Los libros, los cartones de leche, puertas que no se abren.... ¿el anterior post? Tonterías cuando empieza a haber sangre, cristales rotos y tensiones altísimas... Ojalá fuese la primavera que la sangre altera y las cabezas vuelve del revés pero estoy empezando a pensar que alguien me ha echado mal de ojo... Igual necesito vacaciones, que también puede ser pero temo que vaya donde vaya acabaré sembrando el caos. Tengo miedo a seguir escribiendo, seguro que me suelta un calambrazo el teclado, me caigo para atrás y cuan efecto dominó tiro todas las estanterías de la pecera... ¿Que es imposible que un teclado de calambre? Sí, ya... yo a estas alturas no me fio ni del patito de goma de Epi. Por si acaso termino aquí esta entrada y cuando llegue a casa, para saber si es mal de ojo, hago eso de la gota de aceite en el vaso de agua que me hacía mi abuela Juana cuando era pequeñito...
súsdemivida, qué semanita...
Antes de cerrar esta entrada, no puedo resistir hacer un postdata sobre algo que me acaba de pasar y que me ha hecho girar insitentemente mi cabeza hacia atrás... Acababa de escribir "Jesús, qué semanita..." con más miedo que otra cosa (lo del teclado chisporroteante... en cualquier momento empieza, seguro) cuando ha entrado un hombre muy educado y simpático a preguntarme por un libro. Me pide "Manzanares en la guerra civil" de Antonio Bermudez, un libro totalmente descatalogado.
El hombre es más bien bajito, con los ojos azules y varios lunares en la cara, uno de ellos, muy gracioso, en la punta de la mariz. Se nota que viene recién levantado, recién repeinado y recién lavada la cara, y también se nota a la legua que es turista (esas mariconeras que se calzan los jubilados cuando salen de viaje, lo mismo da que sea Leningrado que Manzanares, son inconfundibles... Ah, ¿que Leningrado ya no es Leningrado? Si claro, y Constantinopla tampoco se llama Constantinopla... No? Vaya... Me temo que tendré que resetearme dentro de poco). Me cuenta que hace 50 años que dejó Manzanares y es la primera vez que vuelve en todo ese tiempo. Quiere ese libro porque le han dicho que sale citado su padre, fusilado por los nacionales y, claro, querría leerlo y tenerlo. Le explico la situación del libro y le digo que lo único que puede hacer es ir a la biblioteca, consultarlo allí y que le hagan copias de las páginas pertinentes si quiere. El hombre me lo agradece encarecidamente (coño, es mi trabajo) y de golpe sus ojos se humedecen (yo me asusto un poco, eh, soy amable, tal vez un poco seco a estas horas, pero para nada he sido ofensivo...) y me dice "¿Te puedo contar algo?" "Claro" le respondo.
Resumo porque me da un poco de yuyu. Más o menos esto es lo que me ha contado: "Mi mujer y yo llegamos antes de ayer. Cuando me fui de aquí con 18 años mi mejor amigo era José Galán Carrión. Tenía más amigos pero Galán era mi mejor amigo. Cuando me marché a hacer la mili a Madrid nos escribimos un par de postales y luego cuando volví a recoger mis cosas para marcharme nos despedimos y no nos hemos vuelto a ver en 50 años. Ayer estuve buscándolo, estuve preguntando por ahí y nada, pero hoy antes de venir aquí he ido a tomar un café al Menano (bar al lado de la Pecera -ndr) y allí me han dicho que se murió ayer mismo. He ido a la iglesia y ahí estaba el coche de la funeraria. He estado mirándola un rato sin poder creérmelo y al final no he podido entrar..."
La verdad que me he quedado de piedra, normal. El hombre estaba realmente afectado, luego me ha contado que tenía miedo, que su mujer le decía que era una casualidad y que no significaba nada, pero que él tenía miedo y que creía que significaba algo. Cuando ha salido por la puerta ese hombrecito bajito, simpático y con aire derrotado, el que ha empezado a tener miedo he sido yo. Cuanto antes desayune, mejor, no vaya a ser...
súsdemivida, qué semanita...
Antes de cerrar esta entrada, no puedo resistir hacer un postdata sobre algo que me acaba de pasar y que me ha hecho girar insitentemente mi cabeza hacia atrás... Acababa de escribir "Jesús, qué semanita..." con más miedo que otra cosa (lo del teclado chisporroteante... en cualquier momento empieza, seguro) cuando ha entrado un hombre muy educado y simpático a preguntarme por un libro. Me pide "Manzanares en la guerra civil" de Antonio Bermudez, un libro totalmente descatalogado.
El hombre es más bien bajito, con los ojos azules y varios lunares en la cara, uno de ellos, muy gracioso, en la punta de la mariz. Se nota que viene recién levantado, recién repeinado y recién lavada la cara, y también se nota a la legua que es turista (esas mariconeras que se calzan los jubilados cuando salen de viaje, lo mismo da que sea Leningrado que Manzanares, son inconfundibles... Ah, ¿que Leningrado ya no es Leningrado? Si claro, y Constantinopla tampoco se llama Constantinopla... No? Vaya... Me temo que tendré que resetearme dentro de poco). Me cuenta que hace 50 años que dejó Manzanares y es la primera vez que vuelve en todo ese tiempo. Quiere ese libro porque le han dicho que sale citado su padre, fusilado por los nacionales y, claro, querría leerlo y tenerlo. Le explico la situación del libro y le digo que lo único que puede hacer es ir a la biblioteca, consultarlo allí y que le hagan copias de las páginas pertinentes si quiere. El hombre me lo agradece encarecidamente (coño, es mi trabajo) y de golpe sus ojos se humedecen (yo me asusto un poco, eh, soy amable, tal vez un poco seco a estas horas, pero para nada he sido ofensivo...) y me dice "¿Te puedo contar algo?" "Claro" le respondo.
Resumo porque me da un poco de yuyu. Más o menos esto es lo que me ha contado: "Mi mujer y yo llegamos antes de ayer. Cuando me fui de aquí con 18 años mi mejor amigo era José Galán Carrión. Tenía más amigos pero Galán era mi mejor amigo. Cuando me marché a hacer la mili a Madrid nos escribimos un par de postales y luego cuando volví a recoger mis cosas para marcharme nos despedimos y no nos hemos vuelto a ver en 50 años. Ayer estuve buscándolo, estuve preguntando por ahí y nada, pero hoy antes de venir aquí he ido a tomar un café al Menano (bar al lado de la Pecera -ndr) y allí me han dicho que se murió ayer mismo. He ido a la iglesia y ahí estaba el coche de la funeraria. He estado mirándola un rato sin poder creérmelo y al final no he podido entrar..."
La verdad que me he quedado de piedra, normal. El hombre estaba realmente afectado, luego me ha contado que tenía miedo, que su mujer le decía que era una casualidad y que no significaba nada, pero que él tenía miedo y que creía que significaba algo. Cuando ha salido por la puerta ese hombrecito bajito, simpático y con aire derrotado, el que ha empezado a tener miedo he sido yo. Cuanto antes desayune, mejor, no vaya a ser...
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