y hojearlos) ella dice, ¿cuál es mejor? Y el librero dice,
elige tú. Ella elige "El vaso de plata", pero el librero cree que lo hace más por que no hay tanta diferencia de precio entre ese (13,95) y el de Laura Gallego que quería llevarse que con el de Salinger (7,95).
Por el precio no lo hagas, dice.
No, no, me apetece éste, dice ella. Al salir de la tienda al librero le da por pensar en eso que llaman efecto mariposa y en la cantidad de veces que ha hecho algo parecido a lo largo de los años.
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El descanso del librero |
8 comentarios:
Te echaré de menos.
Tío, no dejes el blog, estas anécdotas (que son anécdota-ficción, supongo) son la monda. Si a mi me llega a pasar lo de la madre anticomunista puede darme algo. O quizás la que me hubiese dado algo fuese la susodicha.
Salvo lo de la monja y el libro de Debord (que es la unión de dos días distintos) el resto es la puritita verdad... Para un libro de anécdotas da, fijo. Gracias, José y Gattaca.
Grande eres grande cierras pero hasta el final La Pecera da estos post tan buenos. Espero que sigas escribiendo porque junto con las cosas curiosas que te pasan esta lo bien que lo cuentas. Una pena que nunca llegue a comprar el La Pecera me hubiese gustado. Un abrazo
Esta mañana estuve en La Pecera. Quería conocer (despedirme de) la librería, y de paso saludarte y comprar algún libro con el que llenar las horas muertas de estos últimos días en el hospital. No pudo ser (por algún motivo la puerta estaba cerrada), de modo que tuve que conformarme con la gaceta médica de la sala de espera, y más tarde con las noticias que abarrotaban el tablón de anuncios (hasta me he aprendido de memoria el listado definitivo de los aspirantes admitidos para el curso "Soporte Vital Cardiovascular Avanzado"). En fin, otra vez será.
Un saludo.
Juan Almohada
Evelio, enviada la consulta al consejo de sabios (esos dos o tres que dicen ser mis "amigos") espero noticias para que resuelvan mis dudas y me den consejo; yo tampoco quiero dejar este espacio.
Juan.... hombre, no me digas eso... si era a primera hora, estaría haciendo la ruta de la lavandería, vine antes y quité la cancela y encendi el ordenador, que es como una calesa que necesita su tiempo...Si vuelves, muéstrate y veré qué podemos sacar aún de las estanterías... Por cierto, lo de "soporte vital cardiovascular avanzado" me interesa...
Ha tenido que ser como dices, pues estuve por allí en torno a las 10.30. Es curioso, porque este ha sido mi segundo acercamiento a La Pecera. La primera vez creo que fue en septiembre u octubre, y el resultado fue el mismo. Ojalá que a la tercera sea la vencida.
Saludos
Serás bienvenido, Juan, estaré seguro hasta el 26... luego tendré cerrado para despedirme solo, cható en mano, mientras con la otra leo fragmentos de Moby Dick, Crimen y Castigo, la Iliada y marranadas del Miller...
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