"Cary Grant, prototipo perfecto de Homo atlanticus: educado, pero no aburrido; moderado, pero progresista; rico, por supuesto, incluso riquísimo, pero no estirado ni mucho menos perezoso.
Hasta algunos de los más acérrimos enemigos del capitalismo, de Estados Unidos, de Hollywood, sabían separar el grano de la paja.
Cary Grant, nacido proletario y, por su fuera poco, con un nombre ridículo, Archibald Alexander Leach, había desafiado al destino con el entusiasmo de los mejores representantes de su clase. Se había negado a sí mismo como proletario, y ahora hacía soñar a millones de personas. Lo que había logrado un individuo, con más razón podía lograrlo el resto de la clase obrera.
Cary Grant era la prueba de que el progreso existía e iba en la dirección adecuada como mínimo desde el Hombre de Cromañón. El socialismo coronaría esa impresionante serie de resultados con la justicia social, la armonía entre los seres humanos y la libreración de toda energía creativa. En la sociedad sin clases, todos podrían ser Cary Grant.
Bueno, no exactamente. Esto es lo que dirían unos cuantos intelectuales. Ni a los proletarios ni a los burgueses les importaba gran cosa el materialismo histórico. Sencillamente admiraban a Cary Grant y querían ser como él." 54. Wu Ming. Random House Mondadori. (ed. debolsillo, pág 64)
Ayer visité la biblioteca de la nueva localidad donde ahora vivo y me encuentro, en ese sentido, bastante feliz. Fondo públicamente disponible, edificio avenjentado y semirruinoso, con algo de laberinto, techos bajos que te obligan a rebuscar entre las estanterías encorbado en la parte alta, colocación perfecta (literatura por países y en orden alfabético) joyas inencontrables comercialmente, bibliotecaria ediciente y educada, ediciones sudamericanas donadas por escritores nacidos en Alcázar (Corredor Matheos, Amador Palacios) cuando se conseguían libros prohibidos por Franco clandestinamente, y un aire en toda la biblioteca entre decadente y onírico. Un posible nuevo oasis, vamos. Me llevé cuatro libros, y porque no me dejaron coger más. 54 de Wu Ming fue uno de ellos, aunque ya lo había leído, un revisionado casual de Luna Nueva en un canal televisivo me hizo querer releerlo. los otros, "La guerra de las Salamandras" de Karel Capek, "Relatos de Kolymá" de Varlam Shalámov y "Antología mínima" del poeta búlgaro Nikola Vaptsarov (sí, literaruta rusa, checa y búlgara están seguidas, al fondo de un corredor para bibliotecarios de metro y medio en la zona alta, tras una escalera estrecha). Esta mañana he cogido 54 y lo he abierto al azar. El texto del comienzo ha sido mi lectura mañanera con el café en la mano. 54 es un libro río, repleto de pequeñas historias, sin protagonista porque el protagonista es todo, en el que no sólo desfilan grandes nombres, sino que también lo hacen los olvidados por la Historia, personajes derrotados en la victoria, héroes de arrabal, estrellas caídas en desgracia, tiranos alucinados, soñadores, perdedores y Cary Grant. El desencanto de la posguerra, con miles de partisanos que vieron cercenadas sus esperanzas de un futuro mejor por culpa de un capitalismo brutal que llamaron "milagro italiano". La masa como sujeto histórico, literario, tal y como hicieron antes Wu Ming cuando se llamaron Luther Blisset y escribieron la altamente recomendable novela Q. Wu Ming (el colectivo) retoma a Gramsci y su lucha por la hegemonía cultural, ese frente de masas cultural, hombres de acción, dinámicos, elegantes y altivos, portadores de una moral ferrea, la de la clase obrera. Sobervios Archibalds Alexanders Leach.
Hay más, en 54, Trieste, y la mafia, claro, perpetuo fenotipo en el devenir italiano, lleno de matones que desean empezar una nueva vida alejada de los crímenes y la extorsión. Y Tito, y Hollywood, y Cary Grant contándole a Alfred sus aventuras como espia de su majestad, andanzas que luego el truhán de Hitchcock incluirá en sus guiones, especialmente en "Con la muerte en los talones". El nombre con el que viaja Grant en misión diplomática secreta a Yugoslavia, enviado por el MI6, es George Kaplan.
La vida como una trinchera (elegante) y la literatura como un campo de batalla.
Hay más, en 54, Trieste, y la mafia, claro, perpetuo fenotipo en el devenir italiano, lleno de matones que desean empezar una nueva vida alejada de los crímenes y la extorsión. Y Tito, y Hollywood, y Cary Grant contándole a Alfred sus aventuras como espia de su majestad, andanzas que luego el truhán de Hitchcock incluirá en sus guiones, especialmente en "Con la muerte en los talones". El nombre con el que viaja Grant en misión diplomática secreta a Yugoslavia, enviado por el MI6, es George Kaplan.
La vida como una trinchera (elegante) y la literatura como un campo de batalla.
"Todos me dicen continuamente que qué vida interesante he tenido, pero a veces creo que sólo ha consistido en problemas de estómago e interpretarme a mí mismo". Cary Grant.
"Nosotros, hijos de proletarios, tenemos que alcanzar la elegancia" El mariscal Tito a un impávido Cary Grant...
más sobre Cary Grant en la wikipedia y Cary Grant en un blog
1 comentario:
aiiinnsssss, q guapo era <3
Publicar un comentario