Ha muerto el primer hombre que pisó la Luna. Hay cosas que son y ya está. No hay que darle vueltas. Uno está liado en su cabeza con ciertas cosas y resulta que alrededor no para de ver "señales" que van y vienen, como un espejo, aparecen blogs hablando del disco que llevas días escuchando, en la tele ves un documental sobre el personaje del libro que estás leyendo, en el telediario aparece una noticia que tiene que ver con tu nueva obsesión... Pues resulta que eso tiene un nombre.... Lo he descubierto gracias a uno de mis blogs preferidos de crítica literaria (sea eso lo que sea y que para mí no es más que hablar de libros con pasión), el del niño vampiro. En una de sus últimas entradas (de las mejores que le he leído y eso es difícil) dice: En español no está aceptada la palabra "serialidad", pero a mi padre,
que era extranjero, le gustaba y la empleaba con mucha frecuencia. Se
refería con ella a ese fenómeno que todos conocemos y que consiste en la
aparición de repente, y en cualquier momento y lugar, de constantes
referencias y alusiones a algo cuya existencia desconocíamos hasta ese
momento, o que sencillamente habíamos olvidado. Así, por ejemplo, si
vemos en una película a un actor al que hacía años que no veíamos, ahora
se nos aparecerá en tres o cuatro películas seguidas. Del mismo modo,
apenas había empezado yo a leer este apasionante libro sobre el
misterioso autor de un libro llamado Ali y Nino cuando, voilà, en la FNAC me encuentro con el libro en cuestión, publicado recientemente por Libros del Asteroide.
A comienzo de verano me embarqué en la lectura de "Lunáticos. Qué fue de los hombre que pisaron la Luna." de Andrew Smith y que editó hace un par de años Berenice. Ya sabéis que en "La muñeca rusa" se habla de dos cosmonautas cuya misión fallida para llegar a la Luna se ve silenciada por la URSS de la manera en la que se silenciaban las cosas en ese tiempo (a ambos lados, tal vez con métodos menos expeditivos en un lado, pero que McCarthy no controlara del todo al cuarto poder no significa que "ellos" fueran menos "brutales"), por lo que mi fascinación por ese tipo de historias, ahora que había publicado (auto) la novela de Milos Meisner, estaba otra vez en uno de sus puntos álgidos... El libro está muy bien. De hecho resulta fascinante en muchos momentos; pero quizá es tal la cantidad de información y es tal la fascinación que el autor siente por el tema del que habla, que a veces se hace demasiado densa su lectura (está escrita a la manera del nuevo periodismo americano, es decir, el autor cuenta su propia investigación a la par que cuenta lo que quiere contar, el periodista dentro de la historia, como un trasunto Sam Spade con grabadora y boli...). El caso es que lo estuve leyendo, y de hecho colgué un par de fragmentos en unos post recientemente. Llegué al capítulo 4. "La vida de Neil". Lo leí a medias (uno de los mejores capítulos, con párrafos de literatura de altos vuelos) y lo dejé. ¿Por qué? Porque la vida se impuso. Simplemente se me hizo muy complicado sacar tiempo para poder leer. Cuando eso me pasa, duelo dejar el libro (o los libros a medias) a la vista, como una especie de corazón delator, placer masoquista quizá y me martirizo cuando nuestras miradas se cruzan. El otro día volví a comentar con alguien la sobada idea de que el alunizaje fue grabado en un estudio cuando mi interlocutor lo sacó a colación... Al volver a casa el libro me miró. Al mirar los titulares del periódico en mi móvil, leí que Neil Armstrong había muerto a los 82 años... El primer hombre que pisó la Luna. Tal vez, en eso de la historia de las azañas humanas, Colón no fuese el primer europeo que llegase a américa, tal vez Admusen fuese un cabrón, pero el primer hombre, el primer ser humano que salió de este pedazo de roza infame y maravillosa y puso sus sucios pies de homínido evolucionado parásito en la Luna, fue él. La serialidad jugando al humor negro... No voy a darle más vueltas... Neil nunca aseguró que le desease suerte a Mr. Gorsky al pisar la Luna, tampoco lo desmintió. Buzz jugaba a decir que algo oyó. Cuendo estaba en el instituto, neil Armstrogn tocaba en un grupo de jazz llamado (y no es broma) The Mississippi Moonshiners. Tocaba ragtime en el piano de su casa. Odiaba todo lo que tenía que ver con vida pública. Se compró una granja en la rural Ohio, en un pueblo llamado Wapakoneta. Cojo el libro y releo el capítulo 4 desde el principio. Tiene una diez páginas fascinantes, absolutamente brillantes. Me siento y copio:
Página 158: "Por lo que he oído y leído, intentar describir a Armstrong es como conducir a través de la noche neblinosa: hay rasgos e intuiciones de que hay algo sólido detrás, pero al iluminarlo la luz te viene reflejada, hasta que, al final, tan sólo ves lo que imaginabas ver: el brillo reflejado de tus propias espectativas. Y me pregunto qué veré, si es que veo algo. El curtido de mil batallas, Reg Turnill vio algo arrogante y "taciturno", y cuando terminó de mostrarle a Normal Mailer las instalaciones del Cabo, Mailer escribió un libro titulado "Un fuego en la Luna" en el que no se acercó a Armstrong más que a los demás, pero que ofrecía algunas observaciones interesantes de su comportamiento durante las ruedas de prensa. En cuanto a los anhelos de su alma, el novelista vio algo místico. (...) Mailer más tarde reconoció que la parsimonia de Armstrong con las palabras, de manera perversa, "llegaba a ser su cualidad más llamativa, como si lo mejor del hombre estuviese totalmente alejado de la superficie y fuese tan valioso que había de ser protegido por ciertos de reservas, miles de precauciones". Mailer también habló del sencillo comportamiento público del astronauta: "esa claridad pueblerina que había insertado en su psique para poder ofrecer un hombre al mundo". Maravilloso. Aunque me parece que es igual de provable que Armstrong se sentara en aquellas ruedas de prensa antes del lanzamiento sabiendo que, para los hombres y mujeres que se sentaban delante de él mordisqueando las plumas, su desdichado cadáver en el Mar de la Tranquilidad sería un desenlace tan interesante y rentable como la exitosa conclusión de su hermosa misión, quizá más... de hecho, mucho más. Le preguntaron qué pasaría si el motor del módulo de ascenso no se encendía al intentar romper el atéreo abrazo de la luna y dan ganas de reír con su respuesta, que fue : "En ese momento, si tal cosa ocurre, no nos quedará ningún recurso". ¿Qué esperaban de dijera: "bueno, supongo que morimos"? De hecho, la pregunta que Mailer le hizo a sus lectores fue mucho más interesante: "¿Qué pasaría si Armstrong pone un pie en la Luna y simplemente desaparece?" La obra de los Monty Python hubiese quedado obsoleta. (...) El director del vuelo Apollo 11, Gene Kranz, dice que llevaba un tiempo acostumbrarse al silencio del astronauta, y se queja de que en las reuniones para formalizar las normas de la misión, que trataban sobre todo de cuándo continuar con un alunizaje problemático y cuándo abortar la misión, que: "Neil por norma general sonreía o afirmaba con la cabeza, y pensé que había establecido ya sus propias normas para la misión... Yo sólo quería saber cuáles eran esas normas..." Nadie nunca las conoció, pero Kranz tenía serias sospechas de que mientras hubiera una remota posibilidad de posarse, el comandante de la sonrisa de Mona Lisa iría a por ello, aconsejase lo que aconsejase el control de la misión. (...) Después del regreso las cosas se complicaron. Las crónicas de los periódicos sugieren que fue inundado por propuestas de agentes, productores de cine y compañía deseosas de que firmara acuerdos de patrocinio, los cuales rechazó salvo unos pocos. En lugar de dedicarse a cobrar, aceptó un puesto de oficina en la NASA, después realizó un master en ciencias por la University of Southern California, antes de volver a su estado natal para ser profesor de ingeniería aeroespacial en la universidad de Cincinnati, donde estuvo hasta 1979, yendo cada día desde una granja que se había comprado en Lebanon."
Un hombre decide que pisará la Luna aunque eso suponga no poder volver, y cuando vuelve, decide desaparecer, asqueado de todo... Descanse en paz Neil, espero que por fin en la Luna, su Luna...
2 comentarios:
Juanmi!!, que no sé si te acuerdas de mi, soy ese hombre que te llegó rebotado del blog de Lu y que te compró una copia en pdf de La Muñeca Rusa.
Mira, me ha encantado, tanto que necesito tenerlo en papel, acabo de recibir un pedido de discos, en cuanto me recupere un poco te doy mi dirección y acordamos que me envíes un par de copias. Tienes aún disponible tu novela anterior?
aquí tienes mi humilde reseña en El Decibelio (mi blog)
http://toxicdecibel.blogspot.com.es/2012/08/la-muneca-rusa-una-novela-de-juan.html
Abrazo grande!!
He estado ojeando algunas opiniones sobre el libro de Smith, y algunas, muy vehementes, le critican el aspecto que señalas acerca del nuevo periodismo americano. Para mí, que no conozco este libro, esa historia del proceso de escritura de la obra, cuando está bien hecha, es fascinante, así que me apunto este libro. No obstante, lo pongo a la cola, detrás del tuyo.
Un abrazo.
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