Boris Mikhailov, Superimposition. 1965. |
¿Es posible documentar la vida sin mancharnos las manos?.
Nacido
en Ucrania en 1938, Boris Mikhailov es uno de los principales fotógrafos de la
antigua Unión Soviética. Fue a finales de la década de 1960 cuando hizo su
primera exposición. Después de ella, la KGB entró en su domicilio y encontró fotos
de su esposa posando desnuda. El acoso policial del que fue objeto, hizo que perdiera su trabajo como ingeniero, dedicándose tras ello por completo a la
fotografía. Durante más de 30 años, su interés ha estado centrado en explorar cómo
el individuo se engarza e incorpora a los mecanismos históricos comunitarios, tanto dentro
del dominio soviético como en las condiciones de vida en la época
post-comunista de la Europa
del Este. Su obra más famosa del que podría ser su primer período
(1968-1975) fue la "Serie Roja". En estas fotografías utiliza
principalmente un filtro de color rojo para representar la ciudad, sus personas y grupos. Hasta la caída del comunismo, experimentó con diversas técnicas de revelado y positivado, aunque su objetivo siempre fue el mismo. Posteriormente, ya en los noventa, centró todo su trabajo
en analizar las consecuencias que la ruptura de la Unión Soviética tuvo para la ciudadanía, fotografiando sistemáticamente a personas sin hogar
hundidas por el alcohol y la ausencia de futuro. Más de 500 fotografías (la serie "Case History") muestran la situación de las personas que, tras la disolución de la Unión Soviética ,
no fueron capaces de agarrarse a un sistema que no entendían y que no contaba
con ellos. De una manera muy directa Mikhailov centra su crítica contra la
"máscara de la belleza" del levantamiento post-soviético dentro
del capitalismo salvaje que allí se instauró.
Boris Mikhailov |
Ha sido,
como indiqué anteriormente, “Case History” su serie más famosa. En ella
explora el horror en el que viven las innumerables personas que se han quedado
sin hogar tras el colapso de la Unión Soviética en Ucrania. Con el trasfondo
sombrío de la ciudad industrial de Kharkov, las fotografías de Mikhailov (en color, y a
tamaño natural) documentan la opresión, la pobreza devastadora y
la realidad cotidiana de una comunidad de marginados que viven en los márgenes
de nuevo régimen económico de Rusia. Después de vivir unos años, tras la caída
del comunismo, en Berlín, Boris Mikhailov recuerda el impacto de su experiencia
al volver a Kharkov varios años después. Cuenta cómo, tras la aparente tranquilidad de la devastación, la cual hacía creer que la ciudad había adquirido el halo moderno
del centro de Europa (con un montón de anuncios extranjeros, un simple un
envoltorio brillante), se quedó muy sorprendido por el gran número de personas
sin hogar. Los ricos y los sin techo eran las nuevas clases de una nueva
sociedad, y Mikhailov fotografía a una de ellas, la más numerosa, creando una obra que
es uno de los documentos más inquietantes de las condiciones urbanas
post-soviéticas.
Boris Mikhailov, tríptico "Blue Girl" (de la serie "Look at me I look at water") |
Cuando se produjo la caída de
En
los rotativos occidentales, a mediados del 2000, se pudo leer una afirmación de Putin que fue
entendida como una boutade más de un tirano ignorante y residual del espíritu soviético,
y que era algo así como que la caída de la Unión Soviética había sido la peor catástrofe geopolítica del final del siglo XX. Muchos, incluyendo el por entonces primer ministro Mevdeved, se echaron las manos a la cabeza, pero según las
encuestas, la mayor parte de la población de las antiguas repúblicas soviéticas
estaba de acuerdo. Hoy, la política rusa es cada vez mas agresiva, aumenta su
presupuesto militar, presiona a los países de su entorno para unirse a la nueva
Unión Euroasiática mientras, al mismo tiempo, grupos de ultraderecha y fascistas
no paran de crecer en Europa Oriental amparados por Estados Unidos y la UE (como algunos de los que han
protagonizado la revolución-motin-golpe militar de Ucrania). Tal vez no hoy,
tal vez no mañana, pero pronto, nos estalle todo en la cara...
¿Qué
tiene que ver esto último con Boris Mikhailov? Muchísimo… Pues algunas de las
sensaciones que uno experimenta a ver su trabajo son “miedo”, “horror”, “desolación”.
África, Asia... Europa Oriental... cada vez al capitalismo le cuesta más mantener centrifugados a los
residuos de su descontrolada voracidad neoliberal. Pero quizá el horror está cada vez más cerca, igual ya instalado
de lleno en el corazón de Europa (la llamada crisis y el soterrado desmantelamiento del ninguneado "estado del bienestar"). Mikhailov lo retrata con la minuciosidad de
un cirujano tan hábil como borracho. Pero su trabajo esconde varias paradojas más allá del carácter testimonial de 60 años de trabajo. Dejaré de hablar de la crítica social. No
olvido que paga a sus “modelos”. Sin embargo, a la luz de este detalle, ¿dejan de ser veraces las
imágenes de Mikhailov por ese hecho?, ¿posar es mentir?, ¿dejarse retratar en fingir?
Él insiste: “Documentary cannot be truth”. ¿Qué es entonces lo que él representa, qué sentido tienen sus retratos de indigentes en Ucrania en "Case History"? En la
fotografía documental, la interacción fotógrafo-fotografiado siempre implica un
sistema de relaciones desigual entre ambos actores. Es inevitable que uno de
los dos adquiera una posición de inferioridad, lo cual no implica que el que
retrata abuse o se aproveche del retratado, sin embargo no hay que olvidar ese
hecho, pues, de esta manera, por ejemplo, el poder recae sobre quien tiene la
capacidad de influir en la acción del otro. Pero, ¿quién influye realmente en quién?
Paradójicamente,
al comienzo es quien busca las imágenes quien carece de poder, vagando y buscando supuestamente "a ciegas"; un poder que de
golpe el fotógrafo adquiere cuando toma una decisión y se acerca a un individuo y le hace una oferta por su
imagen, o simplemente cuando intenta fotografiar creyendo captar el instante objetivamente (una falacia positivista como cualquier otra);
luego, el individuo que posa recupera el poder cuando la tensión del momento le permite decidir si muestra más o menos. Boris Mikhailov
admite sin pudor que paga a los indigentes que posan para él, pues cree que con
ello pone en valor la imagen del testimonio que quiere mostrar. Quiere que "ellos" sepan que les está fotografiando, pues esa consciencia tiene sus consecuencias. ¿Cuáles?
Con
esto se me cuela el gato de Schrodinger (¿sé dónde está pero no sé cómo es, pero si sé
cómo es, no sé dónde está? Eso sin contar que no tampoco sé si está vivo o muerto),
pero es innegable que las imágenes de Mikhailov plantean infinitos dilemas, no
sólo en lo que atañe a lo que muestran, sino a cómo ha conseguido el fotógrafo
que muestren lo que muestran. El acto de pagar a los fotografiados y dirigirlos
en su performance puede ser un mecanismo que lo libere del dilema de la
veracidad. Sus fotos no son verosímiles, pero son verdaderas. Sus imágenes nos muestran
unos personajes con una narrativa impresa en sus propios cuerpos donde la desnudez, el maltrato y el abandono no son más que envoltorios
del horror. No estamos hablando de estética apocalíptica a lo Mad Max u otra impostura distópica
vacía de contenido, hablamos de lo que está sucediendo en un país que está a un
puñado de kilómetros del nuestra amada Unión Europea. Mikhailov (en "Case History" sobre todo, aunque me temo que es algo que lleva haciendo toda la vida) muestra dientes, piel, coños, cicatrices, mugre, hedor, cabezas piojosas, ojos enrojecidos, piel macilenta y
pone entre él y el individuo una relación contractual que los deshumaniza y
convierte en soportes vivos del relato que quiere construir. Es como si
preguntara, ¿de verdad he de esconderme y fotografiar sin que nadie se de
cuenta para mostrar la verdad? ¿Y qué pasa si lo que yo muestro te resulta incómodo,
acaso es menos verdad? ¿Estás seguro de ello? El momento de encontrarte rodeado
de sus fotografías no se diferencia del de mirar pornografía bizarra. Mikhailov con ello muestra la línea divisoria entre la búsqueda de la imagen real y la llamada fotografía documental, desarrollada por fotógrafos cargados de prejuicios, "buenrrollismo" y ganas de agradar... Como leí en alguna
parte, no es cómodo ver las imágenes de Boris Mikhailov porque sus pobres están
vivos y son atrevidos. Quizá los medios de comunicación nos manipulen y al final no sepamos quién dirige el mundo ni qué sistema de fuerzas e intereses condiciona nuestra conciencia, pero hacia dónde parece que está avocado el mundo, da miedo...
Autoretrato de Boris Mikhailov, Berlin, Germany, 2004 |
http://es.wikipedia.org/wiki/Boris_Mikha%C3%AFlov_(fot%C3%B3grafo)
2 comentarios:
Sobrecogedor. Me quedo con "la minuciosidad de un cirujano tan hábil como borracho"...
Gracias por el reportaje, por darle luz a la oscuridad. chau
Joder, sus fotos no son postales, eso está claro. Me han parecido muy interesantes los dilemas que planteas, Juanmi, mucho. Que sepas que me pillé "Limonov" por recomendación tuya y va a caer muy prontito. Ya te contaré.
Besos!
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