Yo no sabía que vivían enfrente de mí, pero allí estaban. Al principio fue una sorpresa, ahora los saludo si me ven, y cuando no, los veo sentados en la tellaza, fumando, cuidando sus plantas o colgando sus coladas. Viven en una casa tutelada donde se intenta la autonomía y normalización de su enfermedad perpetua.
Los conocí a finales del año pasado, cuando estuve un mes de prácticas en una fundación que los trata, como una especie de centro de día, donde tienen talleres, donde muchos van a tomar su medicación y donde todos pasan sus regulares entrevistas con las trabajadoras sociales y las psicólogas. Yo iba allí como auxiliar administrativo en prácticas y encontré una realidad dificil, aunque agradecida. Gente enorme, entre profesionales y usuarios (como asépticamente se llaman unos y otros). Al ser dicciembre el mes clave en la entrega de papeles, justificantes y memorias anuales, puedo decir que me comí un marrón de los gordos, pero tampoco fue tan grave. Entendí la labor que hacen y conocí superficialmente una realidad chunga, infinita y peculiar. Y también descubrí que en la casa de acogida frente a la mía estaban algunos de ellos, aquellos sin familia que intentan llevar una vida lo más normalizada posible. Se supone que todos tienen trastornos mentales; quizá debería quitar "se supone". Bipolares, esquizofrénicos, graves trastornos de personalidad, paranóicos, depresiones... Firmé varios papeles, unos de ellos de confidencialidad, ya que al tener que ayudar a la auxiliar con la memoria anual, iba a tener acceso a los historiales de los usuarios. Leí historias increibles, comprendí patrones, generalicé casos (similares orígenes sociales, familias con patrones parecidos -religión, pobreza, represión sexual brutal, drogas, abandonos...) intenté entender mientras elaboraba estadísticas y ordenaba documentación. Junto a ese trabajo final (estaba de prácticas por 120 €) añadir actividades de fin de año (teatro, fin de talleres...) y la sombra de lo que podía deparar el año siguiente (este tétrico 2012) para este servicio.
Yo ya no estoy allí, mi situación ha ido cuesta abajo, pero sigo manteniendo el contacto con el personal laboral (cada vez menos, la verdad) y me informan de cosas. Recorte de plantilla, lo primero.Una sola trabajadora social, una sola psicóloga... Pero, claro, no pueden cargarse el servicio... al menos no directamente... entre todos los infames "recortes" que la comunidad Castilla la Mancha está llevando a cabo con mano firme cual Atila, el más curioso, sobre todo para el desarrollo de este centro, es el de la cancelación de las ayudas de transporte para este tipo de discapacitados (sí, casi todos tienen pensiones -creo recordar que un 60% no contributivas, un 10% superiores al salario mínimo y un 30% sin ningún tipo de ayuda- pertenecen a esa clase de malvadas personas que "han derrochado y se aprovechan del estado...", pero claro, un esquizofrénico casi autista lo tiene superfacil para encontrar trabajo, ya lo sabemos todos, hay que ayudar a los emprendedores de sobrada profesionalidad para ayudarles a...., no sé ¿hacerse cargo de la sanidad pública?, ¿de la gestión de agua?...). Con un 80 % de usuarios -de casi 200- de fuera de la localidad donde está el centro (tratan a personas de más de diez poblaciones cercanas) y que, entre otras cosas, vienen a terapia (sus familas también) y a controlarse la medicación, la consecuencia directa de dicha cancelación de ayuda al trasporte, será una bajada brutal de "usuarios" asistidos (alguien que gana 400 € mensuales, se puede permitir gastarse 300 en ir y venir a un centro, eso lo sabe todo el mundo... faltaría más...). Con lo cual, en las memorias finales de este año, los gerifaltes encontrarán dos cosas: una, la falsa excusa para suprimir definitivamente este servicio; y dos, la bula papal para hacerlo. Asesinos de guante blanco.
Siempre que salgo de casa y me cruzo con alguno de ellos (tres mujeres y cuatro hombres, si no me equivoco), recuerdo algunos de los historiales que leí. A ninguno les puse cara, no quise hacerlo. Como dije antes, las situaciones que han vivido han sido durísimas, han sufrido y han hecho sufrir a sus familias, en algunos casos hasta limites bastante increibles. Gracias a este centro pueden llevar una vida medianamente normal, autónoma y "sana". Salieron del pozo, al menos por unos pocos años. Dentro de pocos meses, volverán a él, volverán a su locura, dentro de pocos meses el mundo y su crueldad volverá a colapsarlos, a roperles en mil pedazos, a quebrar el cristal del frágil escudo con el que pelean contra un mundo que no entienden ni en el que saben desenvolverse si no es con apoyo, un apoyo que van a perder porque hay que rescatar a unos bancos para que éstos sigan esclavizándonos mientras obscenamente compran y venden a políticos que dicen gobernarnos.
Este es sólo un ejemplo pueril, quizá, sobre todo cuando la sanidad y la educación pública están a punto de desaparecer en esta comunidad, pero también forma parte del problema.... Tal vez cuando anochezca salga a dar un paseo, tal vez me cruce con uno de ellos, con Andrés quizá, que sacará la basura, y me sonría con esa sonrisa rara suya, me desee buenas noches y se asome al cochecito de mi hijo y me diga que qué guapo está mi bebé. Yo le diré algo, le preguntaré cómo está, y seguro que él me dice que ya no paso por el centro y que no quiero cuentas con ellos; luego yo le diré que tengo que ir, que lo sé; seguramente él me diga algo del tiempo, del calor que hace, y sonría mirándome a los ojos y me diga que "hace un calor de locos". Nos estrecharemos la mano y nos depediremos amablemente.
Foto: Josef Koudelka, 1968 |
Yo me iré, empujando un cochecito, sabiendo que mi situación no es ni mejor ni peor, porque esos términos son obscenos, vulgares y propios de un pensamiento pueril (sedante y sádicamente burgués), pensando.
Ayer recibí un mail de despedida de la trabajadora social de otra asociación a la que no le renuevan las ayudas. El servicio de mediación laboral para personas con discapacidad de Castilla la Mancha que llevaba a cabo una entidad que no nombraré (no por nada, no creo que sea necesario, yo no soy periodista), cesa. Entre otras cosas se encargaban de informar a empresas acerca de las ayudas y beneficios (sobre todo cuando por ley, pasados un número de trabajadores, se supone que "deben" tener discapacitados en nómina) que tienen al contratar personas con discapacidad. Algo titánico cuando curiosamente ni la propia administración cumple con esos requisitos. El mail de despedida era muy amable y cercano. Nunca me consiguieron un contrato en los dos años que tuve relación con ellos, no por culpa suya, claro, pero hablamos a menudo y en ciertos momentos me sirvieron de desahogo. Me ha costado contestarle. Mi discapacidad es muy llevadera, a veces se me olvida, salvo por la medicación diaria que he de tomar para seguir aquí, medicación que desde la semana que viene me saldrá más cara. Eso pensaré empujando el cochecito. También en que la semana pasada pospusieron una intervención quirúrgica a la que he de someterme. La dilatación de mi aorta se ha mantenido sin cambios durante los últimos tres años. Unos bonitos 4,9 cm causados por un corazón voraz algo deforme y por un médico que optó por no operar hasta cuando ya fue más que evidente. Eso fue hace diez años. Desde entonces en todas mis revisiones comprobaba estoicamente cómo la dilatación iba poco a poco subiendo, que por mucho que yo me cuidara, nadara, montara en bici, dejara de beber y me tomase las cosas con calma, el cayado de mi aorta aumentaba, como una tubería con demasiada presión por culpa de un motor algo subido de revoluciones. Siempre oía que el límite eran 5 cm; y reconozco que la semana pasada no sabía si sonreir o no cuando el médico me dijo que en tres años no había crecido. Este nuevo médico que ahora me ve (desde hace cinco meses o así) siempre se ha mostrado partidario de operar (yo en parte también, básicamente por que no hacerlo por un milímetro me parecía algo kafkiano, habida cuenta de que en caso de rotura, el fontanero de urgencia poco va a poder hacerme), pero quería ver y comparar con otras pruebas y tomar una decisión. Yo llevo concienciándome tiempo. No por conocer el procedimiento, éste se hace más facil y llevadero (acaso al reves), pero no estoy yo para hacer el Hamlet, y en peores plazas hemos lidiado. Sin embargo, en la última consulta todo ha cambiado. Han establecido que el nuevo límite es 5,5 cm, y no 5, así que de momento se ahorran una intervención, una cama, y unos días de pensión completa para aquí el menda en Toledo. La esquiva mirada del médico lo decía todo. Me cambia la medicación de la mañana, a una más cara (y que me temo me abotargará un poco más), y me dice sin inmutarse que nos vemos el año que viene, "salvo que note un dolor agudo y caluroso en el pecho", en cuyo caso habré de dirigirme al servicio de urgencias del hospital más cercano...(mejor no pongo lo que pensé)...
Foto: Josef Koudelka, 1968 |
Hoy la hija de mi mujer ha venido con las notas del colegio, junto con todas las fichas que ha hecho a lo largo del año incluyen una hojita con los libros que necesitará el año que viene y un folio donde el director explica los recortes que el curso que viene habrá en el centro (menos profesores, ningún profesor de apoyo, más alumnos por clase...)... La niña está contenta porque tiene vacaciones... Sonríe...
Andrés sonríe, con sus apaciguadas voces en la cabeza. Yo sonrío, con mi bomba de relojería. La niña sonríe, con sus buenas notas en la mano. Andrés podría ser más cuidadoso con su medicación; yo podría tener seguro médico, y la niña podría ir a un colegio de pago, tal vez, quizá eso sería una solución...
"Estamos en guerra y quieren convertirnos en carne de cañón", le digo a mi pequeño bebé en su cochecito. Él me mira abriendo los ojos como austado, duda, o eso parece, pero al final decide lanzarme una sonrisa...
3 comentarios:
Triste, cierto pero triste.
El consuelo más grande que puedes tener es que sigues vivo, que tu peque está genial y llora, y ríe, y se asusta... como tú
un saludo
Uf. Tengo tantas cosas que decir al hilo de este post (bueno, y de tantos otros) que no me sale nada, Juan Miguel. Mi trabajo... Las personas con las que trabajo... Mi padre... No puedo. Se me saltan las lágrimas y soy incapaz de escribir. Ojalá podamos tomarnos una cerveza pronto, de verdad que me gustaría contarte y que me cuentes.
Un beso.
Aló, aló! Desde la trinchera 1 a la trinchera 2:
¿Resistimos, nos hacemos hombres-bomba o nos cagamos en la madre que los parió a todos?
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