Robert  Greenfield se  embarcó como  cronista en la gira de los Rolling Stones por Estados  Unidos en 1972. Esos años cambiaron de manera radical el modo de entender  la música, sobre todo el negocio, y la lectura de un libro como "Viajando con los Rolling Stones" y esa gira en particular del 72 resultan especialmente reveladores. Los  60 quedaron atrás y la música se convirtió en un gran, gran negocio. Los grupos tuvieron que profesionalizarse de una manera no vista anteriormente. Todo se empezó a controlar al detalle... Promoción, imagen, gira.... ¿gira? Hablamos de sus satánicas majestades, por lo que si era imposible que una gira de Cher fuese normal, mucho menos la de la más famosa  banda del mundo. ¿Qué importa Chicago si reciben una invitación a pasar unos días en la  mansión de Playboy? La máxima implícita frente a la industria era, "exprímeme, sángrame, estáfame, saca toda la plusvalía que puedas de mí, mátame incluso, pero déjame hacer todo lo que me salga de los huevos y sálvame de las consabidas y siempre engorrosas detenciones policiales".
 En el libro de Greenfield, y recuerdo de memoria porque mi ejemplar está en otras manos, la música poco importa  dado que escasamente hace su  aparición en forma de comentario  ocasional. Por el contrario, el planteamiento y descripción  de los entresijos del grupo  humano que rodea a los Rolling es  impactante. Y la libreta de Greenfield se llena velozmente. De hecho, esa fue la única vez que Jagger ha permitido a un periodista seguir una gira de los Stones con el pase de "Access all areas". La corte que forma el  núcleo duro de la gira vela por los  intereses de los Rolling,  encargándose de "interpretar" sus deseos, a la hora que sea, donde sea y como sea. Al final todo es tan caótico que peticiones expresas se mezclan con "sugerencias" y simples comentarios al vuelo, provocando escenas de lo más delirante, de  manera que, un comentario  trivial de Mick Jagger sobre las vistas desde  su habitación, provocan el cambio de hotel ante la indiferencia del  cantante. Dentro del equipo de  la gira (que incluye diferentes facciones  de intereses contrapuestos, Richards por un lado, Jagger por otro, un Taylor perdido de un modo totalmente kafkiano entre aquel delirio, un Watts misterioso que juguetea con las damas y la heroina y un asqueado Wyman ávido de Lolitas)  los ascensos o las caídas en desgracia se  suceden con la misma rapidez que  vemos pasar las ciudades, conciertos, altercados y bacanales; si curras con los Rolling seguramente un día acabes prefiriendo a la pasma antes que a unos enfurecidos Keef y Mick, aunque si hay diversión, en ningún otro lugar desearás estar...
En el libro de Greenfield, y recuerdo de memoria porque mi ejemplar está en otras manos, la música poco importa  dado que escasamente hace su  aparición en forma de comentario  ocasional. Por el contrario, el planteamiento y descripción  de los entresijos del grupo  humano que rodea a los Rolling es  impactante. Y la libreta de Greenfield se llena velozmente. De hecho, esa fue la única vez que Jagger ha permitido a un periodista seguir una gira de los Stones con el pase de "Access all areas". La corte que forma el  núcleo duro de la gira vela por los  intereses de los Rolling,  encargándose de "interpretar" sus deseos, a la hora que sea, donde sea y como sea. Al final todo es tan caótico que peticiones expresas se mezclan con "sugerencias" y simples comentarios al vuelo, provocando escenas de lo más delirante, de  manera que, un comentario  trivial de Mick Jagger sobre las vistas desde  su habitación, provocan el cambio de hotel ante la indiferencia del  cantante. Dentro del equipo de  la gira (que incluye diferentes facciones  de intereses contrapuestos, Richards por un lado, Jagger por otro, un Taylor perdido de un modo totalmente kafkiano entre aquel delirio, un Watts misterioso que juguetea con las damas y la heroina y un asqueado Wyman ávido de Lolitas)  los ascensos o las caídas en desgracia se  suceden con la misma rapidez que  vemos pasar las ciudades, conciertos, altercados y bacanales; si curras con los Rolling seguramente un día acabes prefiriendo a la pasma antes que a unos enfurecidos Keef y Mick, aunque si hay diversión, en ningún otro lugar desearás estar... La  persecución de las grouppies  se mezcla con la represión  policial en los convulsos primeros  setenta. Los Rolling Stones por los Estados  Unidos son como unos apátridas aristócratas con patente de corso para hacer lo que les venga en gana. Todo es un frenético carrusel, el cual te sumerge en un torbellino donde se suceden orgías, drogas y sexo a mansalva, depresiones nerviosas,  encontronazos con la policía... Truman Capote, enviado en calidad de corresponsal de la revista Rolling Stone, abandona la gira contrariado y asqueado de todo. No es dificil de entender que este libro se convirtiera en un clásico del periodismo  contracultural y que a Jagger no le gustase (se cuentan demasiadas cosas que nadie se atrevió a desmentir ni a contrastar, ejemplo, un viaje relámpago a Canadá para comprar mercancia de la buena entre bolo y bolo es sorprendido por un control policial en un aeropuerto, que por las descripciones debía de ser más una pista y una torre de control enana en mitad de la nada. Cuando todo parece indicar que Keith acabará en chirona, Jagger llama a la mujer del primer ministro canadiense, el cual  llama a su vez dando precisas instrucciones y todo acaba con el grupo cogiendo el avión y llegando al concierto. No se dice la cantidad de "mierda de la buena" que llevaban ni se afirma que Jagger y la esposa del ministro tuvieran más que palabras, pero todo queda "dicho" de tal manera que a uno le caben pocas dudas sobre su veracidad). En el magnífico prólogo de Diego A. Manrique, se pueden leer cosas como: "La grandeza del libro de Greenfield reside en la nitidez  con que retrata el paisaje de fondo -un país polarizado- y la dinámica  interna de un Stones Touring Party: los círculos de poder, las caídas en  desgracia, las subidas y bajadas de energía general, el sentimiento de  formar un clan aparte, la degradación colectiva, la psicosis que ataca a  todos al final del trayecto." La sensación  de caos viene acompañada por el estilo  directo del autor, que no ahorra  detalles a la hora de describir  este particular descenso a los  infiernos.
La  persecución de las grouppies  se mezcla con la represión  policial en los convulsos primeros  setenta. Los Rolling Stones por los Estados  Unidos son como unos apátridas aristócratas con patente de corso para hacer lo que les venga en gana. Todo es un frenético carrusel, el cual te sumerge en un torbellino donde se suceden orgías, drogas y sexo a mansalva, depresiones nerviosas,  encontronazos con la policía... Truman Capote, enviado en calidad de corresponsal de la revista Rolling Stone, abandona la gira contrariado y asqueado de todo. No es dificil de entender que este libro se convirtiera en un clásico del periodismo  contracultural y que a Jagger no le gustase (se cuentan demasiadas cosas que nadie se atrevió a desmentir ni a contrastar, ejemplo, un viaje relámpago a Canadá para comprar mercancia de la buena entre bolo y bolo es sorprendido por un control policial en un aeropuerto, que por las descripciones debía de ser más una pista y una torre de control enana en mitad de la nada. Cuando todo parece indicar que Keith acabará en chirona, Jagger llama a la mujer del primer ministro canadiense, el cual  llama a su vez dando precisas instrucciones y todo acaba con el grupo cogiendo el avión y llegando al concierto. No se dice la cantidad de "mierda de la buena" que llevaban ni se afirma que Jagger y la esposa del ministro tuvieran más que palabras, pero todo queda "dicho" de tal manera que a uno le caben pocas dudas sobre su veracidad). En el magnífico prólogo de Diego A. Manrique, se pueden leer cosas como: "La grandeza del libro de Greenfield reside en la nitidez  con que retrata el paisaje de fondo -un país polarizado- y la dinámica  interna de un Stones Touring Party: los círculos de poder, las caídas en  desgracia, las subidas y bajadas de energía general, el sentimiento de  formar un clan aparte, la degradación colectiva, la psicosis que ataca a  todos al final del trayecto." La sensación  de caos viene acompañada por el estilo  directo del autor, que no ahorra  detalles a la hora de describir  este particular descenso a los  infiernos.  Dentro del caótico ritmo de lecturas que llevo (causado principalmente por unos estudios gremiales de inmimente puesta a prueba) últimamente han caído varios libros sobre músicos. Sacar a colación "Viajando con los Rolling Stones"  en el post anterior, me ha hecho animarme a verbalizar  la opinión  de que cualquier libro sobre música moderna, independientemente del  estilo, puede ser tanto o más interesante que la muchas de las  novelas que se agolpan en las secciones de novedades  (aquí en la Pecera, sección...). Me explico. Un libro que narre las andanzas de los Motley Crüe,  de David Bowie, de Charlie  Parker, o Capricorn Records,  o sobre  personajes satélite (el maravilloso libro que acaba de salir de Patti Smith sobre Robert Mapplethorpe) o incluso sobre una sóla canción ("Like a Rolling Stone" de Greil Marcus), tiene todas las papeletas para, en principio,  ser una novela redonda que los críticos mirarán con condescendencia y apartarán a la sección de biografías, subgénero "musicos" (es decir , lo peor, salvo que sea sobre un reputado músico de jazz, que parece que últimamente queda bien). Y digo que en principio pueden ser novelas redondas, pero lo digo en sentido positivo, porque estos libros  suelen estar escritos con un notable pulso narrativo por  periodistas  musicales (los anglosajones nos dan mil vueltas en eso) y rebasan el género de "ascenso, caída y posterior redención al uso de un músico". Sí, la máxima "Sexo, drogas y rock and roll" está  omnipresente en la mayoría de esos libros, pero siempre hay mucho más. Leyéndolos, a veces, tienes la sensación de estar ante buenas novelas donde, despojadas de su cariz "biográfico", reflejo de cierta realidad, lo que se narra con gran pulso son historias que otorgan una sucia y luminosa  visión del  alma humana, con toda su grandeza y miseria. Lástima que nadie se haya dignado a traducir en este país a Lester Bangs... y luego está "Cocksucker Blues" pero eso ya es algo que se me va...
Dentro del caótico ritmo de lecturas que llevo (causado principalmente por unos estudios gremiales de inmimente puesta a prueba) últimamente han caído varios libros sobre músicos. Sacar a colación "Viajando con los Rolling Stones"  en el post anterior, me ha hecho animarme a verbalizar  la opinión  de que cualquier libro sobre música moderna, independientemente del  estilo, puede ser tanto o más interesante que la muchas de las  novelas que se agolpan en las secciones de novedades  (aquí en la Pecera, sección...). Me explico. Un libro que narre las andanzas de los Motley Crüe,  de David Bowie, de Charlie  Parker, o Capricorn Records,  o sobre  personajes satélite (el maravilloso libro que acaba de salir de Patti Smith sobre Robert Mapplethorpe) o incluso sobre una sóla canción ("Like a Rolling Stone" de Greil Marcus), tiene todas las papeletas para, en principio,  ser una novela redonda que los críticos mirarán con condescendencia y apartarán a la sección de biografías, subgénero "musicos" (es decir , lo peor, salvo que sea sobre un reputado músico de jazz, que parece que últimamente queda bien). Y digo que en principio pueden ser novelas redondas, pero lo digo en sentido positivo, porque estos libros  suelen estar escritos con un notable pulso narrativo por  periodistas  musicales (los anglosajones nos dan mil vueltas en eso) y rebasan el género de "ascenso, caída y posterior redención al uso de un músico". Sí, la máxima "Sexo, drogas y rock and roll" está  omnipresente en la mayoría de esos libros, pero siempre hay mucho más. Leyéndolos, a veces, tienes la sensación de estar ante buenas novelas donde, despojadas de su cariz "biográfico", reflejo de cierta realidad, lo que se narra con gran pulso son historias que otorgan una sucia y luminosa  visión del  alma humana, con toda su grandeza y miseria. Lástima que nadie se haya dignado a traducir en este país a Lester Bangs... y luego está "Cocksucker Blues" pero eso ya es algo que se me va...
Viajando con los Rolling Stones, Robert Greenfield, Ed. Anagrama, 2005. 15,00€
 
 
1 comentario:
Mañana comprare ese libro sin falta.Gracias
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