Abro la tienda, enciendo el ordenador; mientras se cargan los programas, barro, me hago un té, elijo el disco que quiero que suene hoy lunes el primero, abro el blog y sin pensarlo mucho pincho en Nueva entrada. Suenan Wilco con Billy Bragg y, mientras tecleo, pienso que me quedan dos meses exactos de ser librero. En abril ya no seré librero. Hay muchas cosas que arreglar y entre todas ellas a veces se cuela la pregunta de qué haré con este blog. Qué mejor para escribir que voy a dejar de ser librero (y autónomo) que hacerlo mientras escuchas una canción que se llama "California Stars" pero lo malo de escuchar canciones así es que al final hacen que no puedas escribir. Parar de teclear y poner cara de tonto es lo único que se puede hacer escuchando algo así, y soñar, aunque uno odie esta palabra, por hueca, torpe y por ser el comodín de los lugares comunes. I'd like to rest my heavy head tonight, on a bed of California stars... I'd like to lay my weary bones tonight, on a bed of California stars. I'd love to feel your hand touching mine and tell me why I must keep working on. Yes, I'd give my life to lay my head tonight on a bed of California stars... I'd like to dream my troubles all away on a bed of California stars. Jump up from my starbed and make another day underneath my California stars. They hang like grapes on vines that shine. Woody Guthrie... Wilco poniendo música a letras de Woody... Descansar mi pesada cabeza en una cama de estrellas californianas...
Tarjeta de visita de un librero diletante |
No me perdono haber olvidado por completo el vídeo que una amiga hizo de la librería cuando la librería no estaba más que en mi cabeza, un día que vino a visitarme desde Madrid y le enseñé el local vacío y lleno de polvo que acababa de alquilar. Días después me envió dicho vídeo que no reparé que hacía mientras yo subía persianas y hablaba sin parar sobre lo que quería hacer y me compraba ropa que me estaba grande, cuando no sabía lo que suponía eso de ser trabajador autónomo y repetía la gracieta de que ésta era la única manera que tenía de ganarme la vida con la literatura, aunque fuese con la de otros, como si fuese una genialidad cuando en el fondo, y siendo benévolo, era hacer una victoria de lo que yo creía que era una derrota. Y de esa victoria o de esa derrota he vivido cuatro años y medio. Ahora he vuelto a ver el video; cuando ayer recordaba cómo era el local antes de que los libros lo inundaran lo recordé; Andrea lo hizo a principios de agosto del 2006. Empiezo a pensar que echaré mucho más de menos de lo que creo eso de ser librero y dueño de tu propia librería, pero sé que es la única salida para seguir...