Escribir de noche, en una habitación helada, elegantemente vestido, chaleco incluido, sin corbata pero con camisa, aunque un tanto arrugada después de un día de trabajo; escribir escuchando discos de Coltrane a un volumen casi irritante pero sin duda efusivo. Topicazo, topicazo de los gordos, pero cojones, un topicazo que hay que vivir una vez en la vida o, más que vivirlo, un topicazo por el que hay que dejarse llevar alguna vez, porque sí, porque salen cosas, porque la cabeza bulle, porque sale mierda y mierda sobre el papel, mierda inútil, pero nuestra, sólo nuestra, no como los tópicos, que son como ropa de temporada en una franquicia de moda. Nadie está a salvo de lo tópicos, pero a veces hay algo liberador en ellos que nos hipnotiza...
La única pega... que la máquina de escribir (una hispano-olivetti lexicon 80, verde preciosa y que pesa como un muerto) no tenía carrete de tinta y al final tuve que utilizar el ordenador portátil. Hubiera sido la ostia... Coltrane, el sonido de una máquina escribir, afuera frío, mucho, y yo que mientras escribía dudaba si el acelerado ritmo de mi corazón se debía a la batería de Elvin Jones, a la varias tazas de té que poblaban la mesa medio vacías, a la vergüenza ajena que me producía en el fondo ser tan estúpido o al simple vértigo de lo efímero.
Sí, lo que escribí también fueron tópicos... Topicazos de los gordos… ¿La catarsis...? Pues supongo que, muerto de sueño, flechita del ratón, edición, seleccionar todo, botón de borrar y fuera... adiós... y Coltrane sonando sin parar...
Da asco, y también mucha vergüenza, ser tan obvio pero...
Es ridículo que un tópico te haga sentir vivo, pero a veces la vida es así de extraña.
Milos me perdonará haber borrado todo lo de ayer, pero él sabe que aún así, estamos llegando al fin, y esta vez es el de verdad.
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