viernes, 29 de julio de 2011

Ian Hunter. Asimilar el fracaso y saber hacer un rock'n'roll después


Ya no queda verdadero rock’n’roll / Sólo el nauseabundo sonido de la avaricia
(“Apathy 83”, Ian Hunter)






“Me considero un artista del rock’n’roll. No estoy en esto por las listas de ventas, sino por algo mucho mayor que eso. Vivir una vida completa y ver que la he vivido según mis principios cuando miro atrás. Según yo lo veo, mi vida hasta la fecha ha sido un éxito total. He tenido que luchar mucho para que sea así. Todo lo que quise hacer, lo hice. No voy a estarme sentado diez años escribiendo las mismas canciones y tocando en la misma banda. No lo haré. Esa no es mi idea del éxito. Los norteamericanos tienen problemas con los individuos como yo, porque piensan en términos de éxito aparente y no de éxito real. Se les educa para que crean que el éxito significa tener mucho dinero y una gran casa con todas las comodidades. Esto es para ellos el éxito, y ni siquiera piensan en ellos mismos, se dejan arrastrar como un rebaño de ovejas. A menudo, cuando terminan en la gran casa llena de cosas, se dan cuenta de que no hay nada allí. No se puede escapar de uno mismo.” Ian Hunter. 1994


"Hunter es hijo de un policía y una señorita de ascendencia victoriana venida a menos. Sus máximas aspiraciones cuando crío eran trabajar en la construcción o dedicarse a las chapuzas fuera de la ley, cosa esta última que parece practicó algún tiempo. La sola idea de ser músico estaba prohibida en su casa; el joven Ian, nacido el 3 de junio de 1946, guardaba su primera guitarra en el cobertizo del jardín, donde se escondía a practicar hasta que los dedos le sangraban.”Ignacio Juliá, Pulp-Rock, Ed. Milenio, pág 125.

“Siempre he escrito sobre lo mismo en mis canciones, sobre lo que supone trascender los orígenes y descubrirse a uno mismo, desear el triunfo, o la mera supervivencia, cueste lo que cueste, sobre saber asimilar el fracaso y transformarlo en parte de tu carácter, viviendo tu propia diferencia a fondo, como una identidad que te aliena de la convención social” Ian Hunter, 2004.


“¿Que de qué va “Irene Wilde”? Pues de cómo un chaval de 16 años encuentra a la chica de sus sueños en la estación de autobuses de Baker Street, en Shrewsbury, Inglaterra. Una muchacha de belleza radiante, a la que uno imagina de rasgos evanescentes, pálida piel, mirada brillante, con la que intentará en vano congraciarse. El rechazo es claro, “sólo eres otra cara en la multitud”, empujará al joven a encerrarse en el cobertizo del jardín para componer tonada tras tonada con una única imagen como fuente de inspiración, ella, y una única meta; llegar algún día a ser alguien… En los últimos versos concluye el protagonista que aquella temprana decepción amorosa, tuvo su lado positivo. Le empujó a huir hacia delante, a ver mundo e, inmerso en éste, a vivir triunfos y fracasos siguiendo los altibajos de una vida hasta cierto punto privilegiada. Si ella no le hubiera ignorado, se pregunta Hunter, tal vez aún estaría en aquella estación de autobuses, en aquella pequeña población de provincias, en aquella vida gris y sin alicientes. Como tantos otros chicos de su entorno, se hubiera contentado con ser un eslabón de la cadena, no la cadena misma. Y jamás hubiera llegado a se la estrella de rock que conocimos, el vocalista y líder de Mott the Hoople, una de las más carismáticas bandas británicas de los 70 y, en opinión personal, la que mejor supo asimilar en sus propios fluidos creativos –sospecho que más por instinto que por perspicacia- la exuberancia del rock’n’roll como catalizador de emociones desbordadas y la sugerente épica del fracaso como redentor, oscuro reverso del éxito.” Ignacio Juliá, Pulp-Rock, Ed. Milenio, pág 126.




“Soy la única cosa que conozco con certeza de este planeta”, respondió como un Renato Descartes con gafas de sol y lírica rockera cuando le comentaron que Guy Stevens (manager de Mott The Hoople) había dicho de él que su principal defecto era que se tomaba demasiado en serio a sí mismo. “No conozco a nadie más; quienes me rodean están de paso. Estoy en mi piel como tú estás en la tuya. Tengo un saludable respeto por mí mismo. Hay quien dirá que es ego o egoísmo. Y probablemente sea cierto. Para mí todo es serio, y por ello me rodeo de gente que no lo es, como Mick Jonson, para que eviten que me sobrepase. Me refiero a que la mayor parte del material que he escrito surge de la negatividad. Sigo regresando a cuando era un crío, cuando trabajaba y todo eso. Tuve mucha suerte, era el colgado de mi pueblo. Soy ese puto don nadie que tuvo suerte. Y en el fondo sigo siendo el mismo.”

"Buffin perdió a su hijo, como los sueños / y Mick perdió su guitarra / y Verden aprendió una o dos líneas / y Overend es sólo una estrella de rock and roll / Detrás de estas sombras se desvanecen las visiones / a medida que aprendemos una cosa o dos / Ah, pero si yo tuviera mi oportunidad otra vez / Vosotros sabéis lo que yo haría..." "Ballad of Mott the Hoople"


Si tuviera que mojarme y hacer la lista de los 7 imprescindibles de Ian Hunter y de Mott the Hoople, tal vez diría esto: De Mott the Hoople: “Mott”, “All the young dudes”, "The Hoople" y “Mad Shadows”; firmados en solitario: “All American Alien Boy”, “You’re never alone with an Schizophrenic” y “Ian Hunter”. El imprescindible directo “Welcome to the Club”, el precioso testamento de Ronson con Hunter, “YUI Orta”, y “Live in the BBC” no se me olvidan…

Sí, es un largo camino el del rock’n’roll / Tu nombre está en boca de todos, pero tu corazón tiene frío / y tienes que conservarte joven, tío, no puedes envejecer” “All the way from Memphis”

¿Alguien sabe qué cosa es exactamente una estrella del rock?

lunes, 18 de julio de 2011

A day in the life, Jeff Beck y Stanislaw Lem hablando en onda corta. Un valor imaginario.

Stanislaw Lem en su casa de Cracovia, 1975. Foto. Reuters


"El arte no puede detenerse en un sitio ni repetirse siempre a sí mismo: por eso no puede sólo gustar. Si has puesto un huevo, has de incubarlo; si te sale de él un mamífero en vez de un reptil, debes darle algo con que alimentarse; si, pues, un paso consecutivo  nos lleva a algo que despierta un disgusto general e incluso un estado paravomital, no hay remedio. Hemos elaborado ya aquel Algo Concreto, nos hemos arrastrado y empujado tan lejos ya a nosotros mismos que, obedeciendo una orden superior al placer, tendremos que dar vueltas en el ojo, en el intelecto, a lo Nuevo, categóricamente aplicado, porque fue descubierto en el largo camino del ascenso. Por cierto, nadie ha estado nunca allí, ni quiere ir, ya que no se sabe si se puede aguantar en Aquellas Alturas siquiera un momento; pero, a decir verdad, ¡para el Desarrollo de la Cultura esto no tiene la menor importancia! Este lema nos ordena, con la soltura propia de la genialidad displicente, que cambiemos una esclavitud antigua, espontánea y por tanto inconsciente, por otra, nueva. No nos quita las trabas, sólo alarga nuestro ronzal; y así nos lanza a lo Desconocido, dando el nombre de libertad a una necesidad razonada"
Stanislaw Lem. Un valor imaginario. (pág 8-9) Ed Bruguera de bolsillo (1983)

Llevo días dándole vueltas a esto, sea lo que sea. Si la información que infiero no es errónea, la Editorial Impedimenta reeditó este libro de Lem (y otros, maravilla tras maravilla), con el título de "Magnitud Imaginaria", la traductora es la misma, Jagwiga Maurizio, y es la continuación lógica de "Vacío perfecto". Espero no equivocarme, sólo poseo el de Bruguera.

"Cuando se puede hacer todo, nada vale ya la pena y el impulso hacia adelante se transforma en reptación hacia atrás, porque las Artes quieren volver a las fuentes y no saben hacerlo"
Idem, pág 10.

La ausencia, como bien señaló el siempre amable y sorprendente Juan Almohada en un comentario de la entrada anterior, tiene una explicación muda, no saber qué decir, y a la vez, querer volver a decir cosas. Se puede llamar novela, por qué no. Se puede llamar huevo, y por tanto tuve que incubarlo, y alimentarlo pues me salió híbrido, grifo de sangre fría. Soy libre para escribir lo que quiera, aunque casi nadie lo lea ni lo vaya a leer (¿libre de escribir lo que quiero? Según Lem y Spinoza, no, según la propia lógica de lo escrito en sí, tampoco). Sueño, cansancio, esperanzas, grandes como la vida, independientes de la literatura. Jugar al espejo y en el reflejo olvidar quién soy, y entonces escribir. Y en el camino de vuelta leer estas palabras de Lem. Hace varios días vi Solaris. Me gustó muchísimo, pero de eso me di cuenta al día siguiente, pero no sé si estoy seguro. Tras terminar una novela aún con título provisional (cosa que me es indiferente), y habiéndola dejado en barbecho hasta dentro de un par de semanas en la que la vuelva a leer (la sexta ya; sólo una de ellas publicada; tres destruidas; una rechazada 16 veces (en 7 concursos y por 9 editoriales -4 expresamente, 5 por la técnica del silencio administrativo), encuentro una vida cuesta abajo laboralmente y una vida privada que es a la vez salvavidas y acicate. Entre medias, varias decenas de libros que leer y mil canciones que escuchar.

Respecto a las palabras de Lem citadas al comienzo y que resuenan en mi cabeza como un eco (estado paravomital... nueva perla), me han llevado a pensar en Jeff Beck y su revisión de la canción de The Beatles.  Entonces creo que Lem es demasiado pesimista, porque Beck "puede hacer todo", y sí, "nada vale ya la pena y el impulso hacia adelante se transforma en reptación hacia atrás", pero Beck vuelve con paso firme, no repta, es consciente de que "las Artes quieren volver a las fuentes" y parece que él sí sabe hacerlo. Respecto a mí... Ground control to Major Tom..........


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