miércoles, 4 de mayo de 2011

El alma equina de la moto tragaperras


Hoy me he entretenido viendo a un niño subido en uno de esos aparatos que simulan ser un coche o un caballo, de esos que le echas una moneda y se ponen a balancearse para divertir (o distraer) al niño en cuestión, y que siempre están colocados a la puerta de algún bar o alguna tienda sin que se sepa muy bien la razón. El niño que vi hoy subido en un chisme de esos (una motocicleta) encontró en mí al único cómplice del terrible miedo que le asaltó (a mí también, lo reconozco,  pero menos). Mientras estaba apoyado en la acera de enfrente y para distraerme miraba absorto a la gente pasar, reparé en aquel niño pidiéndole a su madre que le dejase subir en aquella moto descolorida, par y tuerta. La madre del niño lo subió, introdujo la moneda y dejó al niño solo mientras entraba a probarse unos zapatos en una zapatería con algo de ballena que mantiene su porte mohicano como orgullosa resistencia frente a la invasión mandarina mientras se llena de polvo y su mercancía ajada vuelve a estar de moda. Cuando la motocicleta comenzó a moverse (a balancearse hacia atrás y hacia delante de manera un tanto brusca) el ruido que acompañaba a ese balanceo no era el ruido de una motocicleta sino el trote de un caballo, lo cual nos dibujó una sonrisa tanto al niño como a mí; sin embargo, cuando aquella moto triste y desbocada comenzó a relinchar como una loca, la sorpresa del niño fue tal que comenzó a llorar, deseando salir corriendo despavorido ante ese despiadado pliegue de la realidad. Cuando salió su madre y le abroncó histéricamente, el niño siguió llorando, pero cambió el tono del llanto, sus ojos brillaron sin vuelta atrás, buscó algo con la mirada y me encontró a mí, apoyado en la esquina, aburrido y temeroso (y esperando la llegada de Popota y de Voland surgiendo como por arte de magia tras un portal), supongo que buscando una respuesta que ni yo, ni nadie, nunca podrá darle.

2 comentarios:

Alejandro dijo...

Popota y Voland, genial referencia a un maravilloso libro "El Maestro y Margarita".
Me encanta el blog.
Gracias por escribirlo

La Pecera del Caimán dijo...

Mil gracias, Alejandro.

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