jueves, 18 de abril de 2013

Milos en New York haciendo de guardián entre el centeno...


Pablo me mira inquieto, llamando mi atención con ruiditos, tal vez extrañado de que no le haga el caso que de costumbre, pues sigo en casa (parte necesidad, parte decisión consensuada, parte obligación hipocrática, parte falta de opciones) y pasamos casi todo el día juntos. Juega con unos cubos de colores, para formar construcciones, como mucho consigue encajar un par de piezas, es pequeño aún, el resto del tiempo lo pasa mordisqueándolas o tirándolas lo mejor que puede a su alrededor mientras se ríe. Pero me mira, dice pa-pá, o finge que se esconde. No tendré mucho más tiempo para teclear, tampoco es una queja, está creciendo demasiado rápido y hay experiencias que no vuelven (¿acaso hay alguna que realmente vuelva?). Cierta sequía me persigue, seguramente sea la falta de hábito, tampoco es que hay olvidado montar en bici, pero también es cierto que he dejado que las ruedas se desinflen (si no las dos al menos una). Lo que no parezco perder es cierto cripticismo (no encuentro la palabra en el diccionario), estoy perdiendo vocabulario... Lo último que he escrito es un pequeño texto para una exposición que han organizado con motivo del día del libro en la biblioteca municipal de Manzanares y que han englobado bajo el incoherente título de "vivir Manzanares". He escrito algo basado en "Me acuerdo" de Perec, con una frase final algo sombría; no aprecio dicho pueblo ni la manera en la que han conseguido que únicamente de pueda "vivir" en él (y colgaría el texto pero es demasiado localista). Lo hice rápido, tan rápido que confundí un par de nombres y mezclé a un viejo profesor de solfeo que tuve con un poeta que poco tiene de detective y menos aún de salvaje. El detonante de estas palabras (una nueva botella lanzada al "mar") son las dos fotos que la gran y preciosa Gina me ha mandado desde New York con el libro de Milos de protagonista. Hay cosas que no sé encajar, que me parecen increíbles que sucedan, aunque puedan parecer normales, simplemente porque me cuesta ver que tengan que ver conmigo. ¿Mi libro frente al edificio Dakota, alzándose como un paria elegante sonriendo como un niño orgulloso vestido como un cosmonauta? El tío Matt de los Fragels conectándose en un cibercafé de a la vuelta de Columbus Avenue para enviarme ésto. Uno de los gnomos de Amelíe acercándose al Strawberry Fields de Central Park para disparar su vieja Zenit. Hay fotos, imágenes amables, hechas por personas que valen su peso en oro (ambas). Sólo falta que alguien vaya a Praga con el libro bajo el brazo y se haga una foto dentro del Tigre de Oro...
Esta noche me escapo para ver a Win Mertens. Había comprado dos entradas...pero de momento no hemos encontrado a nadie que pueda quedarse un par de horas en casa con nuestro duo "pimpinela". Pablo llora, la cocina está aún sin arreglar y la lavadora hace rato que terminó...



1 comentario:

Fernando Olivera dijo...

Yo fui un modelo para un cuadro expuesto en La Perdiz Roja de Jose Legassa. Fuimos muy buenos amigos. Estoy pensando en saber donde esta ese cuadro... quizás seria una buena aventura encontrarlo. En realidad el me lo regalo, pero lo vendió en un momento malo económicamente... conociéndole no le guardo ningún rencor. Creo que su fin era que lo
buscara 36 años después...era bueno hasta para eso. Un abrazo

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