viernes, 10 de enero de 2014

Andrés Sorel sobre un libro llamado "Cardiopatías"

Estoy pendiente de una intervención quirúrgica y, la verdad, no me veo con ganas de encontrar qué escribir aquí; pasan muchas cosas y a la vez ninguna... como siempre, todo será cuestión de tiempo... Se amontonan los escritos empezados y no acabados, se apelotonan los quehaceres y los días se acumulan como mantras aburridos que sólo consiguen ser silenciados con canciones y pensamientos grabados en los troncos de los árboles del parque, ese al que ya no voy porque hace mucho frío y mi ropa de abrigo está vieja y desgastada.... Me muevo poco para mover "Cardiopatías", no hay librerías que quieran depósitos de libros autoeditados, y mi agenda de contactos es tan corta como la de inspector Clouseau. A veces sí pasa algo, y la aparente levedad de lo que sucede parece casi un cataclismo en determinados momentos. Andrés Sorel me escribe para decirme que ha leído los relatos de "Cardiopatías" durante su estancia en Sesimbra, y me dice que ha escrito algo que ha colgado en la página web de la Asociación Colegial de Escritores de España, que me lo manda también a mí y que espera que nos veamos pronto y que busque un lugar para presentar el libro en Madrid...
Esto es lo que ha escrito... Si alguien lo quiere, sólo tiene que pedirlo



CARDIOPATÍAS. Juan Miguel Contreras

 Arritmias.
Otra vez un lugar de la Mancha. Pero nos encontramos en la segunda mitad del siglo XX. Y entre jóvenes y adolescentes. En el tiempo de la memoria de quién ya sabe que el camino de la vida, que surgió de la nada, desemboca en la muerte, que es la nada a la que se regresa. En el exilio interior, donde la soledad, el tedio y la nula vida cultural, abren grietas al desánimo y la apatía que se combaten mediante el alcohol, las escasas palabras que luego no se recuerdan, y los juegos, en los que el sexo ocupa un lugar privilegiado. Con exiliados que nunca se sienten exiliados dado que conforman la población sumisa, embrutecida, propia de una España que no termina de soltar las cadenas del oscurantismo, del peso embrutecedor que sobre ella impone la religión, de la ignorancia y la falta de utopías liberadoras. Ellos, en sus gestos, actitudes y pensamientos configuran la minoría  ajena, repudiada. Uno es el narrador, que pasea su mirada sobre los tipos humanos que acompañaron su crecer a la vida, su desarraigo del medio en el que la literatura va a jugar su papel determinante.
¿Realmente existió un tipo tan original como el que cobra vida en el arranque de la narración, la arritmia con la que el corazón se pone en marcha para conocer el alcance de su dolencia, y no digamos si es física, humana o existencial, que puede abarcarlas a todas? No intentaremos averiguarlo: porque sea inventado o reinventado, es, fundamentalmente, literatura, y esto, en tiempos de enfermedad tal vez sin operación posible de la propia literatura, es lo que nos importa y seduce.
La tierra de Almería, un desierto propio más que para ambiente de películas, para que en él se pierdan almas vagabundas, expatriadas de si mismas y de países y gentes con las que prefieren no convivir, es el segundo camino- las venas son los caminos del corazón y las rutas de la memoria los relatos confortantes de la literatura- por el que se interna la arritmia que antecede a la hipertrofia.
Un relato bello, amargo y triste como la existencia de quienes tienen necesidad de amar y no son capaces de entregarse a  sus sueños: leyes de la herencia, convencionalismos sociales, la impotencia o la enfermedad de quienes saben que resulta imposible abandonar la soledad. Porque nada existe peor que un vencido que acepta el ¡ay de los vencidos! De la propia existencia. De ahí el progreso, sin cura posible, de las arritmias.
    Hipertrofia.
La presencia de la muerte no es, en ocasiones, más que la continuidad de determinadas vidas. El cojo Lucas es un personaje que en su simplicidad lo expresa con profunda filosofía. ¿En que se diferencian o en que consisten la razón y la locura? ¿No es la vida acaso un absurdo corredor de la muerte? Y en el abismo del morir, saber que uno desaparece sin conocer si existe o no existe Dios y que de existir no se le podrá maldecir lo suficiente por todos los males que viene causando a la humanidad.
La verosimilitud de los personajes tiene que ver mucho con el ritmo de la narración, con la exactitud y el rigor del lenguaje y aquí el escritor se mueve sabiamente como hábil discípulo y continuador de los narradores que hicieron de los relatos el otro género –con la poesía- certero y difícil de la literatura.
Calcificación
La existencia, a través de la literatura. O cómo se vence la enfermedad del cuerpo –casual y provocada por virus tan pesados como inoportunos-. Las cloacas del organismo enrevesado y –perfecto para unos, inexplicable para quienes no aceptan el absurdo del dolor- de la civilización abiertas e intervenidas por cirujanos del pensamiento y la palabra para exponer las miserias del ser humano. En la lectura del mal que asola el espíritu, es decir, el causado por los represores a los diferentes, el estrechamiento de las fronteras entre los criminales y los sensibles, abordados ahora en la estela de un libro maravilloso El maestro y Margarita y un escritor perseguido, Bulgakov, por el estalinismo nocivo, una de las grandes catástrofes de la civilización en el siglo XX, coetánea de la mayor que nunca haya existido, la impulsada desde Alemania por el poder nazi. Sería, al hilo de esta reflexión, bueno reflexionar sobre la desmitificación del concepto pueblo, o de las masas, bajo sistemas políticos y aparentemente antagónicos y que condujeron a crímenes, genocidios y esclavitud para desembocar en regímenes burocráticos, explotadores y corruptos como los que hoy ostentan el poder en esas naciones.
El corazón, de derrota en derrota, hasta la derrota final.
Mordaza de bruma es al tiempo un homenaje al Ensayo sobre la ceguera de Saramago. Y así entramos en la fase de la
Insuficiencia. Imposible Penélope.
Cuelgamuros. Nuestro pequeño campo de exterminio. Vencidos. Fantasmas. Sobrevivientes. Trabajar, dormir, morir. Despedazados como las piedras que hendían con sus picos, entre las que habitaban en peores condiciones que los animales de las regiones más inhóspitas. El franquismo. La memoria. Otro ayer que no existió. Otra vuelta de tuerca a la existencia del mal, para que así pueda perpetuarse bajo nuevas formas, en las mismas u otras latitudes. Y a la mayor gloria de la Iglesia que conforma  el Dios más cruel y sanguinario inventado por los hombres, que rige quienes se denominan católicos.
“Mi vida no vale nada… tiendo a pensar que fue el mundo el que se fue a la mierda”. Como pensaron algunos sobrevivientes de Auschwitz.
No es el corazón enfermo, son la Humanidad y la civilización quienes en el siglo XX iniciaron el camino hacia la muerte y este libro de relatos homenajea a un puñado de seres humanos para convertirse en la música que nos dice que todavía existe la vida. En los mundos por los que navega el autor, en la absoluta soledad, silencio del espacio –recordemos su gran novela La muñeca rusa –otros hablaron del silencio de Dios, es donde encontramos la angustia y desazón que crean el pensamiento.
“Ella fue la que me hizo descubrir de nuevo mis sueños, la que me hizo volver a verme a mi mismo dentro de mis sueños. Eso fue lo que me mantuvo vivo en esa maldita sierra, donde una manada de desheredados y enterrados en vida escarbábamos la montaña, olvidados del mundo”.
Cuelgamuros. El vagabundo de las estrellas, de Jack London. Palabras. Literatura de un auténtico creador, narrador. Lógico que entre, como les pasó a muchos escritores bajo el régimen censorial soviético, en la semiclandestinidad. Entonces era por el nefasto autoritarismo estaliniano. Ahora es el nocivo y salvaje, explotador neocapitalismo y un mercado que impone la censura económica como arma tan nefasta como la política. Afortunadamente aquellos que todavía son capaces de leer y pensar acabarán encontrando  obras como la de Juan Miguel Contreras.

                                    

2 comentarios:

ned henry dijo...

hermosísima reseña, e inspirada, cosa que consigue Cardiopatías. Dando pasitos hacia la consolidación de escritor de talento, comprobando con creces que La historia de Milos no fue un destello fugaz de inspiración sino que hay, en ese cuerpo cansado, en ese corazón enfermo tan grande y en ese cerebro tan capaz, existe un auténtico escritor.

espero que la operación salga bien, Juanmi. Tú pon de tu parte y vuelve con fuerzas renovadas.

te envío un fuerte abrazo, de fan (aunque suene pueril y juvenil) y amigo!!

cuídate!!

El niño vampiro dijo...

Excelente reseña, merecidamente elogiosa.
Un abrazo de tu amigo, aunque nunca nos hayamos visto.

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