Robar tiempo al sueño, acumular cansancio cuando ya no hay más cansancio y un poco más o menos no cambia nada. Ojeras perpetuas, sonrisa fácil, correcciones a deshoras, frases al azar y como límite siempre el maldito parné. Podria escribir algunas novedades respecto a la novela, a esta escritura y a cosas que pasan pero que nunca, nunca, e insisto en lo de nunca, se concretan en nada, así que es normal que a veces todo parezca un sueño. Pavel, el pequeño Pavel, ayuda a diferenciar sueño y vigilia; cada vez demanda más, y hace que todo se sobrelleve, incluso los latidos torpes que ensombrecen mis ratos cuando me encuentro a solas. El proyecto del nuevo libro se va concretando, pronto podré poner aquí cosas al respecto. De momento, la primera maqueta se está corrigiendo; todo se va perfilando, y parece que puede quedar algo decente (como proyecto, que luego se materialice, dependerá de muchas cosas, o al menos de una determinada cantidad de dinero que más o menos ya aparece clara entre los tachones, cuentas y palabras indescifrables que emborrono en mi cuaderno). Cuelgo la primera hoja del primer cuento del la primera prueba sobre maqueta. Ha cambiado la tipografía del título y una dedicatoria que aquí no aparece y que aparecerá; el resto se queda como está (el número de página también cambia, claro, ahora hay un prólogo que increiblemente he podido escribir a saltos como si de un Rob Gordon tras grabar una cinta recopilatoria o Jimmy Rabbite relajado en la bañera se tratase -añado que mi patito de goma (que cojo prestado a Pavel) no tiene sombrerito ni pañoleta, pero es igual de inspirador-).
Sí, claro, estoy leyendo (lo que se puede), "La luz es más antigua que el amor" de Ricardo Menéndez Salmón, y también debería decir releyendo ("La literatura nazi en América", edición de Seix Barral, a saltos y como tributo). Estoy a punto de dejarme llevar por el triángulo de las bermudas que es la música de Ray Charles (te entran ganas de mandar el resto de discos a la mierda y abandonarte a la idea de que estás en 1958 y el soul es algo digno a lo que dedicar tu vida (esta noche me (re)veo "The Commitments", decidido), aunque la tormenta aún no es perfecta y llevo el salvavidas del decadente glamour europeista de los discos de los setenta de Roxy Music y el bote del decubrimiento de Ian Carr, así como la sesuda disección del disco de Black Star Riders y la comparación con lo que considero el mejor epígono que nunca ha habido de la música de Thin Lizzy, un grupo maravilloso y entrañable del que nadie se acuerda llamado Pride Tiger. Esta noche sigo corrigiendo. Sólo puedo prometer una cosa, el libro de cuentos que responderá al título de "Cardiopatías", obviando su contenido, va a quedar bonito, bonito...
1 comentario:
Amigo..que sitio mas bien arreglado, y noto , palpo practicamente engalamiento de tu mente mas inquieta reflejada sobre fondo blanco!
A+
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