lunes, 21 de diciembre de 2009

Lorenzo, el de Alhabia


Vaya por delante que “Lawrence de Arabia” es una película que me aburre. La encuentro larguísima, excesiva y, mientras que Omar Sharif, Sir Alec Guinnes y Anthony Quinn son actores que siempre me han gustado, no me ha pasado lo mismo con Peter O’Toole; cuestión de vísceras, imagino. Sé que le debo otro visionado a tan magna película, pero hoy por hoy me da pereza, y por lo tanto sigo manteniendo la impresión que tuve cuando la ví por última vez hace diez años, buena pero un poco tostón.
Sin embargo, avatares literarios me han hecho acercarme de nuevo a esta película y leer sobre ella. Como pasa muchas veces con las obras maestras (a parte de su carácter de “o lo tomas o lo dejas”) es tanto o más interesante lo que las envuelven, qué incidentes la acompañaron y qué “leyendas urbanas” arrastran. Lawrence de Arabia, en este sentido, es fascinante, a parte de ser la una película sin ningún primer plano, plano medio o de lejos, ni plano lejísimos, de ninguna mujer...
El rodaje se inició en Jordanía, pero tras 8 meses se abortó el proyecto por los problemas políticos de la zona. Ayudantes técnicos de David Lean, el director de la película, le hablaron de Almería como lugar idóneo y barato donde seguir con la filmación. Tanto Lean como Eddie Fowlie, su ayudante artístico, quedaron encantados con el entorno y convencieron a los productores de que era el lugar perfecto(tanto que la siguiente película de Lean, Doctor Zhivago, también se rodó en España, con Omar Sharif, actor que al principio a Lean no le convencía lo más mínimo). Tras unos días de rodaje en Sevilla, todo el set se desplazó a Almería.
El propio David Lean se compró una casa frente al mar, en la playa del Algarrobico, a la entrada de Carboneras. Allí vivía con Bárbara Neal, su mujer, una atractiva rubia neozalendesa, criada en Inglaterra, de intensos ojos azules que paseaba con unos elegantes vestidos de colores vivos por aquel pequeño pueblo en el que, en esos años, casi todas las mujeres vestían siempre de riguroso negro. Eddie Fowlie acondicionó una casa de ocho habitaciones frente al mar para los actores también en Carboneras (hoy es el Hotel El Dorado, y sigue siendo suyo y sigue abierto…).
El rodaje de la gran superproducción se inició a principios de abril y concluyó a principios de julio.

Los lugares para la filmación se localizaron en la capital, El Alquián, Cabo de Gata, Tabernas, Gérgal, Níjar, Rodalquilar y Carboneras. El “revuelo” en esa parte de la provincia fue notable. La gente de Carboneras poco a poco se iba habituando a ver camellos donde hasta entonces sólo había habido burros, y multitud de camiones llenaban la zona de arena para que aquello pareciese el desierto de Aqaba. Una rebelión árabe sería el punto de partida para movilizar a una provincia. Muchos fueron los almerienses que se desplazaron hasta el plató de cine establecido en Carboneras. Durante tres meses más de 200 hombres construyeron este fenomenal y rico decorado del que hoy, desgraciadamente, no quedan restos. La ciudad estaba formada por unas 300 casas, sobre las que destacaban la mezquita y los edificios oficiales. En las afueras, rambla adentro, se construyó un campamento turco con más de 70 tiendas blancas, que serían la base de los 400 extras -soldados turcos- que defendían la ciudad. En el km. 30 de la carretera de Níjar se construyó un hospital turco. En las cercanías de Cabo de Gata, se dispuso un ferrocarril con una vía de 2,5 km de longitud. Dos trenes fueron desmontados en piezas, llevados por camiones, y remontados sobre las vías. Se filmaron allí ataques y voladuras de trenes turcos. Más de cuatrocientos caballos -traídos desde Jérez de la Frontera, Guadix, Sevilla y Madrid- y ciento cincuenta camellos. El número de figurantes fue muy grande, y todo el pueblo de Carboneras se movilizó para sumarse a otros extras que procedían de la capital y otros pueblos. Entre los autóctonos, a la película y al protagonista se les conocía como Lorenzo, el de Alhabia.


Entre las anécdotas más famosas se encuentra la protagonizada por 30 jinetes gitanos que protagonizaron una escena en una de las dunas de la playa. David Lean presenciaba la toma, manifestando su satisfacción. Los jinetes pasaron la colina, se perdieron en el horizonte y nunca más se supo de los jinetes ni de los caballos. Se habla también de cómo Athony Quinn ayudó a muchas personas; en el bar Los Cármenes del Zapillo en Almería, en lugar bien visible, está la fotografía del actor. En aquel local, junto a su doble, montaron muchas de sus “actividades clandestinas”.
Desde luego, mi anécdota preferida es la que tiene como protagonista a la mujer de David Lean, Bárbara Neal, la exuberante neozelandesa, la cual cuentan que se enamoró locamente del cabo del la Guardia Civil. Dicen que, acabado el rodaje, Eddie Fowlie y Bárbara se quedaron a vivir allí. Debía de ser muy curioso verla pasear, por las calles de Carboneras, abrazada a su Guardia Civil, en una extrañísima e fascinante estampa, mezcla de sofisticación británica y tricornio español. Habrá que ir algún día al hotel El Dorado, no es de mi "estilo", pero mitomanía obliga…

1 comentario:

Anonymous dijo...

Me apunto al viaje...me encantan estas historias !!!!

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...