Mira que me jode decirlo, pero menuda decepción la conferencia ofrecida por José Manuel Caballero Bonald el viernes dentro de ese cajón desastre bienintencionado pero convertido en brindis al sol que es ese ciclo de conferencias llamado "Escuela de Ciudadanos". Dejando de lado lo obsceno que es (o que me parece) la cantidad que se les paga a los conferenciantes que vienen, lo del viernes se puede calificar de conferencia "piñón fijo", "refrito de charla dada mil veces" o simple y llanamente de "tomadura de pelo". 50 minutos de lugares comunes, cosas oídas mil millones de veces, perogrulladas con aires de frases iluminadoras y humo, mucho humo. Lo digo tres días después, porque siempre voy con el ánimo dispuesto, con las ventanas de mis mónadas abiertas de par en par, incluso con cierto nerviosismo por eso de estar cerca de ciertos personajes que aprecio y admiro, pero por más que intento ser indulgente no hay manera. Si hoy alguien me dijera "vente que te voy a presentar a Robert Plant", diría "mejor no que quiero que me siga gustando". Por dios, qué charla más soporífera.
Cuando llamé a mi santa al salir le dije que "no ha estado mal", pero cuando un rato después caí en la cuenta de que esa noche dormiría solo por haberme quedado a ver a Caballero Bonald, me sentí de lo más estúpido. Venga hombre, no me jodas. Tituló la conferencia (y cito de memoria) "el compromiso del escritor" o "escritura y compromiso" o algo parecido. Tras las laudatorias palabras del director de la "escuela de ciudadanos", me entró el gusanillo, alguien con una biografía tal podía dar una charla, si no gloriosa, sí bastante jugosa, pero cuando bajó la cabeza y se puso a leer los folios que traía, a mi mente vino la imagen de esas soporíferas clases universitarias donde bromeábamos con el tono más o menos amarillento de los folios que se limitaban a leer algunos profesores en unas clases que era mortales de necesidad. Estuve diez minutos escuchando con mucha atención, esperando la chispa, el brillo, la lucidez de quien crees que en cualquier momento va a decir eso que nunca has pensado y deberías, pero no. El resumen sería "para ser buenos ciudadanos hay que leer mucho; el verdadero escritor es un tío comprometido con su literatura y por ende con el mundo y la sociedad; y Caballero Bonald desde siempre ha leído mucho". Para eso me quedo en mi casa y releo "Manual de infractores". Al finalizar, cuando el director de la escuela dijo quienes iban a ser lo próximos conferenciantes, pensé, mucho van a tener que cambiar las cosas para que yo vuelva. Aunque como digo saliera dándole vueltas al peloto, queriendo no pensar lo inevitable, pero es que no dijo nada. 50 minutos de humo, no porque no dijera nada, sino porque no dijo nada que disipara la sensación de deja vu aburrido y gris, nada reconfortante, nada con que disentir, nada brillante con lo que hacerme enmudecer, nada... Al día siguiente alguien me dijo lo que se había embolsado por esos 50 minutos y sí, me cabreé porque me jode que me tomen por tonto y porque algo de ese dinero también es mío. Lo peor, lo que verdaderamente me duele, es que va a pasar mucho tiempo hasta que vuelva a poder leer a Bonald sin que esos 50 minutos me influyan negativamente. Si a él no me apetecía estar allí, consiguió que a mí tampoco me apeteciese.
Sensación muy distinta fue con la que salí al día siguiente de la primera conferencia del ciclo dedicado al centenario de la CNT que han organizado los del colectivo (asociación, grupo, pandilla, ateneo...) La Miao. Sencillo, claro, humano, participativo, cercano y didáctico. Una charla sobre el surgimiento de las primeras escuelas libertarias en España llevadas a cabo por Ferrer i Guárdia y sus antecedentes históricos. En cuanto acabó la charla tuve que irme disparado, y eso que la cosa prometía, pero nobleza obliga y un concierto de Eilen Jewell puede con todo. Al día siguiente, domingo, en el mismo sitio, estaba organizado un homenaje a Vicente Sánchez, fundador de la Colonia Aymare, que me dolió perderme, y durante toda esta semana han preparado actos sobre la CNT, charlas, video-forums y exposiciones. Chapó. El libro "La colonia Aymare" lo distribuyen Traficantes de sueños, y se puede conseguir por 10 €, que no se haga el remolón vuestro librero habitual si se lo pedís.
El blog de La Monstrua Internacional de Arte Oblícuo: http://lamiao.blogspot.com/
Nota sobre la Colinia Aymare (extraido de http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/68093953117461506322202/p0000001.htm):
Por Colonia Aymare de mutilados y ancianos de la Revolución Española de 1936 a 1939 se conoce una importante experiencia solidaria de vida en colectividad realizada por los libertarios exiliados en Francia. La Colonia Aymare se mantuvo hasta el año 1963. Esta finca de 120 hectáreas de tierra que se encontraba situada a 4 km. de Le Vigan, departamento del Lot, la compró el MLE-CNT en 1939, para tener una especie de refugio para poder sacar de los campos de concentración franceses, a los pobres desgraciados de los republicanos españoles. Durante la ocupación alemana, Aymare sirvió de refugio a los grupos de la resistencia (maquis). Con el tiempo, en 1947, se pensó en ayudar a los mutilados y ancianos de la Revolución Española habilitando un pabellón adosado al caserón que tenía la finca. La comisión organizadora estuvo compuesta por la Liga de Mutilados, Solidaridad Internacional Antifascista y el Movimiento Libertario Español. Para poder albergar unos 17 ancianos se constituyó un grupo de trabajo para explotar las tierras y cuidar la granja de conejos, gallinas y cerdos, y de esa manera poder mantener a todos los allí acogidos. La tenacidad y empeño de estos idealistas logró abrir el camino hasta que el nombre de Aymare empezó a esparcirse por el conjunto de la organización confederal del exilio, y las aportaciones de carácter económico y humano ayudaron a dar calor a los primeros colectivistas. En el Congreso de la CNT de 1950 se tomó el acuerdo de formar grupos de trabajo voluntario para ayudar, durante las vacaciones, a los compañeros de Aymare. De visita, en giras, pasaron por la colectividad centenares de compañeros y compañeras de los departamentos de Francia, de Inglaterra, de Suiza, de Holanda y Bélgica. Se instaló una emisora de radio dirigida a emitir para el interior de España, aunque el dictador Franco, por mediación diplomática, hizo que las autoridades francesas hicieran lo imposible para cerrarla. El Pleno Intercontinental de núcleos de la CNT se celebró en Aymare, el mes de julio de 1952, con la participación de unos 150 delegados venidos de Francia, Inglaterra, México, Bélgica, el secretario de la AIT que era Anderson de Suecia y delegados de España.
Con la sensación grata de haber podido asistir a una charla donde no se trataba a los asistentes de débiles mentales y donde sí que había aprendido varias cosas y se me había ofrecido varias otras sobre las que darle vueltas al peloto (segunda vez que aparece este palabro, lo sé), me fui solaz y contento a buscar a mi santa a la salida del trabajo (servicio de urgencias de un hospital, es decir ese sitio que algunos sólo pisamos contra nuestra voluntad y cuando ya no queda más remedio y donde otra gente va para que le miren eso que le duele, molesta o preocupa sin necesidad de pedir cita ordinaria ni pedir permiso en el curre) para subirla raudo y veloz en el coche e irnos a Tomelloso a ver a Eilen Jewell. La posibilidad de que hubiese tenido un turno matador y terminar en casa haciendo masajes de espalda y quedándonos dormidos en el sofá estaba ahí, pero no hubo lugar y llegamos a tiempo a la Sala Beat (tres hurras) a ver a Eilen. La clase es algo que escasea tanto que cuanto te la topas de frente en un escenario sorprende de verdad. ¡Vaya grupazo! Vaya voz, vaya estilo y vaya saber hacer (y vaya Guitarrista. Su nombre, Jerry Miller, creo que original de Nashville, tocando con una Gretsch con un sonidazo rotundo). Sonó la mejor version de Shakin' all over que he escuchado en mi vida a parte de la de los Pirates o los Who.
Por las negras botas vaqueras de Eilen, qué gusto dar reencontrarse con artistas que disfrutan con lo que hacen y lo trasmiten de manera tan humana y cercana. Muy poco tardó en meterse a la gente en el bolsillo con su español sorprendentemente fluido y divertido, entrando a trapo a los comentarios de la gente, contando anécdotas y desprendiendo simpatía a raudales. Eilen y su banda nos trasladaron a mediados de siglo pasado, si cerrabas los ojos, en vez de en un estrecho bar, isla solitaria, manantial perdido en la estepa, podías creer que estabas en un bar polvoriento y de madera carcomida. La frágil y ensoñadora voz de Eilen puso banda sonora a un paisaje de similar rudeza campesina y paisajes evocadores y casi desérticos. Y así fueron descargando preciosas composiciones como la elegante “Sweet Rose”, la soberbia “Sea Of Tears” y varias versiones de Loretta Lynn. Entre canción y canción Eilen no dejó de obsequiarnos con su simpatía en ningún momento y se atrevió a practicar su español sin ningún tipo de pudor. Comunicativa y muy cercana nos trasladó al salón de su casa de Boston como si de una velada íntima se tratara. Hasta ella misma admitió sentirse sorprendida del resultado del bolo, con una banda a gusto, un público más a gusto aún y ella acabando el concierto con una canción nueva que había escrito hacía dos semanas sin título todavía. Pues eso, que leer he leído poco este finde, pero por fortuna Eilen Jewell ha colocado las cosas en su sitio.
Mi nueva canción favorita:
Tremenda versión de Van Morrison que también sonó el sábado....
1 comentario:
Eilen es fantastica, aporta felicidad con su musica y esa carita de mujer trovadora!
un abrazo
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