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miércoles, 10 de febrero de 2010

De editores, funcionarios y buscadas bofetadas gratuitas


No sé por qué lo hice. ¿Estupidez, ingenuidad supina, torpeza? Seguramente. La discusión telefónica terminó con un expeditivo "espero no volver a ver ningún manuscrito más suyo por esta editorial". Fue en el año 2004. Esa fue la última vez que hablamos. Hasta hace dos días, cuando recibí una carta del servicio de publicaciones de la Diputación de Ciudad Real, en la cual se me agradecía haber enviado un manuscrito pero que no estimaban oportuna su publicación. Aquella discusión surgió cuando, tras una espera de 4 años, salió publicada una novela llamada "Cuando acabe el invierno" y nadie me avisó de ello. Seis meses antes recibí un mail del jefe de publicaciones de la BAM (Bilbioteca de Autores Manchegos), en el cual me enviaba una prueba de la portada del libro. Le contesté y nunca más supe de él. Le llamé varias veces, pero nunca daba con él.
Cuando mi madre, en una escena totalmente almodovariana, me llamó para echarme la bronca por no haberle dicho que había publicado una novela, y que la había visto en el escaparate de la librería del pueblo, le volví a llamar (no diré su nombre, no por nada, sino por si algún día aburrido en su oficina se busca en el google, no se encuentre este blog). Mientras hablábamos y yo le decía que no entendía por qué no me había avisado de la publicación, él le dio la vuelta a la conversación y la convirtió en un asqueroso cruce de reproches. Me dijo que debía haber sido yo el que le hubiera tenido que llamar regularmente para saber de mi novela; me acusó de llamarle absentista cuando le dije por tercera vez que siempre que le llamaba nunca estaba y me amenazó con demandarme poor injurias (¿?¿?¿?¿?¿); me amenazó con poner trabas a su distribución, con no presentar el libro a prensa (algo que sí hizo, es decir, presentaron otros libros pero el mío no, supongo que como no vive de vender los libros que edita, se puede permitir esa clase de lujos...), y, finalmente, cuando le mandé a la mierda después de decirme que quién me había creído que era por suponer que él debía haberme mantenido medianamente informado a mí (en cuatro años, una llamada y un mail me parecía poco, la verdad), me soltó esa frase que cité al principio. "Que esperaba no volver a ver ningún manuscrito mío por allí". Le dije que me parecía una frase muy bonita dicha por boca de un funcionario público y le colgué.
La colección Ojo de Pez forma parte de la convocatoria que anualmente hace la diputación de Ciudad Real para la publicación de libros de poesía, novela (y/o relato) y ensayo. El jefe de publicaciones es un funcionario, un funcionario del que en todos estos años no he oído a nadie decir nada bueno de él (es lo que tiene ser librero, por La Pecera pasan muchos de los autores que han publicado en al BAM, y hablamos...). Uno de esos autores me comentó el año pasado que volvía de tener una reunión con él en la que le había tenido que aguantar un speech en el que se quejaba de que la calidad de lo recibido en la convocatoria del 2008 había sido nefasta y que la habían dejado desierta.

¿Fue oir eso lo que me hizo comerme mi orgullo después de cinco años y enviarle un manuscrito nuevo en el que recopilo varios relatos? No... O sí.
Dos de esos relatos recopilados fueron publicados (uno en la revista Eñe, como finalista de la "Cosecha Ñ 2007" y otro como primer premio en el concurso de Relatos Villa de Torralba).
Realmente ese libro (que tiene el horroroso título de "Cardiopatías") llevaba castigado en el cajón tres años. La última vez que salió fue cuando lo envié a la editorial X (¿se deben decir estas cosas?) en 2006, una editorial seria y mediamente importante que edita libros preciosos de autores que me gustan mucho. Se lo hice llegar a su editor por mediación de Charo, librera maravillosa en Pasajes, y dos días después de que Charo me dijera que le había dado el manuscrito, Y (que así llamaré a ese editor, bastante conocido -este sí...-), me llamó por teléfono para decirme que el libro le había gustado mucho, que siguiese escribiendo, que había muy buenas ideas allí, que ellos no podían editarme pero que quería llamarme para decírmelo porque había al menos tres relatos que le había gustado muchísimo. Cuando le pregunté por qué no podía editarme la respuesta fue tan simple como desoladora. "No te conoce nadie, ni tienes padrino, ni te avala ningún premio y nuestra editorial no puede arriegarse con autores como tu". La conversación terminó instandome a mandarlo a un premio del cual "Y" era secretario, "no te prometo nada", me dijo, "pero envíalo allí por si acaso puedo hacer algo". Cuando colgué me quedé perplejo. De bajón pero contento, de subidón pero jodido, no sé decirlo mejor. Entonces me entró un ataque de kantinitis, de moralidad estúpida, de gilipollez sublime y al día siguiente me negué a enviar el manuscrito a dicho consurso... Al día siguiente me sentí tan gilipollas por haber sido tan gilipollas que me metí en internet para ver la dirección de dicho concurso y enviar el puñetero libro. Increible pero cierto, lo juro por mis vinilos de Thin Lizzy, el plazo había terminado el día anterior. Lejos de hundirme, o hundiéndome del todo, me lo tomé como una señal y lo guardé en un cajón. De ahí sólo asomó la cabeza una vez cuando, de nuevo a instancias de Charo (mi angel literario) lo envié al concurso de EÑE (y solamente por la excusa ridícula de que se podía enviar por correo electrónico... Cogí el que cumplía las bases -me salen cuentos largos para los concursos de este país...- y lo envié). Que me quedase finalista del mismo no hizo que retomase el intento de publicar "Cardiopatías" con más brío, al reves. Ahí se quedó.

Hasta el día en que ese autor me comentó la conversación que tuvo con el funcionario jefe de publicaciones de la BAM. Dicho autor se ha convertido con el tiempo casi en un amigo. Lo apreció de veras, y me parece un escritor bueno y realmente versatil e interesante. Fue él el que me animó a enviar "Cardiopatías" a la BAM. Si el libro era bueno, me dijo candorosamente, dicho funcionario no podría negar su aprobación para ser publicado. Ingenuo de mí le hice caso. Recuerdo que esa misma semana me llamó Andrea para decirme que uno de los cuentos (que habían editado en Colectivo Quiltro para una feria) había gustado mucho. Idioteces embriagadoras...
La semana pasada recibí la carta de rechazo.
Supongo que "Cardiopatías" está gafado, que Richard Lane, el cojo Lucas, Marga Tilman, Úrsula Kuber, están gafados. Ingenuo de mí, qué me habré creído... Lo que más me escuece de todo, independientemente de lo malo o regular que sea el jodido libro de los cojones, son la risas y lo que habrá disfrutado el funcionario jefe del servicio de publicaciones de la BAM al escribirme la puta carta que no sé si quemar, enmarcar o guardar en el mismo cajón donde ha ido a parar de nuevo "Cardiopatías"... porque sí, porque la opción de que sea una mierda siempre está ahí, como mi privado corazón delator, y porque creo que la función de este torpe manuscrito realmente es esa, la de recordarme que sólo soy un estúpido y vulgar Sísifo con una irrenunciable grafomanía, pero nada más...

Are you talking to me?.... Sé que mi bocaza a veces me pierde... Eh? Are you talking to me?
Cada vez que pienso que tras dos años y 200 páginas salvadas de la quema, me queda un solo capítulo para terminar la versión definitiva de "La muñeca rusa" me entran ganas de vomitar...

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