Al final no creamos la
editorial, no ha sido posible, lo cual no quita para que la Internazional
Samizdat siga funcionando como hasta ahora, a la espera de la patada en la
puerta y la confiscación de esta sofisticada máquina de escribir y de todo tipo
de documentación relacionada. No ha habido quórum, no ha habido puesta en
común. Obviando las rencillas personales que todo esto ha podido causar y que
no vienen a cuento, obviando el agotamiento emocional que también haya podido
causar este auge y caída en la trastienda de un sueño truncado, he de decir que
las cosas, en vez de desaparecer, se han colocado de determinada manera, quizá
como al principio, pero no del todo igual.
Imagen, Andrea Hauer |
Lo que no ha cambiado es la
arrogancia de seguir publicando a pesar de los rechazos y a pesar de la
indolencia.
Ser editor es un oficio
hermoso, debe ser de los oficios más bonitos y crueles que existen, y por más que a mí
me gustaría entrar en él, de momento es imposible, pero aún así no quiero olvidar dos cosas: Que es un oficio alto
burgués que, salvo alguna que otra excepción, está totalmente inmerso en el
engranaje capitalista, es decir, que la ejercen quienes tienen dinero y con el
cual intentan sacar plusvalía de algo que les es ajeno; y dos, que no quiero
renunciar a mi trabajo, esto es, que quiero seguir disponiendo de lo que
escribo como mejor me plazca y que, antes de ver publicado mi trabajo bajo
cualquier sello renunciando con ello incluso a cualquier tipo de remuneración,
prefiero jugarme mis cuartos dirigiendo yo todo el proceso y renunciando, ahora
sí, a una más que hipotética y dudosa relevancia y a una mayor distribución. Este segundo argumento
tendría peso si hubiera recibido alguna oferta y se me hubiera planteado
realmente de facto por cuánto y por qué estoy dispuesto a vender mi trabajo,
pero como no ha sido así, sigo por libre… Mejorando, o intentando mejorar la
experiencia y renunciando totalmente a crear una Editorial al uso pues, por
mucho que discutamos, discurramos, soñemos e imaginemos, eso es algo
inalcanzable (ni podemos, ni somos capaces, ni queremos; como dice el dicho "entre todos la mataron y ella sola se murió"). Las mejoras con
respecto a lo que supuso la edición y publicación de “La muñeca rusa” vienen
principalmente en la infraestructura y en el carácter que envuelve el proyecto
de edición. La maquetación de “Cardiopatías” ya está en proceso, así como la
elaboración de la portada y el diseño tanto exterior como interior. Como La Internazional
Samizdat no es una editorial pero sí un proyecto de edición y
publicación, estamos dándole vueltas al concepto, si es que se le puede llamar
así, reduciendo todo a su significado más artesanal posible. Como seguimos
siendo pobres, la idea es jugárnosla en Verkami con un crowdfunding que nos
ayude a publicar. Cuando el libro esté y sepamos cuánto nos cuesta sacarlo,
imprimiremos pruebas de todo lo que acompañará al libro (y que seguirá siendo
parte del libro) y explicaremos en qué consiste todo, así como también diremos las diferentes maneras como se podrá colaborar y ayudar para que vea la luz. Como jugar al
cuento de la lechera con las reservas y con lo que fueron las ventas de “La muñeca rusa” no
nos vale esta vez (la mayoría de las hipotéticas ventas de “Cardiopatías”
vendrán de lectores de “La muñeca rusa”, por lo que sería muy aburrido, tanto
para ellos como para el que aquí escribe, repetir el proceso y publicar
“simplemente” otro libro). Queremos hacer algo más bonito (y digo queremos
porque incluyo lo que Iván quiere hacer y
lo que Andrea quiere hacer), algo que dignifique al libro y que de sentido a su publicación.
Una vez
tomada la decisión de que ya está bien de fustigarse con dudas acerca de la
calidad o no de lo escrito (esa sombra de la que nunca, nunca, nunca, me
desprenderé y que es más cruel cuanto más rechazos se añaden y cuanto más por
libre decido ir) y una vez revisados a conciencia y a manos llenas los relatos
que formarán parte de “Cardiopatías” (9, compilación de cuatro singles más el
bonus track de “La ciudad trenzada”), la idea es que Ned, Nikochan, Lu,
Macarena, Charo, Jesús, y ese par más de decenas que han decidido dar
carta blanca o patente de corso o indulto de gracia a lo que escribo comprando
la historia de Milos Meisner, puedan, si quieren, tener algo más que “otro
libro” de relatos del torpe dueño del caimán. De momento, y por lo que respecta a este espacio, me prometo a mí mismo intercalar escritos ajenos al nuevo libro entre las noticias del mismo.
Cosas del Colectivo el Quiltro |
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