Juan Miguel Contreras
La Aventura de la historia, ISSN 1579-427X, Nº. 225, 2017, págs. 24-27
I.
El atlas anatómico de Pernkopf, el Topographische Anatomie des Menschen (Atlas de Anatomía y Topografía
Aplicada Humana), iniciado en 1933 y concluido en 1960, es considerado una de
las obras anatómicas más importantes de todos los tiempos, a la altura de De Humani Corporis Fabrica de Andreas Vesalius. Los cuerpos que diseccionó para ello, muy posiblemente, procedían
de los campos de exterminio. En sus distintos volúmenes se incluyen más de 800 acuarelas hechas
por un equipo de cuatro artistas, consideradas aun hoy como auténticas obras de
arte a pesar de incluir muchas de ellas la esvástica en la firma de dos de sus
autores. Pernkopf fue nombrado decano de la
facultad de Medicina en 1938, y rector de la Universidad de Viena en 1943, gracias
no sólo a sus credenciales académicas, sino también a su filiación política.
Puede resultar sorprendente que el aura maldita que desde su
publicación ha perseguido a este atlas fuese obviada durante décadas, y que
además, debido a su relevancia científica, haya sido utilizado
por estudiantes, médicos e investigadores de todo el mundo, reimprimiéndose con normalidad en varios idiomas sin que eso
supusiera ningún problema moral. Sin embargo, desde que a mediados de los años
ochenta se constató el origen de la mayor parte de los cuerpos diseccionados,
la controversia y los distintos puntos de vista que defienden o reprueban su
uso no han hecho más que crecer.
Durante
la década de 1990, gracias a diversos estudios, la visión sobre Eduard Pernkopf
y su atlas cambió por completo. Ya
no era posible ver su contenido sin tener en cuenta tanto su historia como la
de su autor. Una serie de
artículos y libros sobre la medicina durante el Tercer Reich sacaron a la luz la
relevancia de Pernkopf y se empezó a cuestionar la idoneidad del uso de su
atlas anatómico. En febrero de 1997, el Rector de la Universidad de Viena,
Alfred Ebenbauer, anunció que había formado una comisión para investigar el
asunto, y en octubre de 1998, emitió su informe final. Debido a que la mayor parte de los
registros de la Universidad de Viena habían sido destruidos por los bombardeos
aliados durante la guerra, el seguimiento de los orígenes de los 4.000 cuerpos
adscritos al Instituto de Anatomía resultó difícil. Mediante el uso de los registros y
restos conservados, la comisión pudo determinar que, además de varios centenares
de fetos y cadáveres de niños procedentes del programa de “eutanasia” realizados
en diversos institutos psiquiátricos, los cuerpos de al menos 1.377
personas ejecutadas acabaron en el Instituto. De
éstos, sólo ocho pudieron ser identificados como judíos. De la gran mayoría de los 2.600
restantes no se pudo determinar su procedencia, así que se les catalogó como
fallecidos por causas naturales. No
se encontró ninguna indicación sobre víctimas provenientes de los campos de
concentración. Dos tercios de
las ejecuciones fueron por razones políticas (“delitos de resistencia y alta
traición”). El resto fueron
ejecutados por delitos menores como el robo de carteras. Estos 1.377 cuerpos aparecían asignados a un
anatomista concreto. Sorprendentemente, solo unos pocos de los ejecutados por
delitos menores aparecían asignados a Pernkopf. Cuesta creer que, dada la meticulosidad y relevancia
del trabajo encargado a Pernkopf, tan solo unos pocos de los 1.377 individuos que fueron
asesinados entre 1938 y 1945 acabaran en la mesa de disección de Pernkopf. ¿Y
qué pasaba con los otros 2.600 restantes que por falta de documentación fueron tenidos
como fallecidos por causas naturales? A pesar de todo, nada parecía eximir de
responsabilidad a Pernkopf, decano, rector y el anatomista más importante de dicho periodo.
Pero, ¿quién era Eduard Pernkopf? ¿Qué
contenía y quién era esa persona al frente de la elaboración de tan relevante atlas
anatómico, considerado una maravilla editorial, una obra de arte criminal y
maldita, ilustrada vívidamente por los mejores pintores y acuarelistas
comerciales de Austria cuando esta nación estaba bajo el influjo y yugo del
Tercer Reich?
![]() |
Eduard Pernkopf el 6 de abril de 1938, Facultad de Medicina de la Universidad de Viena |
II.
Eduard Pernkopf nació en Rapottenstein en 1888, un pequeño
pueblo al sur de Austria. Era hijo de un médico en ejercicio y el
menor de tres hermanos. De niño mostró
un gran interés en la música, pero al fallecer su padre en 1903, y con
el fin de ayudar a su familia, decidió continuar la carrera paterna. Tras varios cursos preparatorios, se
matriculó en la Escuela de Medicina de Viena en 1907. Allí se unió a una
fraternidad estudiantil de marcado cariz nacionalista, Die Akademische Burschenschaft Allemania, fundada en 1815, la cual, durante el régimen nazi, pasó a ser en uno
de los bastiones principales, ideológicamente hablando, de las tesis sobre
eugenesia y supremacía racial. Tras titularse como médico en 1912, Pernkopf
encontró trabajo como asistente en el Instituto Anatómico de Viena, cuyo
director, Ferdinand Hochstetter, pasó a ser su tutor, enseñándole anatomía
topográfica. Tras la I Guerra Mundial, donde se alistó como médico, Eduard
se habilitó en anatomía en 1921, convirtiéndose en profesor extraordinario en
1926 y, en mayo de 1928, en profesor de anatomía en la Universidad de Viena. La habilidad de Pernkopf con el bisturí dejó
impresionado a Hochstetter desde el momento que pudo verle diseccionando un
cuerpo por primera vez. En pocos años fue capaz de descubrir capa por capa la
epidermis de la cara, dejar al descubierto arterias con los vasos principales
que las ramifican, o desollando con una precisión y maestría asombrosa, y
sin lesionar, músculos, venas o cartílagos.
Pocos meses antes de su nombramiento como director del Instituto,
Pernkopf ya había empezado a trabajar en un manual de laboratorio, una guía de
disección del cuerpo humano que sirviera de apoyo para los estudiantes. Pernkopf
había buscado textos y atlas para apoyar la tarea pedagógica que tenía
asignada, pero ninguno lo satisfizo. Teniendo en cuenta sus ideas sobre
eugenesia, raza y trascendencia vital del destino del pueblo alemán, lo que
comenzó como un simple material de soporte para las clases, pronto adquirió
nuevas dimensiones más ambiciosas.
La reputación
que comenzaba a tener hizo que, a finales de 1933, la editorial Urban &
Schwarzenberg le hiciese una oferta para publicar su proyecto. Dicho encargo
colmaba sin duda el tamaño épico de los sueños de Pernkopf: un atlas anatómico completo
en cuatro volúmenes, divididos en siete libros, editado lujosamente gracias a
los avances tecnológicos en materia reprográfica que hacían posible la impresión
a cuatro colores. El atlas reproduciría fielmente el palpitante, intrincado y
viscoso interior del cuerpo humano gracias a las más de 800 láminas que
contendría.
El oscuro objeto de deseo de Pernkopf transformó sus hábitos
de vida. Se dice que Eduard era un hombre obsesivo: diariamente se levantaba a
las cuatro de la mañana, dictaba notas que luego transcribía su mujer para sus
clases, el atlas o sobre cuestiones administrativas y después se sumía con
febril diligencia en su trabajo, al que dedicaba 14 horas al día, pues no siempre
su bisturí era tan diestro y certero como su contumaz perfeccionismo, y los
cuerpos perdían la viveza, textura y detalle que buscaba reproducir; también
fumaba exactamente 15 cigarrillos diarios y leía con compulsión a Schopenhauer.
Toda su rutina estaba llena de orden y manías inalterables. El consumo de
Pervitin, una metanfetamina de uso masivo entre la población, afianzaba aún más
su inalterable ánimo. Su vida giraba en torno a las ideas de disciplina y
lealtad; disciplina para culminar la obra para la que pensaba había sido
destinado y lealtad sin ambages al Partido nazi. Su sueño fue materializándose
hasta adquirir magnitudes tan delirantes, colosales y desmesuradas como el
régimen que le facilitó poder llevarlo a cabo.
Pernkopf
organizó su atlas en cuatro regiones. Pecho, región pectoral y extremidades
superiores; abdomen, región pélvica y extremidades inferiores; cuello y, por
último, anatomía topográfica y estratigráfica de la cabeza. Con la firma del
contrato de edición con Urban & Schwarzenberg, Pernkopf culminaba un año
perfecto de cara a sus intereses, pues también en 1933, como ferviente creyente
del nacionalsocialismo, se unió al NSDAP (algo que tuvo que hacer en secreto,
pues las leyes austriacas lo prohibían en ese momento) y a la Sturmabteilung, o
camisas pardas, un año más tarde.
Al
igual que Pernkopf, los artistas contratados por él también eran miembros
activos del Partido. El jefe de ilustradores era Erich Lepier (1898-1974),
quien durante algún tiempo firmó sus pinturas con la esvástica (la edición inglesa, en dos volúmenes, de 1964 aún incluía dichas
firmas). El equipo lo completaba Ludwig Schrott, Jr. (1906-1970), Karl
Endtresser (1903-1978), cuyas dos “eses” de su apellido tenían una
característica forma en su firma, y Franz Batke (1903-1983).
El
primer volumen, que consta de dos libros, se publicó en 1937, y el segundo en
1941. Entre uno y otro se dio un acontecimiento que impulsó el, ya de por sí, la
carrera de Eduard Pernkopf. El 2 de abril de 1938, menos de un mes después de
la invasión de Austria por Hitler, fue nombrado decano de la Facultad de Medicina
de la Universidad de Viena. El 6 de abril dio un discurso en el que exponía
claramente su punto de vista político, acelerando así su ascenso a la primera
posición en la Universidad. Ante un público receptivo y entusiasta, el mimado
anatomista habló con vehemencia sobre la necesidad de “la higiene racial”, “la
eliminación de lo defectuoso”, la esterilización y “el control de los
matrimonios”, todo ello sustentado y justificado gracias al hombre “en quien la
leyenda de la historia ha florecido”.
Una
de sus primeras decisiones en el cargo fue expulsar de la facultad a
todos los judíos y demás miembros indeseables por sus ideas políticas (en
total, 153 de los 197 miembros; entre ellos, tres premios Nobel). La mayoría de ellos fueron deportados
a campos de concentración como Theresienstadt y Dachau. Ocho aparecieron
ahorcados en la parte trasera del instituto y existen indicios de que pudieron terminar
como “modelos” para el atlas. En 1943 fue nombrado Rector Magnífico de la Universidad de Viena. Su ascenso no podría haber ocurrido
sin la aprobación del Ministerio de Educación, controlado por el NSDAP, en
Berlín.
Aunque
nunca fue acusado de crímenes de guerra, fue detenido en agosto de 1945 y pasó casi
tres años en un campo de prisioneros aliado cerca de Salzburgo. Tras su puesta
en libertad, todo lo que había sustentado y dado sentido a su vida había
desaparecido, o casi. Sin herramientas ni habilidades sociales para
incorporarse a la vida pública, Pernkofp no pudo más que regresar a la
Universidad de Viena, aunque despojado de todos sus títulos. Su intención era
reanudar su trabajo y terminar el atlas. Se le asignó una sala en el
departamento de Neurología y allí se reunió de
nuevo con los ilustradores Batke, Endtresser, Schrott y Lepier. En estas condiciones, Pernkopf compiló
y publicó el tercer volumen en 1952. Murió el 17 de abril de 1955 a causa de un
derrame cerebral mientras trabajaba en el cuarto, que posteriormente terminaron
Werner Platzer y Alexander Pickler, y fue publicado en 1960. Resulta tentador
pensar que quizá a alguno de los dos se le pasó por la cabeza diseccionar al
propio Pernkopf e incluirlo en su, horrores
aparte, magnificente atlas, pero no existen pruebas de ello.
Después de todo, la pregunta
final sigue siendo la misma, ¿debería seguir usándose o por el contrario
debería prohibirse el Atlas de Pernkopf?
Tomo 1 en pdf: http://www.mediafire.com/file/c9xb5h6w9c1ej4x/pernkopf+tomo+1+by+gmolate.pdf
Tomo 2 en pdf: http://www.mediafire.com/file/z2spus27h7dhv8k/pernkopf+tomo+2+by+gmolate.pdf
8 comentarios:
Yo creo que deberia publicarse, y que hubiera mayor rigor histórico y literario.
Una obra maestra, le pese a quien le pese.
No. Es mejor no utilizarlo. Y no escuchar a Wagner. Y no leer a Nietzsche. No llevar ropa de Hugo Boss. No comprar Volkswagen ni Porsche... Cuánta tontería.
Los americanos, tan pragmáticos ellos, fueron más inteligentes y -entre otros ejemplos- no le pusieron pegas a Werner Von Braun y su pasado de nazi convencido, y gracias a ello fueron los primeros en llegar a la Luna.
Muchas gracias por los links de descarga, pese a su oscuro origen este es un gran material de estudio.
Opino que debe publicarse, pues la información ahí es invaluable...
El poder adquicitivo judio no lo permite.
Muchas gracias
Pasa el link hermano
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