jueves, 29 de julio de 2010

Por no callar... o pensamientos en duermevela frente a mi biblioteca

Aún no he visto un ebook, ni de cerca, por lo que evidentemente tampoco lo he tenido entre mis manos. No sé cómo es ni cómo debe ser leer algo en él. Tampoco me corre prisa saberlo; quiero decir, con el horizonte de la clausura de la Pecera cerca, intento ser coherente con el salto cualitativo que supone el ebook y no ladrar por ladrar. Ergo, salvo que me convierta en Phileas Fogg y tenga que llevar mi biblioteca a cuestas y habitar en hoteles y pensiones, me temo que seguiré prefiriendo leer en papel y yendo a librerías a pasar el día. Los libros no se acabarán, eso seguro, pero el mundo editorial se fragmentará en millones de pedazos, incapaz de tomar nota de lo que le ha pasado a la industria musical, y terminará del mismo modo; los lectores utilizaremos la red para "informarnos" y compraremos lo que creamos conveniente. No sé de aquí a varios lustros qué pasará, pero sí sé que las librerías en gran medida desparecerán. En los pueblos sobrevivirán las papelerías que tendrán sus pocos best sellers y sus libros infantiles de susaeta o grafalco, en las ciudades quedará alguna librería, pero serán testimoniales y estarán frecuentadas por frikis, tercos románticos y despistados, como los videoclubs ahora. Las grandes superficies mantendrán su sección de libros para lectores casuales y los monstruos como la casa del libro o fnac se mantendrán como los dinosaurios testarudos que son, uno vestido de modernidad y pulcritud, y el otro como Orson Wells en Moby Dick, orgulloso y rancio a la vez. ¿A qué viene todo esto? No lo sé, la verdad. Quizá el darme cuenta que hay autores que no he leído por culpa de la estructura física del libro en sí, tenga algo que ver. Lo reconozco, hay editoriales que soy incapaz de leer los libros editados por ellas. El motivo en unos casos es evidente, en otras no tanto, y eso me confunde un poco. Nunca he podido leer un libro de bolsillo de Bruguera, y los que he leído ha sido a trancas y barrancas. Los mismo los de Cátedra (letras universales y letras hispánicas), son ediciones poco disfrutables, estando envueltas en ese halo de academicismo, es decir, un truño que te han obligado a leer (comencé a leer "Cien años de soledad" en la edición negra de cátedra, a los dos días compré otra, y "vualá"..., epifanía al canto). Alianza igual. Gracias a los dioses leí a Verne en la colección de Anaya de tapa blanca cosida, pero no tuve tanta suerte con las ediciones de El molino de Agatha Christie. Tengo una edición de "Auto de fe" de Elias Canetti que da cosa leer, asusta, directamente; texto enclaustrado en unas hojas bastas, letra minúscula... Con Thomas Mann me pasa lo mismo, y de Joyce ni hablamos. De las ediciones de Juventud en bolsillo prefiero no decir nada, directamente son de juzgado de guardia; Dostoiesvki aguarda a que encuentre otra edición más apetecible ("Crimen y castigo" la tengo en otra, muy vieja pero legible, afortunadamente). Losada de bolsillo tampoco me gustó nunca. Leer a Kant o a Dumas en la edición de Porrua es toda una experiencia surrealista, no muy aconsejable en según qué casos. No pretendo hacer un estudio exhaustivo, escribo a vuela pluma.

De las que da gusto leer, y a veces con independencia del autor sea, están las obvias, Siruela, Acantilado, Pre-Textos, Asteroide, Anagrama (ediciones de bolsillo inclusive)... Uno lee esos libros a gusto, sabiendo que cuando acabe emitirá su juicio sin que éste se vea mediado por la maquetación, el tipo de letra o el papel. Leer a Italo Calvino en una de esas ediciones azules de Siruela es increíble por partida doble. Luego hay casos inexplicables incluso para mí mismo, Valdemar, por ejemplo, Nórdica, Lengua de Trapo (y no tengo razones objetivas, mera filia, tacto, textura, tipología...)... Toda esta parrafada que estoy soltando evidentemente no resta o quita valor literario a los autores, pero a la hora de "consumirlos", algo ayuda. "Sonic Temple" de The Cult es igual de magestuoso en casette cochambrosa, en mp3 y en vinilo, pero sacar el vinilo de la carpeta con la pose mítica de Duffy sobre la de Astbury en la portada y ponerlo en el plato, no es lo mismo, ya puede venir el Bill Gates de turno a decir misa que no daré mi brazo (del tocadiscos) a torcer... ¿Es lo mismo ver Casablanca medio pixelado en Seriesyonkis que en un cine? No, Peter Lorre nos asista, claro que no. ¿Resta eso importancia a la película? Por supuesto que no, o no debería, pero a mí que no me jodan, que el otro día un chaval me dijo que había visto Gilda en el ordenador y que no estaba mal, y yo pensé "si la hubieras visto en un cine, piltrafilla, no dirías lo mismo" (la conversación salió porque me preguntó si había alguna biografía de Rita Hayworth). Conste que yo Casablanca la vi en la tele, y Sonic Temple primero lo tuve en cinta grabada, pero la primera la he llegado a ver en cine y el vinilo de The Cult aún brilla cuando lo pongo, y no, no es lo mismo, dónde va a parar... Es cierto que la lectura no se agota en el libro tal y como lo hemos conocido desde Gutenberg, pero el código binario y los chips tampoco son la panacea... Tal vez tu y yo lo sepamos, pero la memoria de los hombres es poco fiable, y la muchachada que ha crecido a golpe de ratón y copy paste es tan maleable como valiente y atrevida, y de bajarse la obra de Auster en una tarde junto con la de Perico Pérez, que se ha "autoeditado" en editatuobramaestra.com, y pensar que Auster aburre y Perico es la ostia, sólo hay un paso... Y no es ninguna boutade, que no es la primera vez que he oído eso de "¿Los Zeppelin? si, me bajé la discografía el otro día, me aburren un poco, a ver si la escucho mejor, por cierto el último de los strokes mola mazo..."

No sé en qué acabará la cosa, pero el otro día hablaba con un amigo sobre la insultante disminución en la calidad (papel y maquetación sobre todo) de los libros de algunas editoriales como Alfaguara, lo cual jode, primero al bolsillo, y luego a la lectura en sí, pues no los lees, o no los lees igual, y encima empiezas a pensar que sí que hay libros gratuitamente (y sospechosamente) caros. Hay más ejemplos, pero el de Alfaguara me parece el más flagrante. Más allá de teorías conspiratorias de las editoriales de Libranda, la cosa es cierto que huele un poco, y sólo espero que no cunda el ejemplo entre otras editoriales; tristemente intuyo lo que unas van a hacer, sé que otras dudarán y darán una de cal y otra de arena y en otras confío ciegamente; sólo espero no equivocarme o hacerlo de lleno... Muchos hemos crecido como lectores gracias a lo que leíamos y gracias también a en dónde lo leíamos; sé que suena trasnochado pero en este caso soy un puñetero perro viejo con más manías que una rockstar en pleno egotrip (no digo que entienda que la entrega de Van Halen en concierto se deba a que en el camerino tenga que haber 150 m&ms exactos y ninguno marrón, pero yo no pienso leer a Leo Perutz en formato pdf, lo siento mucho). De todos modos, tengo curiosidad por ver qué siento frente a un ebook, sé que no me va a enamorar, ni va a cambiar mi vida, pero... el tiempo siempre corre más rápido que nosotros... ¿o era el capital?... y hay que adaptarse (que en vez de hacerlo, haciendo a su vez proselitismo, lo hagamos a regañadientes, ya es otra cosa, lo sé... pero con la foto de los inmensos gruñones de los teleñecos, Stalter y Waldorf, ya avisaba de qué iba la cosa, ¿no?)


3 comentarios:

Ishmaelk dijo...

¿En qué ha empeorado la maquetación o las calidades en Alfaguara? Te lo pregunto porque justo ahora me estoy leyendo El cojo y el loco, de Jaime Baily (publicada en Alfaguara), y no ha mucho leí Los vivos y los muertos, de Edmundo Paz Soldán, y no he visto ninguna bajada en la calidad, ni de la maquetación (que no tiene misterio alguno, y es uno de esos aspectos técnicos con los que no se juega mucho), ni con la calidad de cubiertas o papel.
Me intriga tu comentario. Sobre todo, después de hablar bien de Anagrama, cuyos libros se caen en pedazos. Hasta los caros. Que mi ejemplar de 2666 está que da pena, y eso que yo cuido mucho los libros.

La Pecera dijo...

Tienes toda la razón con lo de Anagrama, de siempre han sido poco cuidadosos. La cagaron bien con 2666; intentaron arreglarlo con la edición en compactos pero tarde.
Esto es hacerlo bien:
http://nymag.com/daily/entertainment/2008/10/book_porn_2666.html

Lo de Alfaguara. La calidad del papel sobre todo, coge "No será la tierra" de Volpi, por no irme muy atrás y coge el de Rivera Letelier, reciente y compara, y eso que el de Volpi tiene 3 veces más páginas. Dije Alfaguara sobre todo por los últimos envíos de novedades, que como digo, comparando con no hace mucho salta a la vista, pero hay más...
No hay mayor intriga, y no deja de ser una apreciación personal de librero...

Ishmaelk dijo...

Bueno, el de Volpi no lo he visto, pero sí el de Rivera Letelier (que por cierto es un libro muy malo), y no se puede elegir el mismo papel para uno que para otro.
Si hubieran elegido el mismo papel para el de Letelier que para el de Volpi, el primero sería la mitad de fino. Y en un libro de 200 páginas, eso da muy mala impresión.
La edición de 2666 que muestras es fantástica. Quién la hubiera pillado, en lugar de la estafa de Anagrama.

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