martes, 17 de septiembre de 2013

Cuando te canses de pegarte con la vida... Dos discos de Alfa, "El segundo oficio más viejo del mundo" y "Autorretrato de un hombre invisible".


Foto: Carolina Galiano

Foto: Carolina Galiano
La semana pasada me llegaron a casa dos discos de Alfa, o Alfredo F. García, antiguo líder de Le Punk y piedra angular de ese maravilloso grupo de culto que fue Buenas Noches Rose. Coincidimos hace meses gracias a Pax, su batería y amigo común, en un concierto; hablamos un poco y quedamos en enviarnos cosas, yo mi libro y él alguno de los discos que está sacando. Me ha enviado dos EP, de cinco y cuatro canciones. Escucharlos estos días, en unas condiciones propicias (ambos discos están en youtube, pero la cosa cambia escuchados en mejor calidad), me ha hecho preguntarme muchas cosas. Les estoy sacando el jugo a conciencia. Parece fácil, pero no lo es tanto. Me he acordado de cuando Ray Manzarek decía que escuchar los discos de The Doors requería cierto habito, escuchar veinte minutos, levantarse o dejar lo que se estuviera haciendo, darle la vuelta al vinilo, y escuchar otros veinte. Sólo así se podía escuchar su música, decía. De hecho, en casa, si pongo algún CD de los Doors, porque me pilla más a mano que el vinilo, no los escucho enteros, siempre acabo quitándolos al rato. Cuando los pongo en vinilo sí los escucho enteros. Todo esto viene al caso porque desde que tuve conocimiento de lo que estaba haciendo Alfa con su música (publicar cada poco tiempo un pequeño puñado de canciones) me preguntaba el porqué. Para saberlo debería preguntárselo directamente a él, cosa que espero hacer, y de paso algunas preguntas más que no vendría mal currarme para hacerle una entrevista de verdad, así que todo esto no son más que disgresiones mías sobre escuchar música. Es obvio que me encantó recibir ese paquete. Sigo pensando que regalar discos es lo mejor que se puede hacer (y libros y películas) con alguien, por lo que me gusta darle la importancia que creo que tiene. En este caso, lo primero que me agradó fue el artwork tan currado y bonito. Nada fuera de lo común, en uno prima el blanco y negro y en el otro el color algo saturado y rugoso de las noches en vela. ¿Pero 5 y 4 canciones? ¿No es eso muy poco? Quizá, pero he llegado a la conclusión, escuchándolos despacio, que no. Repasando mis últimos años de compra y descarga de discos, ha sido triste para mí reparar en que no recuerdo los títulos de las canciones de los que de veras me han gustado ni creo ser capaz tampoco de asegurar cuántas veces los he escuchado enteros y atentamente.... Me pierdo a la 8 o 9 canción, es así... No tengo el descanso cada veinte minutos, como recomendaba el añorado señor Manzarek. ¿Los discos ya no se escuchan como antes? Es muy posible que así sea. ¿Y eso es malo? En principio no, pero hay algo que no encaja y hace que sí, que sea peor que antes, es lo que tiene convertir en normal lo extraordinario, cuando uno se quita la escafandra ya no repara en el aire que respira (antes uno se ponía música y elegía qué quería escuchar, ahora está constantemente si quieres, sin parar). Yo, en mi caso y refiriéndome a mi vida melómana personal, he caído en ello sin remisión. Admito haber reculado en el pasado, a la hora de comprar algún disco, si comprobaba que el track list constaba de 9 o 10 canciones, y no 15 o 16. Y ya de las reediciones ni hablamos, era capaz de tildar de robo si el Deja Vú de CSN&Y venía únicamente con sus 10 luminosas y sublimes canciones. Para correrme a gorrazos, lo sé, pero en mi defensa diré que suena ahora mismo, en un intento de redención (y avería). Recuerdo tener en una mano la reedición de "Forever Changes" de Love con descartes, ensayos y demás y en la otra la edición normal, y me compré la que más canciones tenía... como si al no hacerlo me estuvieran timando... Y al final, cuando quiero escuchar ese disco, resulta que me pongo el vinilo (lo compré porque quería preservar mi vinilo, ya ves tú qué gilipollez más grande), aunque esté algo cascado, porque quiero que ese disco capte mi atención y no que pierda el hilo al rato... Qué triste... pero es así... y ya ni te cuento lo que significa escuchar los dichosos archivitos en mp3... Ya no es que pierda el hilo ni sepa qué canción estoy escuchando, es que el grupo en sí se disuelve y muchas veces termina quedándose en nada... Como mucho, si el disco es bueno, consigo retener las 4 o 5 primeras canciones, y esas son las que crecen, por eso los discos ahora empiezan como torpedos... Posiblemente habré dejado de prestar atención a varias decenas de discos que seguramente sean cojonudos porque el grupo ha pensado que el orden de las canciones merecía un discurso narrativo o emocional distinto al "tobogán" hoy imperante. Si ese orden está basado en una U (empieza alto, baja de intensidad y el tercio final sube) seguramente medio disco ni lo habré escuchado (se me viene a la cabeza el "West" de Lucinda Williams, el "Jupiter´s Darling" de Heart, o el "It´s not human" deThe Cubical), y ya si es de esos discos que van de menos a más ni lo cuento... ¿Con esto quiero decir que si no llego a conocer a Alfa y ha cruzar amables palabras con él, dificilmente me hubiese comprado sus discos? Tal vez, pero no quiero olvidar que me interesa todo lo que Alfa pueda hacer, pues como artista me parece indispensable y el precio de esos discos es casi ridículo (la balanza precio/canciones roza lo punible si "pasas de pasar por caja"). Como su idea es publicar un disco cada poco tiempo (a punto está de aparecer "El ocaso de los cines Luna"), seguramente yo hubiera esperado un tiempo prudencial y me hubiera hecho de golpe con todos a la vez. Me alegro de que el azar haya hecho lo que ha hecho conmigo y con su música... "El segundo oficio más antiguo del mundo" y "Autorretrato de un hombre invisible" son dos joyas que, a la espera de hacerme con el primigenio "22 de octubre" en vinilo, se pueden tomar como la cara A y la cara B de un disco que, de existir, se podría calificar de sublime. ¿Exagero? No lo creo, a las canciones me remito. ¿Ahora sería el turno de los calificativos...? Real, poético, visceral, áspero, delicado... No, prefiero bucear en el increíble poso musical que envuelve unas letras tan certeras como evocadoras en donde se adivina un duro trabajo tras ellas. Si existe un punto intermedio entre la lírica de José Ignacio Lapido y la de Quique González (ay, si éste hubiera firmado un disco con estas canciones... medio ruterío estaría aún entrempado, por no hablar de una Rolling Stone noqueada y una Efe Eme jugando al despiste para no caer en el panegírico por culpa de los prejuicios de los que hacen gala mes sí, mes no), ahí estaría Alfa.

Foto: Carolina Galiano

"Musa del viento del sur, tus hilos mueven mi rueca. Que no se amargue tu miel, que no se enfríe tu cera". Así comienza "Las rosas de Caín", blues pantanoso con el que se abre "El segundo oficio más viejo del mundo", el cual nos retrotrae directamente a los tiempos de "La danza de araña". El riff arenoso del Buzuki doblando una sangrante letanía explota con ese irrumpir de batería que sólo Pax sabe hacer tan bien y que si Levon Helm y Jim Dickinson allá donde estén la escuchan, seguro que les hace felices. Y de golpe lo vez, ves a una banda de escándalo, puliendo un legado musical que aunque no sea "nuevo" no por ello es menos vital y necesario. "El camino de regreso a casa" ralentiza el ritmo y pide que le prestes atención, descubriendo una letra sentimental y doliente, quizá sobre esa clase de amistad que el paso del tiempo se empeña en hacernos olvidar, donde la palabra amor no está de más, y donde tras el fracaso y el orgullo por un pasado glorioso se esconde un intento por tender la mano y saldar cuentas, mostrando una madurez que por fronteriza no es menos real. Si esto parece poco, escuchar acto seguido "Después de la tormenta" y "¿Cuántos soñaron contigo?" te desarman con su cadencia dylaniana justo antes del accidente de Woodstock pero con la vista puesta en Blood on the tracks ("A veces no sueno contigo, y la mañana me despierta en brazos de un dolor dormido, sumido en una nueva espera" canta en "Después de la tormenta", y "¿Cuántos soñaron contigo?" es sencillamente deliciosa, donde la cita a "Maria de la O" lejos de ser anecdótica se torna primordial, pero ese es otro tema); con unos arreglos de viento certeros y primorosos y un Hammond que se desangra mortalmente, son dos canciones soberbias. Cierra "El amor era un boomerang" y bajo la base un rock luminoso que agasaja el pulso y te deja como al propio Alfa en la foto que acompaña al libreto en esa página, con una media sonrisa, con cara de ensoñación y ojos confiados. Con espíritu de himno, Alfredo canta sentido y contenido, con cadencia de bardo resabiado que sabe algo que los demás no. Será que el amor sólo es un juego donde siempre se tiene mala mano...

Y termina el disco y uno se queda con ganas de más... Pero sólo hay una opción, volver a pulsar play y descubrir aspectos nuevos en lo que no reparamos antes o pulir el oído en unas canciones que son como una casa donde reposar. La banda base, Dani Patillas, Ignacio Khoury y Pax, es para blindarle el contrato de por vida (ojo con Khoury, Dani es todo un caballero que nunca falla, y de Pax ya está todo dicho). El día que consigan un teclista que encaje (económica y humanamente), la cosa puede ser directamente de aúpa.

Foto: Jaime Sánchez

Pero también está la opción de, habiendo escuchado veinte minutos, te levantes o dejes lo que estés haciendo y le des la vuelta al disco, pues a mí me ha dado por ver en esas cinco canciones la cara A de mi disco ideal. ¿La cara B sería entonces "Autorretrato del un hombre invisible"? Sí, hoy sí. Pero como al cd no se le puede dar la vuelta... No, en serio. Si "El segundo oficio más viejo del mundo" sentaba las bases de un camino a seguir (pero que para hablar de la historia de Alfa resulta redundante, porque es algo que lleva toda la vida haciendo), "Autorretrato de un hombre invisible" mantiene el pulso firme, pero a la vez tiene matices distintos. Abre "Euterpe" con cierto aire British, como si un denso e inspirado Ian Hunter versionara al último Tom Petty. La letra, tomando a la musa como imagen y rehén, plantea de manera genial la confesión de que la música es un destino que nunca tendrá otro fin más que su propia continuidad. "Alfa" es un blues rabioso de esos que tan bien compone Alfredo, respaldado por la banda en estado de gracia, sonando como un búfalo furioso del que Howlin´Wolf estaría orgulloso. "Afrodita" es tan densa y cadenciosa, con una atmósfera casi opresiva que es como un salto al vacío donde se busca salvaguardar la belleza a toda costa.  "Rumbo al siguiente corazón" suena como la hermana mayor de "El amor era un boomerang" pero volviendo a casa después de años mientras todo se va al garete. Impetuosa y controlada, este vals fulgurante anima a mear contra el viento, a sacar coraje y soltarle jaque mate al cenizo que jugaba al ajedrez en un acantilado filmado por Bergman, con un Miguel Herrero convertido en un Garth Hudson comandando a The Band como si supiera que es la última vez que lo fuera a hacer.


Quizá sólo sea mi deseo que estos dos Ep´s fueran un disco glorioso ; me viene a la cabeza Jimbo Mathus, el Ryan Bingham de Tomorrowland; pero esto no es EE.UU., ni siquiera es Europa, y me temo que también en esto tiene razón Alfa,en hacer las cosas como las está haciendo, en hacer su propio camino y combatir la sobreabundancia con perlas contadas lanzadas como botellas al mar cada cierto, y poco, tiempo. Me gustaría que tuviese toda la suerte del mundo, ¿qué menos se puede pedir para alguien que escribe canciones con ese nivel y que uno lleva escuchando media vida? A punto de salir "El ocaso de los cines Luna", me temo que esta vez no me lo pensaré dos veces a la hora de hacerme con él, aunque la idea de ir a la presentación el 2 de noviembre en la Sala El Sol, donde con la entrada te dan el disco, y cantar entre la gente estas canciones, se vuelve cada segundo más y más atractiva...

http://www.alfamusica.com/biografia/








2 comentarios:

Gonzalo Aróstegui Lasarte dijo...

Si puedo, y puedes, te acompañaré a esa presentación.

Un abrazo, Caimán.

ned henry dijo...

Feliz cumpleaños Juanmi, que lo pases bien con los tuyos y que cuuuuuplas muuuuuchos maaaaaaaass, esto último cantando como miliki. Abrazo.

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