Siempre admiré y admiraré a mi primo mayor. Por muchos motivos, y entre todos ellos, el de inocularme el virus de la música. Siempre he sido un poco melómano, desde muy pequeño, no del tipo de niños que están todo el día cantando y bailando, sino de los que se sentaban frente al tocadiscos a escuchar canciones. Desde muy pequeño siempre he sido igual; cuando tenían que regalarme algo siempre pedía un disco y un libro (y durante unos años una figurita de StarWars, de la que llegué a hacer una modesta colección pero que mi madre regaló, junto con mi colección de comics, cuando consideró que yo ya había pasado a otra cosa, cosa que evidentemente no comprendí ni ahora ni cuando me enteré). En casa, de golpe, apareció una píngüe colección de vinilos. Finales de los setenta. Una de las amistades de mi padre tenía un "Disco-Pub", y al cerrarlo repartió todos los discos. Si recuerdo lo que había soy capaz de sonrojarme, así que no especificaré mucho, tan sólo decir que pasar la fase discotequera de los Bee-Gees y obsesionarse con los singles de Umberto Tozzi, "Tu" y "Gloria" a los 7 años no es sano (mi amigo Antonio se venía del colegio a mi casa a escucharla antes de irse a la suya casi todos los días).
Sin embargo ya apuntaba maneras. En esa colección regalada había un discos recopilatorios. Uno de ellos, "Lo mejor de Epic 1977". Entre una morralla insufrible que no me dignaré a citar (porque aún conservo ese disco) había dos canciones que insitentemente ponía porque me gustaban de verdad. "More than a feelin" de Boston y "Black Betty" de Ram Jam, ambas cortadas a mitad, versión radio imagino. Los rallé de tanto poner. A la mierda el Gloria (que también guardo aún). Mi primo se enteró y para mi noveno cumpleaños me regaló "Lo mejor de Barón Rojo" con un billete de 500 pasetas dentro. Normal que lo tenga en un pedestal. Cuando iba a Madrid, sencillamente babeaba con él, pero él huía cuando íbamos. Nos llevamos los años justos para entender que pasara de mí cuando yo era un mocoso y él un adolescente en Aluche a principios de los ochenta. Yo entraba en su habitación (una habitación minúscula que compartían 3, es decir, litera y una cama mueble que abierta no dejaba espacio alguno) y me quedaba tonto mirando sus discos y sus cintas. Él siempre ha sido extremadamente cuidadoso y todo estaba impoluto, discos en sus fundas, colocados por orden alfabético... Luego crecí y nos dejó a mi prima y a mí acompañarle cuando salía por ahí, pero esas correrías darían para otra entrada...
Nunca entendí cómo, si yo dejaba todo exactamente igual, él supiera que los había cogido. Al principio ni los ponía, le decía a mí tía cuál quería oir, ella lo ponía y yo me quedaba sentado frente al equipo, de medio lado (la litera estaba detrás) y miraba las carátulas de sus discos con una mezcla de miedo y fascinación propia de un niñato impresionable de pueblo como era.
Y ahí apareció Rod... con sus mallas de leopardo rosas, su chaqueta de hombreras, su camiseta de "cruel pero justo" avisando a las nenas, su voz increible y su buen rollo infinito. Rod Stewart y su Absolutely Live. Lo sé, siempre ha tenido el estilista más hortera del mundo, y en el 82 estaba apunto de comenzar su declive, pero, coño, es Rod the Mod!!!! Rod repartiendo rock'n'roll y sano hedonismo frívolo a manos llenas, y ahí estaba yo, dando botes en una minúscula habitación a ritmo de "Hot legs" justo un instante antes de que mis hormonas explotasen y las niñas dejasen de ser esas cosas chillonas e insoportables y se convirtieran en la más absoluta de las perdiciones.
Aquella habitación (seguro que en la cercana cárcel de Carabanchel había celdas más grandes) era el paraíso para mí. Revistas musicales, cómics, pañoletas scout, medallas, zapatillas molonas, camisetas mágicas (el día que me prestó una negra con la leyenda Valle del Kas en letras rosas toqué el cielo) y discos... Todo lo que el pueblo me negaba estaba ahí, y envolviendolo todo, la voz de Rod. Quizá no sea un disco muy valorado ahora, como una obra menor dentro de la discografía de Roderick, pero a mí que no me lo quiten.
Después llegaba mi primo y, a pesar de que todo estuviese en su sitio, igual, me caía una bronca de cojones.
Hubo una canción que me cautivó sobremanera, y no sé porqué; "Young Turks" (quizá reminiscencias de mi pasado Bee Gees...), era sonar y se me aceleraba el corazón... Oir cantar de esa manera "Billy left his home with a dollar in his pocket and a head full of dreams. He said - somehow someway it's gotta get better than this. Patti packed her bags, left a note for her mamma -She was just seventeen, there's a tears in her eyes when she kissed her little sister goodbye..." impresiona y engrandece. Si hago un poco de memoria creo que soy capaz de decir la formación que acompañaba a Rod en ese disco... Jim Cregan, guitarra... Fue en alguna de esas revistas (¿Discoexpress, Vibraciones?) donde leí que su vida giraba alrededor de las rubias despampanantes, el whisky escocés, el rock'n'roll y el fútbol, y me hizo gracia, eso es lo que siempre me ha gustado de él, la imagen que ha dado es la que es, así es él, un entertainment, un vividor con una voz privilegiada y un buen gusto musical; cuenta la leyenda que a Rod lo echaron en los sesenta de España aplicándole la ley de vagos y maleantes cuando aquel mugriento y melenudo adolescente escocés se plantó en el Nou Camp con una pancarta que decía "quiero una oportunidad". Menos mal que no se la dieron, no creo que el mundo de la pelota haya perdido lo que hubiera perdido el mundo de la música si Roderick no hubiese cambiado las botas de clavos por el micro y el blues.
Tardé años en tener ese disco original, mi primo me lo grabó en cinta y la estropeé (rebobinar con los boli bic tenía sus riesgos...) Siempre nos hemos regalado discos, él más a mí que yo a él, pero como le dije una vez, yo aún no le he emborrachado y convencido para que me regale su copia del "Born to Run" como hizo él conmigo. Encontré por fin ese disco en la universidad, en una tienda que no sé si existe aún en los bajos de Moncloa, y me dio tal subidón que me dio lo mismo terminar el mes privándome de la adictiva ensaladilla rusa de la cafetería de la facultad con la que me alimentaba la mitad del mes.
Aquí lo tengo, el disco. Me levanté esta mañana con ganas de escuchar de nuevo esa voz lijosa y cálida, eomcionante y emocional, y rebusqué medio desnudo y descalzo en la pila de vinilos hasta que dí con él y lo puse dispuesto a encarar el día... Luego te pones el video en youtube y ya no hay humano que te lo joda...
Mi primo es el más grande, sí señor, como Roderick David Stewart.
3 comentarios:
Mi hermano mayor también me descubrió a Barón Rojo, junto con Sabina y Dire Straits, que tiempos aquellos, esa sensación de estar descubriendo algo determinante y exclusivo hacia sentirte realmente especial.
El Rod de los 70, principios 80 es molón, és el rock hecho para sentirse cool. La foto veraniega con esa pelambrera asomando, no tiene precio. Desde luego Roderick sabía como pasarlo en grande.
Godeguick?? aquí no tenemos ningún Godeguick....
Te quieres creer Juanmi que he oido poquisimo a los Faces y todo eso?,, hay mucha gente que los reivindica, pero tengo que ponerme.
Por lo demás, estas historias iniciáticas me encantan. Abrazos Chals y Juanmi?
Ned, ponte con Rod... no tienes escusa... Ya!
Gracias por pasaros... ;)
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