¿Puedes escuchar lo de arriba? Mejor. Sintonizamos. El caimán no es un blog político, aparentemente. Digamos que un alto nivel de frustración no hace que articule argumentos de cierto calibre teórico; eso y que me aburren los blog políticos; si quiero informarme, acudo a otros sitios en la red. También es cierto que como no tengo dueño ni perrito que me ladre muchas veces me guardo mis soflamas para mí, sobre todo porque a poco que me ponga me sale la gloriosa frase que le salió a un conocido en una de las últimas reuniones acerca de refundar cierto "grupo" (también señalar que nadie se llevó las manos a la cabeza ante semejante idea, es más, algún otro la aplaudió).
El caso es que prefiero escudarme en mi situación vital para decirme a mí mismo que no merece la pena que me ponga a decir mi "opinión" sobre la inútil y podrida casta política, sobre todo porque, eso, a nadie le importa, y si a alguien le importa, mejor que vaya a leer a otros y se ilustre antes que perder el tiempo con alguien como yo. Sin embargo, algo queda, y dentro de las cosas que quiero sacar aquí, a veces uno tiene que tirar de ladrillos y, al menos, decir algo de ciertas nimiedades que, es cierto que circunscritas a un determinado lugar tienen mucho sentido pero en el abismo de la red apenas lo tienen. Así que me quedaré en un "homenaje", una nota, una muesca en mi borroso yo que día a día se va diluyendo, llámese orgullo o cualquier otra tontería similar. En Manzanares, "ese pueblo" donde, entre otras cosas, existió La Pecera y uno se crió, han cerrado la emisora de radio. Las razones esgrimidas se pueden imaginar sin mucho esfuerzo, lo cual no quiere decir que por muy repetidas sean más verdad, que no. 22 años ha estado funcionando Onda Mancha Manzanares y, tras una subida de sueldos de la corporación han decidido cerrarla (y privar de recursos a la biblioteca pública, y cerrar el centro de la mujer, y proponer que la gente trabaje voluntariamente hasta que encuentren otra cosa, y justificar la injustificable privaticación del hospital, y...).
Mi natural puñetero siempre tuvo muy presente las carencias de dicha emisora, pero también sus virtudes. Ahora que la han cerrado de manera burda y triste, me jode, y mucho. Siempre que cierran una emisora de radio algo se jode. Yo he estado vinculado a ella casi desde el principio, aunque en los últimos años, una vez dado por finiquitado el último programa que tuve allí, rara vez la oía.
Si algo caracterizó a esa emisora fue la libertad y la disponibilidad increíblemente amable y positiva hacia todo aquel que se acercase con la suicida e inútil intención de hacer un programa de radio allí. Coño, si hasta yo tuve tres programas. He conocido las dos sedes que tuvieron, la original en la antigua biblioteca y la que estaba a tomar por saco de mi casa y a la que iba andando lloviera o feneciese de calor cargado de discos y libros. El primer programa lo comenzamos, creo, en el mismo año que se inauguró, junto con Bea, Yolanda y Gina, y se llamó "En tierra de nadie". La sintonía de apertura variaba a menudo, pero siempre cerrábamos el programa con "The Raggle Taggle Gypsy" de los Waterboys. Éramos jóvenes, diletantes, y aparentemente sinvergüenzas (hasta que se encendía la lucecita roja de la pecera y a uno le entraba el canguelo) y nos lo pasábamos bien descubriendo, compartiendo y diciendo. Lo bueno es que uno podía decir y poner lo que le viniera en gana que casi nunca pasaba nada (los de "A toda máquina" tuvieron sus más y sus menos con la curia, entusiasmados con Fuck Off (thrashers catalanes de increíble fama en el año 90) y Barricada, y les putearon bastante). Hubo un director del que sólo recuerdo que se llamaba Pablo, que terminó yéndose harto de un pueblo que nunca dejará de ser un pueblo. Los cuatro de "En tierra de nadie" fuimos cogiéndole el gusto a la radio y terminamos separándonos tras una época en la que nos llegaron a salir programas incluso buenos y cada uno tuvimos un programa propio (coño, como los Beatles). Como tengo memoria de pez creo recordar que le puse "El caimán sincopado" y con él se quedó para los restos (bastantes años guadianescos, la verdad; intento recordar si hubo un nombre previo pero no hay manera...). La sintonía era "Riders on the Storm", que siempre me pareció una manera cojonuda de empezar un programa de radio. Luego la cambié por el "Blue Train" de Coltrane cuando derivé hacia el jazz y evitaba pensar que no vivía en la ruta 66 ni sabía tocar la trompeta, aunque a veces ponía el "Moanin" de Art Blakey y me tiraba meses de una a otra volviendo loca a la que me ayudaba en la labores técnicas. La soltura técnica y semántica coincidió con la apertura de la televisión local, y con la excusa, acabé llevando los mandos de la nave, que era lo que más me gustaba, eso de aparecer con los vinilos e ir poniéndolos en plan Shiva, con una mano en el plato mientras con la otra manejabas la regleta de la mesa y decía sandeces y soflamas poniendo voz de tío interesante. Eso ha sido lo más cerca que he estado nunca de Chris Stevens, no en vano grababa en casa artesanalmente con un magnetofón diálogos de películas que luego ponía (plato, mesa, pletina y lo mismo me rascaba la nuca), y grababa cuñas con cualquier cosa (de hecho jodí la cinta vhs de "Bananas" y "Toma el dinero y corre" de ranto pause, atrás, play, y recuerdo una que hice con "Cars his by my window", la cual hizo que uno me parase una noche y me pidiese que hiciese con él la "armónica" que hace Morrison porque creía que era yo el que lo hacía, lo cual provocó dos cosas, que casi dejara el programa al darme cuenta que había incautos que lo oían y que cambiase de cuña). Así fue la década de los noventa, entre otras cosas, pero si en lo referente a ondas hertzianas. Dos horas semanales.
Por esa emisora ha pasado muchísima gente. Los institutos hacía talleres de radio; muchísima gente que conozco, chavales con su grupos, el tipo salao que hacía de Dr. Jeckyll y que era una especia de Mariskal Romero imitado por Muchachada Nui en un programa tan macarra como gracioso, señoras, gente como yo. Hacer radio con cierta edad implica varias cosas, y una al menos es buena, que te lo tienes que currar y hace que descubras algo de eso que llaman autoexigencia, al menos para rellenar un rato, porque uno puede improvisar, pero una hora, y regularmente, ya es más complicado, y eso siendo un descerebrado acnéico tampoco viene mal. En el 2002 lo dejé, creo (si es que tengo una cabeza...) por eso de tratarme el síndrome Gollum o Travis Bickle y en el que uno acaba cayendo en una emisora que nadie escucha hablando para sí mismo. Luego Santi me propuso volver y hacer un programa conjunto, él con su heavy y yo con mi "sensibilidad pop". Deberían habernos dado un premio, al menos uno al de peor nombre, pues entre tercio y tercio se le ocurrió ponerle "El punto G". Nunca supe el motivo, siempre Santi daba uno distinto cuando le preguntaba, por gilipollas, por "gevi", por gandules, por golfos, por guapos, por guarros... Nunca fui capaz de presentar el programa yo, no sonaba convincente diciendo "bienvenidos, esto es el punto g...", y a Santi le quedaba mucho mejor, dónde va a parar. El caso es que divertirnos nos divertíamos un rato, pues mientras uno intentaba decir algo sobre el grupo de turno (un fan de Glenn Hughes y uno de Billie daba bastante juego) o lo que fuese que estuviese hablando, el otro metía comentarios, y como éramos demasiado refinados para hacer el Beavis y Butthead, nos convertimos en Waldorf y Stalter pasados de falsete y baby baby baby; sólo nos faltó que nos pagasen por eso. Alguna vez nos llegaron a decir algo por las idas de olla que sufrimos más de una vez, pero no pasó a mayores. Yo le pillé el gusto de nuevo y resucité al caimán, pero lo maté pronto; aunque vivía en Madrid y cuando iba de visita me grababa varios programas de una tacada, la cosa no podía mantenerla, además siempre andaba tocando las narices con eso de no tener operativos los platos y siempre me miraban mal cuando pedía que por favor comprasen agujas de una vez.
Por esa emisora ha pasado muchísima gente. Los institutos hacía talleres de radio; muchísima gente que conozco, chavales con su grupos, el tipo salao que hacía de Dr. Jeckyll y que era una especia de Mariskal Romero imitado por Muchachada Nui en un programa tan macarra como gracioso, señoras, gente como yo. Hacer radio con cierta edad implica varias cosas, y una al menos es buena, que te lo tienes que currar y hace que descubras algo de eso que llaman autoexigencia, al menos para rellenar un rato, porque uno puede improvisar, pero una hora, y regularmente, ya es más complicado, y eso siendo un descerebrado acnéico tampoco viene mal. En el 2002 lo dejé, creo (si es que tengo una cabeza...) por eso de tratarme el síndrome Gollum o Travis Bickle y en el que uno acaba cayendo en una emisora que nadie escucha hablando para sí mismo. Luego Santi me propuso volver y hacer un programa conjunto, él con su heavy y yo con mi "sensibilidad pop". Deberían habernos dado un premio, al menos uno al de peor nombre, pues entre tercio y tercio se le ocurrió ponerle "El punto G". Nunca supe el motivo, siempre Santi daba uno distinto cuando le preguntaba, por gilipollas, por "gevi", por gandules, por golfos, por guapos, por guarros... Nunca fui capaz de presentar el programa yo, no sonaba convincente diciendo "bienvenidos, esto es el punto g...", y a Santi le quedaba mucho mejor, dónde va a parar. El caso es que divertirnos nos divertíamos un rato, pues mientras uno intentaba decir algo sobre el grupo de turno (un fan de Glenn Hughes y uno de Billie daba bastante juego) o lo que fuese que estuviese hablando, el otro metía comentarios, y como éramos demasiado refinados para hacer el Beavis y Butthead, nos convertimos en Waldorf y Stalter pasados de falsete y baby baby baby; sólo nos faltó que nos pagasen por eso. Alguna vez nos llegaron a decir algo por las idas de olla que sufrimos más de una vez, pero no pasó a mayores. Yo le pillé el gusto de nuevo y resucité al caimán, pero lo maté pronto; aunque vivía en Madrid y cuando iba de visita me grababa varios programas de una tacada, la cosa no podía mantenerla, además siempre andaba tocando las narices con eso de no tener operativos los platos y siempre me miraban mal cuando pedía que por favor comprasen agujas de una vez.
22 años de emisora y una corporación con tendencias napoleónicas la cierra para dentro de unos meses sacarla a subasta, reubicando a las cuatro personas que tenían en nómina en puestos que ni una patada en los huevos. Ya he dicho que no era la mejor emisora del mundo ni era una emisora pirata libre de esas que proliferaron en los ochenta ni tenía el glamour de la peli "Radio encubierta" ni tampoco ha sido vital para nadie como "Días de radio", pero era libre (la tele era menos libre pero lo seguía siendo), y siempre era un gusto saber que uno podía hablar, contar y poner lo que quisiera. Sé que de todos los recortes habidos y por haber (pero claro, no es lo mismo recortar de una manera que de otra, ni gravar a unos pocos que a otros, ni acabar con un modelo de estado para vestir a un lobo con borrega y vacía polipiel democrática, pero calla, que digo lo de refundar y me meto en un lío...), una emisora de pueblo es lo menos doloroso, pero igual no tanto (ahora el único canal de información y difusión proviene exclusivamente del propio ayuntamiento). Mi única huella en "la hemeroteca hertziana de Onda mancha Manzanares" después de 12 años quedó impresa gracias al siempre amable Roberto, que en el minuto 2:33 de un video sobre el veinte aniversario de la emisora dice algo, y en su día me hizo ilusión que me enviara el link, nada más, pero esa es la historia de mi vida y no tiene nada que ver con esto, aunque explica muy bien el espíritu de la emisora.
Que tengan un buen día, cuídense, y hasta otra.
2 comentarios:
Te envidio. Yo siempre quise hacer un programa de radio, solo un día, pero en mi zona no se estila mucho lo de las radios municipales. Hablamos unas cuantas veces de ello, pero jamás llegamos a hacerlo.
A mí también me gustaría probar algún día, aunque creo que se me iría la olla bastante y duraría dos programas. Aquí en Sevilla hay una emisora municipal gracias a los presupuestos participativos, cualquier día me da el siroco y me planto allí con una idea peregrina.
http://www.radiopolis.org/
¿No tienes ningún programa grabado? Me gustaría escuchar alguno.
Besos!
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