sábado, 8 de mayo de 2010

La pirueta, de Eduardo Halfón


"Le pregunté si había diferencia entre los estudios de música clásica en Estados Unidos y en Europa. Muchísima, hombre. Y se sentó en el banquito de Lía. Mirá, dijo, a los americanos les gusta que se toquen las composiciones clásicas como si uno fuese una máquina o un robot. Sin ningún tipo de emoción personal. Sin uno estar presente. La música siempre igualita. Quieren, dijo, eliminar por completo la personalidad del intérprete. Encendió un cigarro y, sonriéndole a la señorita morena, se quedó pensando un momento. ¿Vos sabés quién fue Lazar Berman? Ni idea. Un gran pianista, dijo. Un experto de la música de Liszt, dijo. Un judío ruso peleado con la música del polaco Chopin, dijo, y yo de inmediato desordené sus palabras y pensé en el boxeador polaco peleando cada noche, luego pensé en mi abuelo peleando con las palabras polacas. De niño, dijo Milan, yo estudié con Berman, en Italia. ¿Querés?, y acepté un cigarro. Recuerdo que el primer día, en su estudio, toqué la Sonata en B menor, de Liszt, una pieza muy complicada, y el viejo judío, sentado en un enorme sofá de terciopelo rojo, no dijo una mierda. Nada. El segundo día, volví a su estudio, empecé a tocar la misma pieza y, de pronto, Berman se puso de pie y empezó a somatar la ventana con su bastón, así, suavecito. Milan, tras tomar un largo sorbo de vino, se secó los labios con la manga de su camisola. Estás tocando la pieza igual que ayer, muchacho, me gritó el viejo en ruso. y yo me quedé callado mientras Berman seguía somatando la ventana con su bastón. Pensé que el tipo estaba loquito, ah. Pero luego, muy lento, caminó hacia mí, puso una mano sobre mi hombro y, con una sonrisa de diablo, me susurró: Es que no ves que hoy está lloviendo, muchacho. Una gran diferencia, dijo Milan haciéndose a un lado para que Lía se sentara. Mañana, Eduardito, tocaré un poco de Liszt, concluyó, como si eso confirmase la veracidad de su anécdota, y se fue a platicar con la señorita morena." (p.28-29)

Título: La pirueta / Autor: Eduardo Halfon / Editorial Pre-Textos / 152 páginas / 10,00 €



1 comentario:

Anonymous dijo...

Pues te queda lo mejor...
"Me quedé el resto del día encerrado y fumando y comiéndome mis provisiones y leyendo un poco y escuchando algunas piezas de Melodius y mirando telenovelas venezolanas dobladas al serbio y películas rusas dobladas al serbio y durmiendo pequeñas siestas sin soñar nada o a lo mejor soñando muy poco, y un día menos, un día perdido, un día más lejos de todo y más cerca de nada, mientras las horas no avanzaban sino que eran de pronto una sola hora, una sola hora estática como de sábana sin pliegues, una maldita hora de mierda y tremendamente eterna y tan oscura y solitaria y con sabor a pájaros muertos."
La pirueta, Eduardo Halfon.

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