martes, 5 de junio de 2012

Libros, lectoras, libreros. Fantasmas agridulces


No sé por qué publico esto, tampoco sé por qué he tardado tanto en hacerlo. El día antes de que yo entregase las llaves de mi librería a otra persona, al mail de la Pecera llegó esta carta. A menudo la leo, sobre todo cuando maldigo haber tenido la idea de abrir una librería, que suele coincidir con los días que aparece alguna deuda, o está a punto de venirme otra letra del préstamo que pedí para abrirla. Cada vez que oigo la palabra "emprendedor", me da la risa floja, me miro en el espejo o en un cristal que haya cerca y pueda verme, y me digo "estúpido". Me parece curioso que la última noche que dormí en la librería alguien escribiese esto y se tomase la molestia de mandármelo. Sé que tener una librería mereció la pena; puedo maldecir millones de veces la consecuencias nefastas que me ha traído, pero mereció la pena; por muchas cosas, y  también por ésta. Mientras yo escribía esto otro, alguien escribía una carta a un librero. Hablo de mí en tercera persona, lo hago para no pensar en si está bien o no publicar esto. Ha sido un día duro. Necesito pensar que hay salida, necesito pensar que no fue en balde.


"No recuerdo bien si el primer libro que compré en su Pecera fue El Principito o fue Seda. En cualquier caso los dos son libros muy importantes para mí. El primero lo compré para regalarlo a alguien que hace años que no veo. El segundo lo compré para mí, pero cometí el error de regalarlo, sí, regalé mi ejemplar subrayado, mi ejemplar con el pico de la página 111 doblado… lo que quería transmitir con ese regalo estaba en la historia de Seda pero no en las páginas vírgenes de un libro recién comprado, pensé que si regalaba las páginas maltratadas por mi lectura, todos aquellos sentimientos inundarían la habitación del receptor al abrirlo, como si fuera un tesoro. El receptor, en lugar de correr a su cama, taparse con una manta y estremecerse, estaba demasiado ocupado para leer un librito que como objeto apenas sirve de pisapapeles. Creo que voy a tardar mucho tiempo en encontrar a alguien que valore esto. No he vuelto a comprarme Seda, una vez lo saqué de la biblioteca, pero ese libro tantas veces leído por otros… como en un burdel… con otros libros no me pasa pero no pude ponerme a leer a gusto, así que lo devolví. Quiero volver a tener Seda en mi mesilla de noche pero inevitablemente me acuerdo del otro ejemplar…
No sé por qué le cuento todo esto, ni por qué le llamo de usted. He visto que traspasa La Pecera y aunque supongo que será por cosas del negocio, no quiero que sienta que en Manzanares nadie valora ese rincón tan especial que ha creado. Sé que este pueblo es muy desagradecido…
Siempre he estado muy perdida, cuando cerró Díaz- Pinés compré libros acríticamente, recuerdo que aún llevaba el uniforme del colegio, y algunos ahí los tengo. Nunca he sabido qué leer, mis amigos no leen. Tropiezo con los libros y ya está.
Quería decirle que su tienda es como un santuario, cuando voy me gustaría quedarme un rato ojeando los libros, leyendo los pequeños recortes que hay pegados en un lado y en otro, pero a veces siento que estoy profanando el espacio, me da vergüenza y me voy. Le hablé a mi mejor amiga del sitio, me pedía que la llevara, como quien hace turismo en la India, y quiere ver cómo las vacas pueden ser sagradas, mientras que en otros lugares las espantamos tocando el claxon en un camino rural.
Me gustan las cosas que conoce poca gente, pequeños tesoros que sólo unos pocos valoran, y aunque sé que eso no hace caja, y sé que es egoísta, me gusta sentir que su lugar es así, un pequeño lugar fetiche en un pueblo que nunca saca rosas de mi boca. No sé si sabe a qué sensación me refiero… He comprobado que cuando amas cosas pequeñas que nadie conoce, que nadie valora, y de pronto llega Colón y las descubre, la gente no las trata con cariño, no mete sus vinilos en sus fundas, o cantan letras en el botellón, cuando tú hace unos meses llorabas con ellas en tu habitación a oscuras. Y allí te quedas, observando el horrible espectáculo sin hacer nada, como si estuvieran violando a una virgen.
Seguramente no he sido su mejor cliente pero le escribo esto porque si estuviera en su lugar me gustaría que si alguien pensara así, me dijera estas cosas.
Un beso."

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...