lunes, 10 de enero de 2011

De revistas de música, regalos, periodistas y fin de fiestas


A los libreros no sólo nos gusta leer en la cama, también nos gusta que nos regalen libros o cochecitos de juguete

El día de reyes bajo el árbol había una bolsa llena de libros, todos eran para mí. La bolsa la había puesto yo. No estaban envueltos, ni me importaba ni me apetecía envolver veinte libros, uno por uno, aunque ahora que lo pienso hubiera estado divertido romper el papel rojo que los hubiera ocultado y descubrir cada uno de los libros, pero como dice mi amigo Ramón, el español siempre piensa bien, pero tarde. Al salir la noche anterior hacia casa, cerré cinco minutos antes y como un bastardo lacayo de rey mago que nadie quiere y con saca de esparto robada de un cuento de Dickens donde niños pobres las pasan putas y reputas, fui escogiendo libros, sobre todo esos que pedí para dar caché a la Pecera en tan insignes fechas y que salvo excepciones heroicas nadie compró (Eduardo me dejó sin mis libros de Alejandro Zambra, pero eso es subsanable, de hecho los acabo de recibir de nuevo) y que llegado el día 5 de enero todavía seguían ocultos por las estanterías y la mesa de novedades. No diré los que eran, pero más por pereza que por otra cosa.
Hoy escribo, en mi primera mañana a solas desde hace tres, cuatro o cinco semanas, sentado en la cocina, café en mano y con la Keef Hartley Band (Halfbreed) sonando con garbo. El gato me mira, evidentemente, una vez escrito esto, recuerdo que el gato de Gloria Fuertes maullaba todo el rato, y que algo pasaba con una araña; le hago la rima al gato, que me mira y se da la vuelta con desprecio antes de que acabe el verso.
Los libreros, los que tienen un blog y son libreros, no escriben durante estas fechas, como cualquier otro tendero estiloso o grasiento, o quizá un tanto mod o seguramente de mercadillo, pues pasan los días y en lo último que piensan es en sentarse a escribir cualquier cosa. Da vergüenza decir que el librero se cansa o se puede cansar, no son ladrillos lo que levanta, aunque algún que otro libro lo parezca, pero durante al menos quince días todo se resume en hacer paquetes con papel de regalo (nadie le dice al frutero "me envuelves los diez tomates por separado, y si es el papel distinto para distinguirlos, mejor", pero al librero sí, aunque haya cola en la tienda y uno agache la cabeza como un caballo con ojeras y se sienta extrañamente chaplinesco y mecanicamente alienado); envolver, comer y dormir; si tienes suerte y tienes  pareja, igual la ves de reojo un minuto antes de dormirte en el sofá algún que otro día, y si eres más suertudo aún y tienes una afición sana (médica y kantianamente impuesta) pues sacas un ratito para ella, que en mi caso es nadar. He descubierto que no nado más porque llega un momento en que me aburro, pierdo la cuenta de los largos y mi cabeza se pone a divagar, pensando tantos disparates que termino parando para dejar de escucharme (oirse respirar bajo el agua tiene algo hipnótico, desde luego, pero a veces agobia si tienes tendencia a darle demasiadas vueltas a las cosas), pero aún así, en navidad, un librero es alguien un poco más mimético de lo habitual, que va y viene a la librería con sueño acumulado y sonrisa de buena persona (que lo sea o no ya es otro cantar), y nada más. Así que como hace años que nadie me regala libros, me los regalé yo el día de reyes. Nadie me regala libros por motivos evidentes, aunque lo echo de menos, una librería no es una huerta, los libros no me nacen de debajo del culo (y mucho menos si pretendo escribirlos yo, pero ese es otro cantar), así que me di un homenaje. 20 libros para casa. Los tengo aquí delante, haciendo minaretes ante la ventana; a pesar de todo el libro me sigue pareciendo un objeto precioso. Pero no empezaré ninguno, al menos no esta semana que entra. Esta semana, como todas la primeras semanas de cada mes desde hace veinte años, solamente leeré prensa musical. Es raro que nunca haya dicho nada al respecto. Acabo de volver de comprar el Ruta 66.

He esperado a que pasará la navidad para comprarla. Compro tres revistas, Popular 1, This is rock y Ruta 66. La primera por una mezcla de inercia y esperanza; inercia porque llevo, eso, 20 años comprándola, mes a mes, y es un hábito del que no me quiero desprender, aunque flojeé a veces y haya meses que solamente lea la sección de correo y el apéndice y alguna que otra entrevista (vale, sí, me la leo enterita....). This is rock la compro por algún que otro artículo de algún disco o banda clásica, poco más me atrae de esa publicación (las reseñas de discos son de chichinabo), pero eso sí, cuando clavan un artículo de esos, aciertan de lleno. Ruta 66 la compro con solaz, nerviosismo, ganas y necesidad; hoy por hoy esta revista está a años luz del resto, y más desde que cambiaron de imagen y ampliaron miras. Jaime Gonzalo e Ingacio Juliá merecen un monumento. Desde que comencé a hacerme con ella esporádicamente (recuerdo que vivo en un sitio llamado Manzanares, si ya es de aúpa para encontrar según qué cosas, hace 20 años ni te cuento) me llamó la atención algo que hoy por hoy sigo manteniendo y esgrimiendo como motivo para seguir comprándola cuando algún amigo me pregunta sorprendido por qué compro esta revista,  y es que está escrita de putísima madre. Lo de Ignacio Juliá es digno de admiración, en serio, creo que no hay en este país un periodista (no sólo musical) que escriba como él, conciso, imaginativo, con recursos, certero, sorprendente, con mil referencias y con oficio como para dar sopas con onda a cualquier plumilla. Jaime Gonzalo también, pero de otro modo, tal vez por ese tono sombrío que esgrime en los últimos años, como de vuelta de todo, quizá resentido o perro viejo, pero supongo que son cosas mías (el rescate del artículo de Gram Parson del número del 25 aniversario es para enmarcar). Si el rock es algo, si significa algo más allá de la música, si es algo que se puede entender como forma de vida, o de verla y encararla, está entre las líneas de esa revista. Suena exagerado, lo sé, pero lo siento así. La editoriales de Juliá son bestiales; siempre lo han sido, pero desde que tomaron la decisión de delegar dentro de la revista, se les ve (a Juliá y a Gonzalo) más sueltos, más mordaces, más tranquilos; y siempre han cuidado mucho a sus colaboradores, quiero decir, que no escribe cualquiera, o al menos eso se desprende de la lectura de la revista; te pueden gustar más o menos ciertos periodistas, pero siempre da gusto leer la revista enterita; yo me he tragado artículos de cosas que ni me interesaban sólo por curiosidad (recuerdo un artículo sobre coches Hot Rods que al acabar me dió ganas de tunear a mi perdigón). De vez en cuando te sorprenden gratamente (aún...) soltándote un artículo soberbio sobre situacionismo y Guy Debord, o sobre cine de romanos o  bélico, y cuando hacen algún artículo ne profundidad sobre algún grupo, puedes estar seguro de que será serio y completo (hace un par de números, el artículo sobre Captain Beefheart y el Trout Mask Replica casi me salta las lagrimas) y me he lanzado a la caza de discos o libros por lo que he leído allí. Si mi cultura musical vale de algo o es algo, es gracias en gran medida a estas publicaciones.

Ignacio Juliá, un grande
Compro las tres que he dicho, pero se nota cuál es mi predilecta (lamento que en el Ruta no salgan Y&T o Dio, pero para eso tengo el Popu, será por recursos...), no siempre fue así (muchos años fui un popuhead de cuidado, pero algo me pasó con la entrada del siglo XXI) pero con los años se ha ganado mi corazoncito. ¿El número de enero del Ruta, el que me acabo de comprar? Fabuloso. Reportaje de Pink Floyd (época del muro), informe sobre psicodelia 2011, reportaje sobre el arte del cartel Rock, entrevista a Tony Visconti, a Lapido, a Posies, a Willie Nile, una entrevista también a la editorial La Felguera, reportaje sobre el ABC del blues, sección de cine y libros, críticas de discos (críticas de verdad)...  En qué otra revista puedes leer una pregunta como (atención) "¿No es la contracultura una mistificación como ocurre con la cultura oficial a la que pretende contrarrestar?, ¿no sirve para los mismos propositos megalómanos y de promoción personal de unos disientes que si lo son, en su mayoría, es porque no pueden ocupar un puesto en la cultura oficial?, ¿no somos todos los que atendemos a la contracultura, aún a nuestro pesar, unos cómplices de esa cultura que ha hecho de la contracultura una némesis en la que reafirmarse?" Ala, cométela sentado.... (ya dije antes que veo a Jaime Gonzalo un poco de vuelta)  ¿Vas a leer alguna pregunta así disparada por un periodista en el Babelia o en el Rock de Luxe? Ya...

Para alguien cuya postura favorita para leer es tumbado con las piernas en alto o en la bañera, seguir comprando libros (y revistas) es algo casi vital; claro que leo blogs, y páginas de música,  pero soy un hipster y el ordenador no me llama para leer mucho rato, y llega primeros de mes y necesito mi ración de prensa musical seria (y a veces sin el adjetivo musical). Son muchos años así, y siempre es igual, esté leyendo lo que esté leyendo, lo aparco y hasta que no devoro esas revistas no retomo la lectura de nuevo. Cuando las cosas se ponen cuesta arriba siempre pienso lo mismo, me imagino a Phil Lynott y a Henry Miller a mi lado y me repito a mí mismo el subtítulo del Ruta a modo de cutremantra, "son tiempos de rock&roll" y tiro para adelante, siempre adelante. Feliz, y literariamente rockero o rockeramente literario, lo que prefieran ustedes, 2011.

 


Deséale feliz 2011 a Lou


3 comentarios:

TSI-NA-PAH dijo...

Me quedo con la Popular, desde el numero 1 sigo comprandola, imagina!
Un abrazo

La Pecera dijo...

TSI-NA-PAH, Si tienes el popu desde el número uno desde hoy eres mi héroe... mis dientes chirrían de envidia... Busco en mercadillos números de los '70 pero nunca tengo suerte...
No sé si el popu ha dado un bajón o es que el ruta ha crecido mucho, pero César Martín tiene que ponerse las pilas.
Siempre es un placer ver que se pasa por aquí.

Anonymous dijo...

Me sorprendes!! Vaya si me sorprendes!! Mira que si te gusta nadar y te aburre atrévete y prueba con esto. Hay unos ipod que son para agua... no me digas que no te gustaría nadar escuchando esas magníficas joyas musicales que tanto te gustan, igualmente perderás la cuenta de los largos que hagas pero... seguro que tendrás una buena motivación y disfrutarás mucho más mientras nadas.

Y me confieso, hace mucho que no compro Ruta 66, en su tiempo también la compraba de vez en cuando, y creo que aún tengo alguna por ahí. Este mes te imitaré e intentaré hacerme con ella.

Bueno ya solo me queda agradecerte esas palabrejas que nos dejas en tu blog... que muchas veces me das envidia y me entran ganas de volver a escribir aunque... me siento algo oxidada. Jajajaja.

Un saludo. Kina

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