miércoles, 5 de septiembre de 2012

Tirar notas sobre una novela escuchando a Dylan, Fay y Hunter

Plantear varias cosas. Comenzar una novela con una definición del diccionario, seguir con una frase de una canción de Dylan, no de una de los sesenta, sino de Out of Time. I´m walking throught the streets that are dead... 

Seguir con una cita de una guía Michelin sobre un restaurante coqueto y resultón pero extremadamente caro.
Comenzar un párrafo con las curiosas indicaciones para hacer un guiso de arroz con conejo escuchado en la televisión mientras escribo con ella encendida. Citar algo del libro que ese misma mañana terminé de leer en la plaza del pueblo donde había ido a tomar un café en una terraza y poder leer un rato bajo el ruido de una chicharra. “Construye tú mismo ti casa y quémala tú mismo. No arrojes escombros detrás de tí; que cada cual se sirva de sus propias ruinas... Para todo deseo nuevo, haz dioses nuevos..." Marcel Schwob, el libro de Nonelle...

“Un excitante y a menudo ilusorio y romántico atractivo”. Glamour en el diccionario. También, “atracción personal tentadora y fascinante”. Bill Fay entonces tiene glamour, para mí. Julie Christie también, no es la primera vez que lo digo. http://elcaimansincopado.blogspot.com.es/2010/09/enamorado-de-julie-christie-y-delacroix.html. Lara... ¿De qué va una novela que comienza con la definición de glamour? Espero que sobre Roxy Music antes que un par de cosas tipo Alaska y Mario. 

Ultimamente ando obsesionado con Howlin´Wolf, Chester Burnett, mi cantante de blues preferido, pero la irrupción de Dylan, Fay y Hunter me ha desbaratado todo el plan.

Una frase para comenzar el cuarto párrafo: "Me gusta planchar la ropa interior de mi mujer y siempre me lavo las manos antes de mear, suelo tener la polla más limpia que las manos y soy muy cuidadoso cuando meo." La apunté hace muchos años, se la oí a alguien en un bar de malasaña llamado La Vaca Austera, o tal vez fue en uno que estaba enfrente y que me encantaba ir pero que he olvidado su nombre. El camarero se llamaba Tomás, si no me equivoco, y colgaba fotos de los clientes en una de las paredes. Desde ese día hay algo que nunca había hecho y ahora no puedo dejar de hacer.

Coger una hoja sucia emborronada de palabras, flechas, dibujitos y nombres: Un nombre, Claude Abadie, clarinetista de una banda dixie llamada Les enfants du Orleans que normalmente tocaba en el Club Mabou de Saint Germain de Pres, además de en orfanatos, refugios y comedores sociales. Lugar: Eso fue cuando acabó la guerra y echaron a los nazis de Francia. El médico le prohibió tocar el clarinete. No hay manera de que destierre la neumonía de su cuerpo, y soplar como un condenado ráfagas de riffs sincopados no es lo mejor para unos arrugados pulmones. Lugar: Principios de los sesenta. Oficio: Rentista. Tenía suficiente. Le fue bien, poco a poco redondeaba ingresos haciendo de agente de grupos de jazz y de cantantes folk. El 10% siempre le pareció un acuerdo justo. Lee a Thoreau y a Tolstoi, y eso, supongo, lo explica todo.
En el 71, para hacerle un favor a un compañero, alquila el piso a un cantante americano y a su novia, pagaban bien pero la cosa acabó bastante mal. A primeros de julio Claude se encuentra sin saber cómo, calmando un ataque de histeria de la americana a base de heroína y sacando casi a escondidas el cuerpo de él de la bañera, frío y húmedo como un sapo, y cargándolo escaleras abajo hasta la furgoneta de la funeraria. El que conduce la furgoneta se llama Milos Meisner. El americano, un tal Morrison. Esa es una idea desechada.
"Llevo muchos años muerto y comprenderán que en mis circunstancias es normal que tenga la cabeza echa un lío…" Claude Abadie sólo habla, por eso será una novela corta, no cuenta, habla... Hoy me cuesta escribir...

Será que estoy crepuscular. Me duelen los oídos. Y no, no estoy siendo metafórico. Otitis crónica, amén de otras cosas de nombre largo y raro. he perdido la cuenta de los otorrinos que han urgado dentro de mis oídos. podría decir 20 y no exageraría. Si digo que voy desde los 5 años, entonces sean pocos. La semana pasada tuve una extraña visión. Hasta ahora la cosa había ido así: yo me tumbo en la camilla, pongo mis manos sobre mi vientre, agarro la hebilla del cinturón, cierro los ojos y me dejo hacer. Visualizo el dolor e imagino cosas. Pero el otro día todo cambió. Seguramente será una tontería pero aún le doy vueltas. antes del ritual, el otorrino me metió una cámara y me preguntó si quería verlo. Estuve a punto de decir que no. Dije que sí. Lo ví, me vi... Debería haber dicho que no... Ya no sé qué imaginar. Ahora sólo veo lo que tengo, un oído destrozado y asqueroso, roído hasta el craneo, y ya no es lo mismo al sentir la pinza sacando cosas y el aspirador limpiando. No es que antes imaginase campos de fresas, pero había logrado sublimar el dolor en una especie de mantra visual desde el que me atrincheraba pacientemente. El dolor es una cosa extraña. Siempre ha pendido sobre mí la idea de que me iba a quedar sordo, desde los 5, y esa tal vez sea la causa de haberme lanzado a construir una especie de biblioteca de sonidos y canciones de manera casi suicida, por eso de aprovisionarme para el invierno. De momento hemos sorteado ese escollo. Siempre ha sido así, y siempre lo será. Miedo y hambre. Por eso hay que leer los blogs de Ned, de Tsi y de Chals sobre Bill Fay. Amor a primera vista. Desde la route americana se va a los demás... http://www.routeamericana.com/2012/09/be-in-peace-with-yourself-sobre-el.html. De Dylan hay poco que decir (y antes de la entrada de Chals en la routeamericana sobre Fay, está la de Dylan y su video. Que la gente se escandalize de ese video demuestra lo pacatos que nos estamos volviendo). Maravilloso en su nuevo capítulo dentro de su papel atemporal de cantante de blues eléctrico y rapsoda visionario del ceniciento presente. El silbato del tren de Duquesne es evocador... De Ian Hunter ya dije cosas hace poco más de un año... Clase y elegancia, letras certeras, sonido luminoso, canciones como puños... http://elcaimansincopado.blogspot.com.es/2011/07/ian-hunter-asimilar-el-fracaso-y-saber.html
Sé que es triste citarse a uno mismo, pero más triste es repetirse. Escribía sobre cómo comenzar una novela pero, ¿cómo acabar esto antes de borrarlo?Viendo el video de Dylan y pensado en lo puta que es la vida...



2 comentarios:

ned henry dijo...

ni se te ocurra borrarlo!!, es una de las entrada más suis generis que he leido nunca. Además he de releerla y tirar de los hilos del Caimán que enlazas, ahora no tengo tiempo. Cuidate y tampoco se te vaya a ocurrir quedarte sordo. Abrazo!!

Redacció dijo...

(disculpa, ayer no pude comentar, un pequeño problema informático)
Primero gracias por la mención.
Esoy con la muñeca rusa, eso ya es un logro en mi caso, puesto que no leer libros es un mal mayor que me afecta hace mucho y no puedo evitar. Pero la hitoria de Milos tiene algo que hace verme en ella, y además, por culpa de Ned va de la mano de Bill Fay, aunténtico glamour. El Tempest lo estoy escuchando ahora.
Saludos

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