martes, 16 de febrero de 2010

Cuando el diablo se aburre... mata mis moscas con el rabo



1. Esta es una de esas entradas improvisadas, bizarras y sin sentido aparente que a veces no sé por qué hago. Culpa de ello lo tiene el frío que hace en La Pecera. En condiciones normales subiría arriba, cogería mi libreta y escribiría algo en ella, pero por no moverme de la silla y dejar el ligero airecillo templado que sale del asmático aparatillo de aire que malvive a mis pies, acabo haciendo esto.
Supongo que es una mezcla entre terapia soft, confesión pagana y ramplona metanarrativa, y aunque siempre me acabo arrepintiendo, sigo teniendo la máxima de si escrito está, escrito queda, aunque sea en la pantalla tramposa de internet. Claro que así nos va. La vidilla que le doy al blog es poca comparada con la que tendría si asumiera mis tendencias suicidas, pero como soy una incomprensible mezcla de vergonzoso (y vergonzante) sol de invierno, repito, así nos va (soy un solete, como todos, pero siempre salgo tarde y caliento poco).
El 80% de las entradas que pienso subir acaban en los rincones de mi masa encefálica (nunca mejor dicho). Soy mi mayor censor (afortunadamente). Este blog, o más concretamente escribir en internet es como mear contra el viento mientras a la vez uno escupe al mar. No vale para nada pero como llamda de atencióin infantil nos vale, aunque nos empapemos de nuestra propia mierda (en este caso, orín, terrenal valhalla freudiano).
La Pecera es un estado aconfesional, pero aquí a su dueño a veces le entran ganas de escribir sobre lo que le pasa más íntimamente; afortunadamente tengo un grandioso amigo llamado Iván que siempre que puede me ata corto, y con el cual, de un modo no evidente, "reflexiono" sobre este blog, todo para no caer en eso a lo que tiendo, pornografía mental, exhibirme de más, convertirme en personaje, pecar de bocazas (ejemplo, entrada anterior). Lo sé, el origen de este blog se supone que es ser un menudo escaparate de la librería en sí y de mis filias literarias y, por extensión, musicales y de otro tipo de artes, pero como todo en mi vida, la cago al final y acabo meando fuera del tiesto.
El mundo es de los valientes, y yo no lo soy.

2. Una de las respuestas la tiene la palabra "Manzanares", un pueblo que merece un estudio freudiano-malthusiano en toda regla. "Manzanares" es como el juego ese de nuestra infancia, en los que un niño, maza en mano, esperaba atento a que asomase la cabeza desde un agujero un cocodrilo (creo) para atizarle. Ayer quise escribir una entrada sobre mis últimas y amargas experiencias con el director del cortijo-festival de teatro Lazarillo, pero me reprimí por no acabar recibiendo un mazazo (que sí, que al final solamente es de gomaespuma y da risa, pero oye, uno tiene su orgullo). También quise escribir sobre lo que hablé con un amigo que vino ayer solamente a hacer terapia y a quejarse de... "Manzanares", pero poner lo que pienso de los lugareños y sus contumbres es peligroso (en ese sentido son como un paleto "ramoncín"). Hace poco programaron en el Gran Teatro a Victor Manuel, por lo que se me ocurrió escribir algo sobre la vida cultural, sobre qué se programa, cómo, y por qué (cosa que aunque sea tangencialmente, conozco) pero de nuevo sería buscarme "problemas" (una vez, alguien cercano al ayuntamiento me dijo que no comprendía cómo alguien que no vota tiene la desfachatez de quejarse y exigir cosas... y me miró a los ojos... Yo pensé, cómo sabe éste que yo no voto?... Y me reí por ser tan ingenuo)... Y podría seguir... A veces pongo algo en el facebook, lo cual es lo lógico en estos tiempos, pero no sé por qué, en primera instancia, sigo pensando en este estúpido blog...
Supongo que la nefasta experiencia con lo más amargamente profundo de la ranciez humana hace unos meses por culpa de dos impresentables (casi me busco la ruina, no sólo económica sino física...) tiene mucho que ver. Sé que es algo que tengo que digerir de a poco, pero no puedo hacer como mi antiguo profesor Gabriel Albiac, que se autodiagnosticó fobia al edificio de filosofía de la Complutense e íbamos a sus clases a otro edificio (igual es sólo una leyenda urbana pero incluso así, es d emis preferidas) y diagnosticame fobia a Manzanares... En el afán de marcharme de aquí estamos, pero la suerte nunca ha sido mi aliada, y con eso he de contar.
Vivir aquí es asumir que los niveles de rabia contenida estén siempre en rojo, y cada uno ha de aprender a sobrellevarlos lo mejor que pueda. La evasión (que es como la pesa de la olla expres que libera presión) es necesaria y obligatoria, y algunos la llevan mejor que otros. El defecto es que soy incapaz de llegar a la lobotomía consensuada, pero por fortuna tengo a mi peke, Madrid, mis amigos, mi muñeca rusa, Dio, mi vater y mi municipal piscina cubierta.
Estas líneas son como tirar la piedra y esconder la mano, digo que estoy como en "un día de furia" pero no digo por qué; pero pienso que no merece la pena decirlo.



3. Con respecto al blog he llegado al punto de pensar qué hacer realmente con él. De un modo más o menos visible estoy expuesto, o mis opiniones están expuestas, pero como dije antes, yo soy mi peor censor. Es el signo de los tiempos, a la más mínima se esgrime como fundamental la libertad de opinión, pero en el fondo todo se queda en medianía porque somos unos cobardes (ojo, yo el primero), o porque no queremos problemas, o porque pensamos que, qué cojones, qué más da lo que pensemos o lo que piensen que pensamos...

4. Yo no tengo casa, o más concretamente, no tengo hogar. Normalmente como en un sitio, duermo en otro, me aseo en otro y me evado en cualquier parte. Me niego a considerar La Pecera como mi hogar, aunque sea el lugar donde más tiempo paso. Mis cosas o están en cajas o no sé dónde están; sé dónde está mi hogar pero el mundo es como es. Un cuarto propio, como diría Virginia Woolf; yo con un vater propio me conformaría. Por fortuna tengo a Celia, pero soy el peor nómada que pueda haber.

5. Me gustaría ser como Nels Cline...


6. En el fondo, y sin que suene a coña, lo único que quería decir es que estoy hasta los huevos de lluvia, de cielos grises, de sensación de frío, de hibernación forzada y forzosa. Prometo que diré algo de algún libro la próxima vez.

1 comentario:

Anonymous dijo...

mmm...el invierno ha sido duro , eh??

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